Sobre el gran altar colocado en el muelle de este puerto, rodeado por el mar Mediterráneo, el Papa presidió la segunda misa de su viaje de dos días a Apulia, décimo viaje pastoral a Italia.
Entre las 70.000 que participaron en la eucaristía, en una ciudad que históricamente ha sido punto de encuentro entre Oriente y Occidente, se encontraba el metropolita ortodoxo de Italia, Su Excelencia Gennadios, a quien el Papa saludó, recordando "la vocación ecuménica" de la Iglesia en Brindisi.
En la homilía, el Papa quiso profundizar en el sentido de la compasión cristiana, en un puerto que desde los años noventa es testigo de miles de historias desesperadas de inmigrantes llegados en busca de un mundo mejor.
"La compasión cristiana no tiene nada que ver con la beatería, con el asistencialismo. Más bien, es sinónimo de solidaridad y de compartir y está animada por la esperanza", aclaró.
Esta esperanza, dijo, "se fundamenta en la venida de Cristo, que en última instancia coincide con su su Persona y con su misterio de salvación", pues añadió "Cristo resucitado es la esperanza del mundo".
La compasión cristiana, observó Benedicto XVI, no se impone, pues el estilo de Jesús y su Evangelio se caracteriza por gestos "humildes y discretos", pero que "contienen un potencial enorme de renovación".
Por este motivo, aseguró, la Iglesia está llamada a ser, con ese mismo estilo, santa y misionera.
"Es útil recordar que los doce apóstoles no eran hombres perfectos, escogidos por su irreprensibilidad moral y religiosa --recordó--. Eran seguramente creyentes, llenos de entusiasmo y de celo, pero caracterizados por sus límites humanos, en ocasiones incluso graves. Por tanto, Jesús no les llamó porque ya eran santos, sino para que lo fueran. Como nosotros. Como todos los cristianos"
"La Iglesia es la comunidad de pecadores que creen en el amor de Dios y se dejan transformar por él, y de este modo llegan a ser santos", subrayó.
El Papa dejó esta consigna a los fieles: "Animados por la esperanza en la que habéis sido salvados, también vosotros, hermanos y hermanas de esta antigua Iglesia de Brinidisi, sed signos e instrumentos de la compasión, de la misericordia de Cristo".
"El Espíritu que actuaba en Cristo y en los doce es el mismo que actúa en vosotros y que os permite realizar entre vuestra gente, en este territorio, los signos del Reino de amor, de justicia y de paz que está viniendo, es más, que ya está en el mundo", concluyó.
Como sucedió durante la fiesta del Corpus Christi, en la plaza de san Juan de Letrán de Roma, también en esta misa los fieles recibieron de rodillas la Comunión (el Pan consagrado) de las manos del Papa.
Fuente: www.zenit.org