
El 16 de abril se celebra el Día Mundial del Emprendimiento. En Chile, celebramos este día cada 29 de abril, fecha en la que encomiamos el trabajo de millones de personas que día a día se esfuerzan por llevar adelante sus proyectos. La importancia de las empresas micro, pequeñas y medianas es tal para la economía que son el 98,6% de las empresas del país, aportan el 17% al PIB, y concentran el 65,3% de los empleos formales, de acuerdo con los datos del Ministerio de Economía.
En este 2025, quisiera recordar a un líder de la Iglesia Católica, el Cardenal Raúl Silva Henríquez (9 de abril de 1999†), -pastor de la Iglesia Católica cuyo rol era acompañar y animar la fe en Jesucristo al interior de la iglesia- desde su rol de emprendedor social. Quienes no conocen su historia podrían preguntarse qué relación tiene el Cardenal con el emprendimiento social. Un emprendedor es aquella persona que identifican una oportunidad y organiza los recursos necesarios para tomarla. Un emprendedor social, va un poco más allá, es una persona que busca poner en práctica sus ideas con el fin último de resolver problemas presentes en la sociedad.
Pues bien, Silva Henríquez organizó la vida eclesial en concordancia con los desafíos sociales de la época, visualizándolos como una oportunidad para transformar la realidad, más allá de su rol pastoral, se destacó por su capacidad de generar soluciones para los más necesitados, movilizando los recursos requeridos para cumplir con su propósito, el bien común.
Durante su trayectoria emprendió en distintos ámbitos sociales: vivienda, educación, agricultura, entre otros. Entre las organizaciones que fundó o apoyó se encuentran: Fundación de Viviendas Económicas (FEV), Banco del Desarrollo, Caritas Chile, Cooperativa Credumontt, Federación de Instituciones de Educación Particular, Aldea de Niños Cardenal Raúl Silva Henríquez, Fundación INVICA, Fundación Emmanuel, Instituto Católico de Migración (INCAMI), Instituto de Promoción Agraria (INPROA), Oficina Coordinadora de Asistencia Campesina (OCAC), Vicaría de la Solidaridad, y el IPES Blas Cañas, hoy Universidad Católica Silva Henríquez.
Muchas de estas iniciativas siguen vigentes o mantienen su legado hoy en día, lo que es una muestra que el Cardenal, realmente logró generar soluciones con un impacto duradero y no pasajero.
Raúl Silva Henríquez tuvo los mismos desafíos que todo emprendedor enfrenta en su día a día: gestión de equipos, búsqueda de financiamiento para sus proyectos, manejo de conflictos, entre otros. Resulta imposible dejar de mencionar el rol de liderazgo que cumplió durante la dictadura cívica militar, tiempo en que destacó por su valentía en la defensa de los derechos humanos. En todo momento se mantuvo paciente, pero a la vez tenaz, sin perder su norte: impedir que se despojara de dignidad a las personas víctimas de violencia.
En un país en el que aún persisten las brechas sociales y económicas, el ejemplo del Cardenal Raúl Silva Henríquez nos recuerda que el emprendimiento social no se trata solo de crear empresas con propósito, sino de liderar con pasión, pero también con compasión, con innovación, pero además desde el compromiso hacia el bien común. En ese sentido, en su convicción de fe y de plasmar el carisma salesiano, materializó todas sus acciones desde la amorevolezza, cordialidad, amor profundo e incondicional, haciendo sentir amados a los demás. Este carisma estuvo presente de forma transversal en su propuesta de Iglesia y fue heredado en la acción de la comunidad eclesial.
Debo expresar que resulta una oportuna coincidencia que la Pascua del Cardenal del Pueblo se conmemore cada 9 de abril, mes del emprendimiento. El Cardenal Silva Henríquez, emprendedor de ‘tomo y lomo’, tuvo siempre claro su propósito, sabía que la transformación social que deseaba para Chile no bastaba con predicarla sino con encarnarla, y así lo hizo, materializó el “espíritu del emprendimiento social” desde la acción concreta y la justicia (social). Valoremos el legado de un gran emprendedor social, una persona con perseverancia y valentía, que dedicó su vida a construir puentes donde otros veían muros. Su visión asertiva reflejada en sus acciones nos interpela en nuestro quehacer profesional y son una invitación para que emprendedores y emprendedoras de Chile, reflexionen a partir de su propósito a través de la siguiente pregunta: ¿cuál es el legado que deseo dejar en la sociedad con mi emprendimiento?
Por María Elena Moreno
Académica Facultad de Ingeniería y Empresa, Universidad Católica Silva Henríquez.
Fuente: Pastoral Universitaria UCSH