Licantén vuelve lentamente a la normalidad
Licantén vuelve lentamente a la normalidad

Tras el anegamiento completo de esta localidad costina, la generosidad de la comunidad diocesana se ha hecho notar para levantar este pueblo a las orillas del río Mataquito

Después de los serios y cuantiosos daños que dejó el desborde del río Mataquito en la localidad de Licantén (ubicada hacia la costa de Curicó), esta comuna poco a poco empieza a recuperarse del fuerte impacto que tuvo la inundación en la madrugada del 23 de mayo.

El párroco de Licantén, padre Sergio Díaz Cubillos, comentó que el pueblo retorna lentamente a su vida normal tras la vuelta a clases de los niños, la apertura del hospital, del cuartel de carabineros y del cuerpo de bomberos. “El impacto fue enorme ya que el agua subió entre 20 centímetros y 2 metros, según el sector. Numerosas casas ya no se pueden habitar. Pero en este hecho climatológico he visto la solidaridad de nuestra gente. He sentido que el Mataquito se llevó lo malo pero dejó lo bueno, no tuvimos ninguna víctima fatal. Lo material se ha perdido, pero hemos ganado cariño, solidaridad, preocupación por el otro y la convivencia fraterna”, aseguró el sacerdote.

“Hay un antes y un después luego de esta tragedia. Como dice el dicho ‘todos nos hemos mojado’, y esto nos ha servido para vernos todos como hermanos. Y he visto signos en que los vecinos dicen ‘esto me ha servido, esto me ha hecho cambiar, esto es para mejor, ahora saludo al que vive cerca mío’, esto ha ayudado a acercarnos más en Licantén”, mencionó el padre Sergio.

Otro aspecto que valoró el párroco es que muchas familias que vivían de allegadas podrán optar a una casa propia, gracias a subsidios comprometidos por el Ministerio de la Vivienda.

“Los agricultores, los pescadores, la gente de las parroquias de Hualañé y La Huerta, fueron los primeros en auxiliarnos. La rivalidad de localidades vecinas se ha transformado en solidaridad. También he visto una Iglesia preocupada. Una mamá sabe lo que tiene que hacer cuando sus hijos están mojados, accidentados o sin comer, eso mismo hemos constatado en estos días, una Iglesia atenta a lo que ocurre con sus hijos”, dijo el sacerdote.

“Con 500 casas inundadas, 2 mil damnificados, la recuperación es para largo. Lo que más necesitamos es carbón para secar las casas mojadas. También requerimos ropa de cama y, por otra parte, alimentos. En el gimnasio parroquial estamos recibiendo todas las ayudas, para que ninguna familia quede sin calefacción, sin comer y sin abrigo”, concluyó el padre Sergio Díaz.

Es por esto que la Pastoral de la Diócesis sigue en campaña de ayuda a Licantén. Las donaciones se reciben en 2 Poniente Nº 1338 en Talca, y en el Centro Pastoral de Curicó, ubicado en Chacabuco Nº 630.

Fuente: Comunicaciones Talca

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Talca, 17 de Junio, 2008

Especiales de Iglesia.cl