Cardenal Errázuriz: "El P. Faustino fue abatido por ser un hombre de Dios"
Cardenal Errázuriz: "El P. Faustino fue abatido por ser un hombre de Dios"

"El dolor ha traspasado los muros de la Iglesia", dijo el Arzobispo de Santiago al despedir en la Catedral Metropolitana al sacerdote servita, asesinado en ese mismo templo.

El Cardenal Francisco Javier Errázuriz afirmó este martes que el P. Faustino Gazziero fue abatido por ser un hombre de Dios, y expresó que el dolor ha traspasado los muros de la Iglesia.

En su homilía durante la misa de exequias del religioso, asesinado el sábado 24 en la Catedral Metropolitana, el Arzobispo de Santiago sostuvo que el testimonio de fe del sacerdote puede ayudarnos a alcanzar mejores días para Chile.

A la eucaristía, que concelebró junto a más de 30 obispos y decenas de sacerdotes, asistieron autoridades encabezadas por el Presidente Ricardo Lagos, y numerosos fieles.

El Cardenal inició su homilía agradeciendo la presencia del mandatario y de otras autoridades, así como las expresiones de solidaridad y condolencias expresadas por pastores y fieles de otras iglesias hermanas, y de la comunidad toda.

Afirmó que, en medio de tanto estupor, buscamos la misericorida de Dios. "Por qué, Señor? ¿Qué significan estos acontecimientos? ¿Para qué, Señor?, se preguntó el Arzobispo.


Testimonio de fe

Recordó Mons. Errázuriz que el P. Gazziero a los 18 años ingresó a la orden de los Siervos de María. A lo largo de su formacion fue descubriendo el rostro de Jesús y el amor a los hombres, especialmente a los más pobres y marginados.
En 1960, año de su ordenación sacerdotal, dejó su familia y su país, y tomó su cruz de misionero.

Enviado a Chile, renunció a su ciudadanía italiana de origen para hacerse chileno. Amaba servir en el silencio. Con inteligenia, cariño y responmsabildiad se dedicó a la formación de la juventud.

Sin hacerse notar, -agregó el Cardenal-, regalaba su sabiduría los frutos de su espiritualidad en la pastoral social. Atendía a los más frágiles con corazón de pastor.

Manifestó el pastor de Santiago que el P. Faustino ofrecía día a día su vida al Señor. "Se la regalaba sin guardarse nada para sí". Sólo quería servir a quienes Dios ama. Éste es un fruto admirable del celibato consagrado a Dios y a los hermanos, expresó.

Recordó que, antes de morir, sobre el mismo altar el P. Faustino había ofrecido el sacrificio de Cristo, había presentado el pan y el vino, había dicho con Jesús: "Éste es mi cuerpo que será entregado por vosotros y Éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados".

Y agregó: "Ningún sacerdote puede decir sinceramente estar palabras sin ofrecer su propio cuerpo y sin ofrecer su propia vida y su propia sangre". Señaló el Cardenal que el sacerdocio pide amar como Jesucristo amó, también hasta el extremo.

Mas adelante, recordó Mons. Errázuriz que, al término de la última misa que ofició el P. Gazziero, se despidió de los fieles enviándolos al mundo con la paz y la alegría del Señor.

"Para el P. Faustino, morir en esas circunstancias le reportaría una recompensa grande en el cielo de Cristo prometió a los que fueran odiados por su causa", expresó.



Fue abatido por ser un hombre de Dios

Agregó el Cardenal , evocando a la hermana Lita Castillo, fallecida en un ataque incendiario en La Serena, que no recuerda nuestra memoria un heho de violencia semejante ocurrido en un lugar sagrado.

Definió al autor como un hombre joven que invocaba a Satán a la hora de perpetrar este crimen. "Un joven fanatizado ha dado muerte a un hombre sabio que pasaba por el mundo haciendo el bien", manifestó.

¿No ha sido la casa de Dios el descanso en el desconcierto, el refugio de los perseguidos, de la comunion en la solidaridad, del perdón, la bendición y la paz? ¿No necesita nuestro país estos espacios de verdad y amistad? ¿No necesita estos hombres de bien?, se preguntó el Arzobispo.

Añadió, citando la Sagrada Escritura, que todas las cosas redundan para el bien de los que aman a Dios. Y expresó que esta tragedia nos ofrece ahora un espacio de reflexión.

Constatamos, agregó, males que cunden en nuestra sociedad y el mundo entero: el falso paraíso de un mero bienestar económico, de derechos sin deberes, genera frustraciones, depresiones, agresividades, adicciones y muertes.

En contraposición, dijo, son miles los jóvenes que se apartan de este camino, que rechazan una sociedad sin valores para hacer que valga la pena vivir y luchar, que encuentran su felicidad en servir voluntariamente, que tratan a los pobres con nobleza como verdaderos hermanos.

También tuvo el Cardenal una palabra para Satán, "que invocaba a gritos nuestro compatriota en su desvarío". En quienes obran así, manifestó, también gime la naturaleza dañada por el pecado. Sufren cadenas, ritos, violencias y grupos que corroen su humanidad. Son multiples esclavitudes que les impiden lograr la paz.

A los cristianos el Card. Errázuriz les pidió a unir fuerzas para ir siempre al encuentro de Jesús, para construir una patria justa, acogedora y fraterna, cuya cultura esté siempre abierta a Dios y a los dones de su Espíritu.

A los que no comparten la fe cristiana, los invitó a buscar juntos los camnios que conducen al bienestar material y espiritual, con amor a la verdad y solidaridad.

"Sabemos que los hermanos más extraviados y más agrevsivos sufren soledad", manifestó.

Finalmente, expresó que la trágica muerte de ese hombre de bien nos dice que engrandecemos Chile cuando valoramos a jóvenes y trabajamos para que puedan recuperar su dignidad. En ese sentido, invitó a todos a trabajar por ambientes de hogar en sus familias y seguridad en los barrios, por una educación centrada en valores, por espacios de sana recreación y de deportes, por medios de comunicación que sepan motivar y suscitar esperanzas.

"Acojamos la herencia espiritual que nos deja el P. Fustino. Vivamos en paz", concluyó el Cardenal Francisco Javier Errázuriz en su homilía.

Ver texto completo de la homilía del Cardenal Errázuriz

Fuente: Prensa CECH
Santiago, 27 de Julio, 2004

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