El sacerdote Julio Navarro Román a.a. falleció en la tarde de ayer miércoles 13 de marzo. A las 17:00 horas de este jueves 14, se oficiará una misa en su memoria, en la Basílica de Lourdes, en Santiago.
Desde niño el padre Julio conoció a los Agustinos de la Asunción. Hizo sus estudios primarios en la Escuela Apostólica de los asuncionistas, en la localidad de Mendoza, en Rengo. Siendo muy joven ingreso a la a la congregación, hizo la primera profesión de vida religiosa el 10 de marzo de 1959 y fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1966.
Se destacó por los estudios realizados en el extranjero: Licenciatura en Teología, en la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, en Roma. Licenciatura y Doctorado en Filosofía en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Como docente prestó sus servicios en el Seminario Pontificio Mayor de Santiago, en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Chile y en la Universidad Católica de Valparaíso, además en instancias formativas de propia congregación.
Servicio a la Iglesia
El padre Julio Navarro desarrolló una amplia labor pastoral y de servicio a la Iglesia, en sectores populares de las diócesis de Valparaíso, Santiago, Rancagua y Concepción, especialmente a través de las obras de su congregación. En Santiago, trabajó en las parroquias de Nuestras Señora de los Ángeles, en el Golf y en la Basílica de Lourdes, además en capillas de Pudahuel.
Una de las misiones más destacadas que cumplió fue la de Presidente de la Conferencia de Religiosos de Chile (CONFERRE), entre los años 1975 y 1981, trabajando arduamente, en conjunto con otros organismos de Iglesia como la Vicaría de la Solidaridad, en la defensa y promoción de los derechos humanos, desde una mirada y perspectiva evangélica. Lo anterior le valió un reconocimiento de la Iglesia Latinoamérica, siendo elegido en 1979 como vicepresidente de la CLAR (Conferencia Latinoamérica de Religiosos) , cargo en que permaneció por dos períodos consecutivos. Igualmente, fue Provincial de Chile y Argentina de su congregación, entre los años 1974-1983 y 1989-1995.
El padre Julio Navarro deja un gran legado no sólo a su congregación y a las comunidades en las cuales sirvió, sino a todos los hombres y mujeres de fe, por su amor a Jesucristo y a la Santísima Virgen, en la advocación de Lourdes; por su fidelidad a la Iglesia y por su férreo compromiso con la evangelización, especialmente en los sectores populares a través de obras tan significativa como la revista El Eco de Lourdes y la pastoral de religiosidad popular.
Fuente: Comunicaciones SECST