Chile no puede dejar de valorar la dignidad de las personas del campo
Chile no puede dejar de valorar la dignidad de las personas del campo

Respuestas de Mons. Alejandro Goic y Mons. Enrique Troncoso, a consultas periodísticas durante la presentación de la Carta Pastoral a los hombres y mujeres del campo chileno.

Las siguientes son las preguntas formuladas por los periodistas, durante la presentación de la Carta Pastoral a los hombres y mujeres del campo chileno, y respondidas por Mons. Alejandro Goic, obispo de Rancagua y Presidente de la Conferencia Episcopal; y por Mons. Enrique Troncoso, obispo de Melipilla y Presidente del Instituto Nacional de Pastoral Rural (INPRU).

- ¿Qué nos puede decir respecto de la situación laboral del campesinado y de la subcontratación?

Mons. Goic: Hablo desde lo que veo en Rancagua. Veo que hay trabajadores que son muy respetados en su dignidad y condiciones, pero también ocurre a veces lo contrario y creo que hay avanzar como en tantos otros temas de la vida del país. La dignidad del temporero y temporera debe ser siempre respetada. También nos preocupa que esas personas tienen sólo un período de trabajo, después vienen los meses azules que son aquellos en los que carecen de trabajo, entonces tienen que ahorrar y a veces el salario no es suficiente. Ese es un campo que requiere de una mayor preocupación.

Mons. Troncoso: Ya el mismo trabajo de temporero es una situación anómala que no puede durar para siempre, no podemos estar contentos con eso. Yo haría un llamado a seguir buscando condiciones de trabajo más estables, hay muchas cosas que mejorar.

- Ustedes dicen que es necesario cambiar el enfoque de la globalización porque ha sido un fuerte factor de desequilibrio y desigualdad en la sociedad chilena. ¿Qué significa cambiar el enfoque?

Mons. Goic: Cito algo que Juan Pablo II señaló con mucha fuerza. Es evidente que vivimos en una economía global, pero él decía que urge globalizar la solidaridad, es decir, la cultura del compartir. Entonces en este caso concreto quisiéramos que todos los chilenos, y fue el llamado que yo hice hace algunos meses al hablar de la mayor necesidad de una sociedad más equitativa, se pongan en el lugar del otro. Yo como pastor hice un llamado en nombre de toda la Iglesia, de que no podemos vivir felices mientras mucha gente vive en una situación de indefensión o con sueldos bajos y a veces indignos. Por lo tanto son los empresarios, el gobierno, organizaciones sindicales quienes en diálogo deben buscar cómo globalizar la solidaridad, y Chile tiene esa capacidad.

Ayer tuve una reunión con el máximo dirigente de la confederación de la producción y del comercio, Alfredo Ovalle, y él me decía que eso hay que hacerlo porque el país ha crecido, ha recuperado su democracia, pero le falta una mayor equidad social, por lo tanto, sobre todo en el campo, hace falta también llevar esa economía solidaria junto con esta globalización que sabemos que existe. Sé que hay pensadores en el mundo que buscan una economía más a escala humana, pero mientras eso llegue tenemos que hacer esa esfuerzo en un país mayoritariamente cristiano.

- ¿Qué le parece que haya empresas que basan su negocio en mano de obra más barata?

Mons. Troncoso: A eso se refiere ese cambio de enfoque. Las formas del comercio actual dejan de lado a tantos sectores, que son los más empobrecidos, entre ellos los campesinos. Hay una gran búsqueda de lograr la presentación de propuestas positivas.

Mons. Goic: Nuestra Carta no es una respuesta técnica, es una respuesta de pastores. Desde la perspectiva pastoral en que nada de lo humano nos es ajeno, damos algunas pistas para que los empresarios, el gobierno, el mundo de la agricultura y los campesinos busquen soluciones. Hace falta un diálogo tranquilo y sereno en este tema. El día en que nuestro campo se despueble, como lamentablemente ocurre en algunos lugares, empezará una tragedia. Hay una cultura campesina, un modo de ser campesino que le hace bien a Chile y que tenemos que ver que el desarrollo llegue a esos sectores que son tan importantes para la producción.

- ¿Qué rol le correspondería al gobierno?

Mons. Goic: El Estado también tiene que hacerse cargo de esta realidad. Sé que la Presidenta está preocupada de todos los temas, el Ministerio de Agricultura también, pero quizás nuestra Carta pueda dar ser una invitación a que dialoguemos más a fondo y con especialistas. En el caso de las políticas agrarias sería interesante que hubiera un dialogo permanente con el Ministerio y con todos los sectores para ver cómo logramos valorar el mundo rural, el trabajo de los campesinos y señalar algunas pistas concretas que nos permitan llegar a resolver algunos de los problemas que señalamos en nuestra Carta.

- ¿Y a los empresarios?

Mons. Goic: El 90% de los chilenos se proclaman cristianos, divididos entre 70% de católicos y 20% de evangélicos aproximadamente. La doctrina de Jesucristo es clara: tenemos que tener una preocupación por todos, especialmente por los más pobres. Hago un llamado a los que tienen el don de la fe católica, cristiana o evangélica a que vemos cómo podemos dar pasos concretos para esto, y también un llamado a los hombres de buena voluntad que quieren un Chile mejor. Si queremos un Chile mejor, algo que creo todos anhelamos, las propuestas técnicas tienen que surgir de la gente técnica. Así como hay una Comisión de Equidad, a propósito de la mayor justicia en los salarios, en este tema es importante lo mismo. Hay que rescatar, como ha sido tradición de la Iglesia, la dignidad y el valor que tienen los hombres y mujeres del campo. Eso Chile no puede perderlo. En otros países más desarrollados hay subsidios para el mundo de la agricultura. Yo no soy técnico, pero lo que no podemos es depreciar algo que es parte de la identidad de Chile. Yo veo en mi diócesis lo que significa la estabilidad de la familia, las tradiciones profundas de fe y de folclor. Eso no puede perderse. Nuestro llamado también es un llamado ético.

- ¿Cuál es el llamado que ustedes hacen al gobierno respecto de este tema?

Mons. Goic: El llamado está en la Carta, nosotros se la hemos enviado a algunos ministros para que la puedan conocer y analizar. Nuestro llamado es moral. La Iglesia no es un poder político. La Iglesia tiene la misión de anunciar a Jesucristo y al Evangelio. Nuestra Carta es un camino de reflexión para todos los creyentes y personas de buena voluntad que quieren hacer del mundo rural un mundo más justo en los temas que la Carta analiza. Yo personalmente tengo una relación de amistad con el ministro de Agricultura Álvaro Rojas y sé que está haciendo los mayores esfuerzos.
Santiago, 12 de Diciembre, 2007

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