En recuerdo del P. Mario Garfias
Padre Mario Garfias : Un testimonio de apoyo a los laicos en el servicio público
En la década del ochenta era necesario buscar puentes de reconciliación entre civiles y militares, y entre izquierda y derecha. La transición a la democracia era negociada o no era posible. Del enfrentamiento necesitábamos transitar a la reconciliación.
Hoy en Chile, ante la crisis de desconfianza y extrema polarización ese mensaje sigue vigente. Los laicos debemos enfrentar ese desafío.
Formamos durante décadas un grupo de laicos católicos -denominado Servidores Públicos - asesorados por el Padre Garfias y nos comprometimos en esta difícil misión .
Los laicos y laicas encontramos en su testimonio de escucha y su amplio pluralismo la persona que nos podía ayudar a discernir y destrabar los nudos que ahogaban a Chile sumido en un clima de desconfianza y polarización.
Los servidores públicos éramos una mezcla de funcionarios trabajando en los poderes de la nación, un mix de oración, fe, vida y análisis académico socio político, con experiencias pastorales y la iluminación de la teología que nos convirtió en un laboratorio y observatorio donde filtrábamos los desafíos del retorno a la democracia a la luz del evangelio.
Todo nuestro trabajo se irradió entre nuestros pares y se elaboró en comunión con la jerarquía y en forma anónima se fueron tejiendo redes y aprendiendo a dialogar entre laicos de diversas opciones y sensibilidades políticas, muy dispersos y polarizados y con una jerarquía que también tenía varios matices.
El padre Mario fue muy cercano a los obispos Alvear, Aristía y Hourton, ellos fueron sus redes de contactos y amigos, los que fueron ayudando a la institucionalización del apoyo de la Iglesia a la transición con la Vicaría de la Solidaridad. Después con su arduo trabajo en las parroquias, Vicarias de la Zonas, la Vicaría de la Pastoral Universitaria y el Área del Laicado. Su vocación de sacerdote al servicio de la Paz y Justicia fue evidente y realista.
Desde el interior de las FF.AA. en especial el Ejercito, se iniciaron los contactos entre civiles y militares católicos. El Gral. Jorge Court era el hombre puente acompañado del consejo y testimonio de fe y vida del Crl. Carlos Ossandón .El era amigo y compartía las tradiciones y doctrinas inspiradas por el Gral. Schneider y el Gral. Prats.
Fueron varios los uniformados, políticos, jueces, dirigentes sociales, académicos los que se unieron a esta red laical. Compartíamos la fe católica y el amor por la Patria.
En nuestra Iglesia terminaba su periodo Mons. Silva Henríquez 1983 y asumió Mons. Fresno: “El Pastor de la reconciliación” llegó con un cambio de carisma y estilo muy fuerte que nos afectó como laicos. Gracias al Padre Mario nos reconciliabamos.
Muchos funcionarios anónimos sirvieron de puentes de plata para preparar los primeros espacios de encuentro y dialogo entre chilenos, todos laicos y no creyentes, que estábamos muy divididos. Para ello realizábamos encuentros y las primeras Jornadas donde se sembraba la semilla de la reconciliación, la transición y a la larga una Mesa de Diálogo.
El camino hacia el Acuerdo Nacional se recorrió gracias al apoyo de la Iglesia, con muchos creyentes y hombres de buena voluntad, artesanos anónimos, con altos y bajos, pero siempre acompañados por el P.Mario, con fe y oración.
Vienen al recuerdo los encuentros visionarios como el Gral.Court, Francisco Cumplido y otros académicos como José Zalaquet, todos ya partieron. Nos reuníamos en fríos salones parroquiales con Hernán Larraín, Roberto Celedón, Luis Hevia, Miguel Luis Amunategui y muchos representantes de jueces, empleados públicos y académicos .
Con el apoyo de la Universidad de Notre Dame, la Fundación Konrad Adenauer y la Universidad de Chile publicábamos el libro sobre Derechos Humanos y Relaciones Internacionales,1979, incorporando la mirada mundial al debate local. Así difundíamos la labor de varios servidores públicos y académicos en el tema más relevante de la transición.
Siempre el Padre Mario estuvo allí para iluminarnos, re-unirnos y ayudándonos a abandonar nuestras trincheras privilegiando el Bien Común de la Patria.
Muchos de los servidores públicos participaron en la visita de Juan Pablo II a Chile el año 1987, llamando al país a vivir la misión de “pasar del enfrentamiento al entendimiento.” También algunos colaboraron en la elaboración de los Informes Retigg y Valech, documentos históricos que fueron sanando con la Verdad las heridas del país y ayudaron a un proceso de moderada reconciliación. El académico Miguel Luis Amunategui destacó en su opción como defensor de la causa de los derechos humanos, un gesto valiente porque no fue aplaudido por su sector.
Somos testigos de la fidelidad del Padre Mario a su misión que superó toda prueba el fanatismo o exclusión a quienes no pensaban como él. Un hombre de Dios, un sacerdote genuino, un amigo leal. Un auténtico representante de su Cofradía del Padre Carlos de Foucauld que lo despidió con su oración preferida , la del Abandono al Padre.
La celebración de la pascua del padre Mario fue una ceremonia con la Iglesia del Bosque repleta de sus amigos y fieles, varios obispos y numerosos sacerdotes. El Domingo 30 no lo vimos en la Procesión de la Virgen del Carmen pero Ella lo llamó antes, en su día.
Mons. Chomali al despedirlo del templo, recordó con cariño y gratitud los años que vivió junto a él y aprendió del Padre Mario su humildad, capacidad de escucha, austeridad y vida de oración permanente. Su mensaje sigue vigente para el laicado chileno: renovar nuestros compromiso por los valores patrios en el servicio público y en ese sector, encarnar los valores de Fe y Vida en nuestra Patria.
Walter Sánchez G.
Profesor
Servidores Públicos Área del Laicado.
Santiago, 1 de octubre 2024.