"Si con la Navidad conmemoramos, por una parte, el prodigio increíble del nacimiento del Hijo Unigénito de Dios de la Virgen María en la gruta de Belén, por otra, se nos exhorta a esperar, velando y rezando, al mismo Redentor nuestro, que el último día "vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos", afirmó el Santo Padre.
"Quizá hoy -dijo improvisando unas palabras- (...) también los creyentes esperamos realmente al Juez (...) todos esperamos justicia. Vemos tantas injusticias en el mundo (...) y esperamos justicia. (...) Esperamos que venga quien puede hacer justicia. En este sentido rezamos: Ven Jesucristo como Juez a tu modo. El Señor sabe cómo entrar en el mundo y crear justicia".
"Esperar justicia en el sentido cristiano quiere decir sobre todo que nosotros mismos comenzamos a vivir a los ojos del Juez, (...) realizando justicia en nuestra vida. (...) De este modo podemos abrir el mundo a la venida de su Hijo, predisponer el corazón a acoger al Señor que viene".
Benedicto XVI señaló que "Aquel que es generado por el Padre en la eternidad se ha hecho hombre en la historia gracias a la Virgen Madre; el verdadero Hijo de Dios también es verdadero Hijo del hombre. Hoy, en nuestro mundo secularizado -continuó-, estos conceptos parece que no cuentan mucho. Se prefiere ignorarlos o considerarlos superfluos para la vida, aduciendo el pretexto de que son tan lejanos que resultan prácticamente intraducibles en palabras convincentes y significativas".
"Además -añadió-, existe una idea de la tolerancia y del pluralismo según la cual creer que la Verdad se haya efectivamente manifestado parece ser incluso un atentado a la tolerancia y a la libertad del ser humano. Sin embargo -preguntó-, si se elimina la verdad, ¿el hombre no se convierte en un ser sin sentido? ¿No nos obligamos a nosotros mismos y al mundo a adherir a un vacío relativismo?".
"¡Qué importante es por eso -exclamó-, que reafirmemos con fuerza el misterio de salvación que trae consigo la celebración de la Navidad de Cristo! En Belén se manifestó al mundo la Luz que ilumina nuestra vida; se nos reveló la Vida que nos conduce a la plenitud de nuestra humanidad. Si no se reconoce que Dios se ha hecho hombre, ¿qué sentido tiene festejar la Navidad? Los cristianos hemos de proclamar con profunda y sentida convicción la verdad del nacimiento de Cristo, para testimoniar frente a todos la certeza de un don inaudito, que es riqueza no solamente para nosotros, sino para todos".
El Papa afirmó en este sentido que "de aquí surge el deber de la evangelización, que consiste precisamente en comunicar este "eu-angelion", esta "buena nueva". Es lo que recuerda el reciente documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, "Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización", que deseo proponer a vuestra reflexión y a vuestro estudio personal y comunitario".
El Santo Padre puso de relieve que la oración de la Iglesia a las puertas de la Navidad se hace más intensa "para que se realicen las esperanzas de paz y de salvación de las que el mundo sigue teniendo urgente necesidad. Pidamos a Dios que la violencia sea vencida por la fuerza del amor, las contraposiciones cedan su lugar a la reconciliación, la voluntad de dominio se transforme en deseo de perdón, de justicia y de paz. Que los deseos de bondad y de amor que nos intercambiamos en estos días lleguen a todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana".
"Que el mensaje de solidaridad y de acogida que proviene de la Navidad -terminó-, contribuya a crear una sensibilidad más profunda ante las viejas y las nuevas formas de pobreza, ante el bien común, en el que todos estamos llamados a participar".
Según una nota de la Prefectura de la Casa Pontificia, en las 44 audiencias generales que ha celebrado Benedicto XVI en 2007 han participado 624.100 personas.
Fuente: Servicio Informativo Vaticano