El dar vida, a través de un trasplante, es la muestra más grande de amor y generosidad que una persona puede hacer en bien de otra, en especial cuando se trata de un niño. Esa entrega gratuita de padres que, pese al sufrimiento de la pérdida de su hijo, no dudaron en ayudar a otros menores que se encontraban gravemente enfermos, fue lo que el Vicario Episcopal para la Familia, Padre Marcos Burzawa, msf, resaltó durante el desayuno con que la Vicaría -junto con la Corporación del Trasplante- ofrecieron para celebrar el Día del Niño, a cerca de diez familias de menores transplantados, acompañados de niños que se encuentran a la espera de una donación.
“Precisamente por la importancia que tienen nuestros niños y por esta solidaridad que nos desafía, hemos querido celebrar este domingo con niños que hoy pueden gozar de la vida gracias a la generosidad profunda de personas que, a pesar de su dolor, donaron los órganos de sus seres queridos fallecidos”, señaló el Vicario. El Padre Marcos Burzawa llamó a no olvidar a los niños que han sido donantes y sus familias, al igual que aquellos que fallecieron esperando la llegada de un órgano que les permitieran seguir con vida. “Un especial recuerdo para los niños que han sido donantes. Se trata de menores que ya no están con nosotros, pero cuyo testimonio de generosidad debe mover la conciencia de los chilenos. Tampoco quisiéramos olvidar a los miles de niños que han muerto esperando la llegada del órgano que les salvaría la vida. Estoy cierto que ellos interceden ante el Padre para que los pequeños que hoy esperan un trasplante puedan seguir viviendo”.
El Vicario invitó a los presentes a conversar el tema en familia y dejar de manera expresa la decisión de ser donante. “La invitación que les hacemos es a llenar de contenido el Día del Niño. Que esta fiesta no esté centrada en el consumo, sino por el contrario, en la donación. Conversemos este tema en familia y expresemos nuestra voluntad de ser donantes. Esa es la mejor lección de vida que podemos dar a nuestros hijos”.
Esperando un trasplante
Durante los festejos, el Padre Burzawa recordó a los menores que hoy se encuentran hospitalizados esperando la llegada de un órgano que les permita salir adelante. “También están en nuestra mente y en nuestra oración los cientos de niños que esperan trasplantes y que hoy celebraran el Día del Niño con sus familias, muchos de ellos incluso internados en hospitales. Dios permita que ellos reciban el regalo más preciado que les permita seguir con vida”, dijo el sacerdote.
Este es el caso de Patricio Gutiérrez, un menor de 10 años que espera un riñón hace un año para terminar con sus diálisis diarias. “Llevo enfermo un año; estoy esperando un trasplante de riñón; yo les diría a los papás que donen órganos para salvar vidas”, dice el menor.
Para su madre, Patricia Hernández, este tiempo ha sido de mucha angustia, en especial cuando Patricio se descompensa. “Siento mucha angustia de que el órgano no llegue tan luego. Es muy angustiante la espera, se pasan cosas muy tristes. Para los papás que amamos a nuestros hijos es muy difícil”.
“Doné vida por segunda vez”
Matías Guajardo es un niño de cinco años que el año 2003 fue transplantado de hígado, cuando tan sólo tenía 10 meses de edad. Según cuenta su padre, Matías, la evolución del niño “no ha estado exenta de complicaciones, pero hasta ahora ha tenido una vida súper normal. Matías va al colegio… es un niño completamente normal”.
El padre no oculta su emoción al agradecer el gesto que tuvo la familia que donó el órgano que permite que su hijo esté con ellos. “Era una familia extranjera que estaba de paso por Chile y que perdió a su guagüita. Ellos decidieron –desinteresadamente- donar el órgano que nos permite estar ahora con Matías”.
Quién también logró doblarle la mano al destino, gracias a una donación, es Israel Marín, el cual recibió un riñón, no de una persona desconocida, sino que de su propia madre. Manuel, padre del menor, recuerda que su hijo “no tenía esperanza, porque tenía una enfermedad terminal. La mamá fue la donante del riñón; gracias a Dios el niño se ha sentido bien y ha salido adelante”.
Cuando se enfermó Israel, tenía dos años, lo que hacía que su trasplante fuera muy difícil, por lo que tenían que hacerlo lo más rápido posible. Con este antecedente los padres decidieron entregarle ellos mismos el órgano para que continuara con vida. Es así como ambos se realizaron los exámenes necesarios para saber si eran compatibles. En resultado fue favorable, pero su padre presentó una pequeña complicación, por lo que fue la mamá del niño la que donó el riñón. “Cuando se nos planteó que necesitaba un donante, siempre dijimos que nosotros teníamos que ser los primeros”, cuenta Carmen Mella, madre del menor, quien siente que “donó vida por segunda vez” y que “entregó su riñón con amor de mamá”.
Fuente: Vicaría para la Familia
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