Monseñor recordó que en el documento conclusivo de los obispos reunidos en Aparecida, Brasil, el año pasado, se destina un amplio espacio a la educación, en el cual se señala que “la educación vive una emergencia”. En ese sentido, el arzobispo manifestó que es interesante preguntarse ¿Cómo se resuelve esta emergencia educativa? Y agregó: “No faltan personas que incluso en Chile dicen que la emergencia educativa se supera empleando tres “i” . La “i” de la informática, la “i” del inglés y la “i” de las enseñanzas y los conocimientos. Naturalmente, eso no sirve para superar la emergencia educativa. No basta con tener acceso a muchos conocimientos, no basta saber inglés, no basta saber informática en los conocimientos globales de la sociedad”.

Afirmó que para superar la emergencia educativa, se necesitan otros ingredientes. El primero, la cercanía al mundo juvenil, la comprensión de su mundo, la capacidad de amar a los jóvenes, la capacidad de los educadores de hacerse cargo de sus vidas, de sus inquietudes, de sus problemas. “La emergencia educativa se supera cuando los mismos jóvenes, ustedes chiquillas se hacen partícipes del proceso de su crecimiento humano, sabiendo que educar es hacer crecer toda la humanidad, propia de cada uno nosotros que no es sólo la cabeza, sino que es también el corazón, que es también la voluntad, que es también la solidaridad y de construirnos dentro de una sociedad y de una cultura de la cual somos parte”, subrayó.

Monseñor sostuvo que la educación integral requiere también del crecimiento del corazón y de lo que el corazón alberga entre ello, los valores morales, valores espirituales, los valores de la fe. “La emergencia educativa no se resuelve simplemente teniendo cambios externos, estructurales, eso pueden ayudar, pero la emergencia educativa se supera en la medida en que , en primer lugar, cada joven, cada niña, se sienta acompañada con cariño, con amor en el proceso de crecimiento humano. En la medida en que el sujeto de la educación, los mismos jóvenes, se sienten partícipes de una educación que tiene que ser integral, que debe abarcar las dimensiones humanas, centrada en el crecimiento de la persona”

Por último, manifestó que dentro de todo eso, el crecimiento espiritual es como la fuerza interior que ayuda a discernir los núcleos más fundamentales de la vida, allí donde se dan y se toman las grandes decisiones de la vida, allí donde se decide el camino donde uno tiene que seguir. “Yo quisiera desearles a los jóvenes y a las jóvenes, a los educadores, que en este año educativo se sientan de verdad participes de este gran proyecto de educación que quiere superar la emergencia educativa, para que la educación no quede siempre en sólo una emergencia problemática, sino que encuentre de verdad, los caminos de una recta solución de los problemas”, concluyó.

Fuente: Comunicaciones Concepción