Capellán de la Fundación Las Rosas:
Falleció Monseñor Sergio Correa Gac
En la noche del lunes 24 de diciembre, falleció Monseñor Sergio Correa, luego de una prolongada enfermedad. Sus funerales se realizarán el Miércoles 26 a las 12 horas en el Santuario a María Santísima (Rivera 2005; Independencia). Y serán presididos por el Cardenal Francisco Javier Errázuriz.
El siguiente es el comunicado y la biografía entregados por la Fundación Las Rosas, al dar a conocer su deceso.
El buen Padre Dios ha llamado a Monseñor Sergio Correa Gac.
Fundación Las Rosas comunica el sensible fallecimiento de quien fuera su Capellán durante 30 años. Un sacerdote muy querido y respetado por todos que, en sus 67 años de ministerio sacerdotal, encontró en la celebración diaria de la Santa Misa el alimento y la fuerza del amor de Cristo para ponerse al servicio de los adultos mayores más pobres y desvalidos del país.
La Iglesia le confió diversos ministerios pastorales en parroquias, Caritas Santiago y, finalmente, la de “acoger, alimentar, acompañar en la salud y llevar al encuentro del Señor” a miles de personas en los hogares de la Fundación.
Desde sus inicios infundió un gran espíritu de oración y de caridad responsable y concreta, tanto en los hogares como en los voluntarios y bienhechores para dar una esperanza y vida digna a quienes, muchas veces, lo habían perdido todo.
Encontró en la Santísima Virgen, Madre de los sacerdotes, un apoyo insustituible en su fidelidad sacerdotal, un consuelo en la dificultad y una Madre que acoge a todos. “Soy un contemplativo de esta obra de María”, nos decía.
Sus restos descansaran en el Santuario a María Santísima de Fundación Las Rosas, testigo de su generoso y abnegado ministerio, a los pies del altar del Sagrado Corazón como un testimonio de la caridad de Cristo en medio de nosotros.
Invitamos a todos a elevar una oración al Padre, rico en misericordia, en la confianza que van a ser suyas las promesas del Señor: “ven, siervo bueno y fiel,…entra a formar parte del gozo de tu Señor” (Mt 25,23).
Sus funerales se realizarán el Miércoles 26 de Diciembre de 2007 a las 12 horas en el Santuario a María Santísima (Rivera 2005; Independencia). Y serán presididos por el Cardenal Arzobispo de Santiago Francisco Javier Errázuriz.
Un legado de entrega y solidaridad
Su rica vida interior y su trabajo en favor de los ancianos más necesitados de nuestro país lo hicieron merecedor del cariño y reconocimiento de quienes lo conocieron.
Nacido el 8 de febrero de 1915, su infancia transcurrió en su casa de calle Agustinas 2537, junto a su padre, don Florencio Correa Larraín, y su madre, doña Carmela Gac de Correa. Tercero de cuatro hermanos, realizó sus estudios en el Colegio de los Padres Franceses de la Alameda, lugar donde comenzó su acercamiento a la Iglesia. A los 15 años sintió un fuerte llamado a ser sacerdote, su vocación fue creciendo, hasta que finalmente entró al seminario el 15 de agosto de 1930. “Allí fui muy feliz, aunque debo reconocer que me costó harto acostumbrarme, no teníamos ninguna comodidad, ni siquiera agua corriente en los lavatorios, y dormíamos de a 30 en un gran dormitorio común”, relataba.
Estudió Teología en la Universidad Católica y fue ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1939. Durante 11 años fue párroco “en un pueblo maravilloso que guardo en mi corazón: Isla de Maipo”. Luego fue trasladado a Santiago, donde ofició de párroco en diferentes parroquias de la capital: San Nicolás de Tolentino, Parroquia del Buen Pastor, Divina Providencia, Basílica del Salvador, San Pedro de Las Condes y San Ramón de Providencia. Fue antes que nada Pastor, dejando una huella profunda entre sus feligreses.
Cuando desempeñaba el cargo de Director Arquidiocesano de Cáritas de Santiago conoció la Fundación de Ayuda Fraterna, que construía su primer hogar para ancianos, iniciativa que lo cautivó. En 1972 se hizo cargo de su dirección junto a un grupo de laicos, y con el nuevo nombre de Fundación Las Rosas de Ayuda Fraterna se convirtió en una de las principales instituciones al servicio de la ancianidad desvalida y en la gran obra de su vida, siempre bajo la inspiración de la Virgen María.
Fundación Las Rosas: un “hogar” cristiano para los ancianos
En la Sede Central de la Fundación Las Rosas el Padre Correa pasó 30 importantes años que lo marcarían para siempre. “Aquí se viven momentos inauditos de alegría y emoción que nos entrega la Santísima Virgen María a diario. Siempre repito la misma frase: ‘no hay nada, pero alcanza para todo’, y no es una frase piadosa, porque realmente uno no explica cómo siempre llega la ayuda cuando más se requiere”, afirmaba.
El Padre Sergio siempre tuvo la preocupación de que en cada uno de los hogares los abuelos se sientan cómodos, que nada les falte y por sobre todo, que se viva el primer mandamiento: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo”. Y para él, el amor a Dios se practicaba haciendo sonreír y llevando esperanza al anciano desvalido.
Fue el propio don Sergio Correa quien, entre amigos y conocidos, comenzó a recolectar ropa y enseres – toallas, sábanas, frazadas - imprescindibles para equipar los hogares, y al ir corriéndose la voz la ayuda se extendió.
Don Sergio impulsó una profunda vida espiritual en los hogares, invitando a sacerdotes a ser capellanes de los hogares, y visitando él mismo todas las instalaciones de esta gran obra. Así se hizo querido y admirado por todos quienes lo conocieron.
Esto le permitía cumplir con lo más importante en el servicio a los ancianos más pobres y desvalidos: llevarlos a su encuentro con el Señor. Así, la misión de la Fundación se plasmó en “acoger, alimentar, acompañar en la salud y llevar al encuentro del Señor”, con la esperanza de que cada familia aprendiera a querer, valorar e integrar a sus mayores y la Patria pudiese implementar políticas públicas que permitieran envejecer con alegría, dignidad y esperanza.
“No hay lugar”
Entre las muchas obligaciones diarias, Monseñor Correa ocupaba gran parte de su tiempo en la Misa diaria y el rezo del Santo Rosario. Además, ideaba nuevas formas de recolectar dinero. “Mi oficina queda muy cerca de la entrada y me ha tocado ver cómo llegan ancianitas apuntaladas por dos personas y en el umbral reciben una frase terrible: no hay lugar. Es esta frase la que me impulsa a no ponerle puertas a esta obra y si la Virgen me entrega las llaves, seguiré formando hogares. ¿Cuántos? Los que quiera ella. Cada día nuestra Madre solicita abrir más puertas, para paliar más y más dolor, abandono y tristeza”, expresaba. Así fue como fundó los actuales 40 hogares que mantiene la Fundación y que acogen a 2.400 ancianos pobres y desvalidos.
Si hay algo para lo cual don Sergio Correa tenía grandes condiciones era para encontrar casas, muchas de las cuales parecían inhabitables, sin embargo, luego de una remodelación nacía otro hogar. Ni un detalle de la decoración se le escapaba, todo pasaba por su visto bueno: papel mural, alfombras, adornos y jardines. Su anhelo era que los ancianos se sintieran en una casa acogedora y no en un hotel, por eso le daba tanta importancia a la estética. Quizás por esta preocupación es que fue nominado como miembro de la Comisión Nacional de Arte Sacro, entidad encargada de resguardar los bienes artísticos y patrimoniales de la Iglesia en Chile.
“Pan partido para la vida del mundo”
El padre Sergio Correa se empeñó siempre en cumplir el mandamiento nuevo del Señor: “ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13,34) y al alimentarse diariamente con el Pan de Vida, llegó al conocimiento vivo de que “…en la Eucaristía Jesús nos hace testigos de la compasión de Dios por cada hermano y hermana. Nace así, en torno al Misterio eucarístico, el servicio de la caridad para con el prójimo, que « consiste justamente en que, en Dios y con Dios, amo también a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en comunión de voluntad, llegando a implicar el sentimiento. Entonces aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo»”.*
Monseñor Correa dando su sí al Plan de Dios y haciéndose instrumento para construir el Reino, llega a conocer a través de su entrega y del alimentarse con el sacramento de la caridad que “…la Eucaristía impulsa a todo el que cree en Él a hacerse « pan partido » para los demás y, por tanto, a trabajar por un mundo más justo y fraterno. Pensando en la multiplicación de los panes y los peces, hemos de reconocer que Cristo sigue exhortando también hoy a sus discípulos a comprometerse en primera persona: «dadles vosotros de comer » (Mt 14,16). En verdad, la vocación de cada uno de nosotros consiste en ser, junto con Jesús, pan partido para la vida del mundo”.*
Y este es el legado que nos deja Monseñor Correa.
* S.S. Benedicto XVI Sacramentum Caritatis. N° 88.
Fuente: Fundación Las Rosas
Santiago, 25 de Diciembre, 2007