Mensaje de Cuaresma de Mons. Cristián Contreras V., obispo de Melipilla
Les comparto estas reflexiones con ocasión del inicio del tiempo de Cuaresma, aceptando la exhortación del Papa Francisco: A través del desierto Dios nos guía a la libertad.
Hemos vividos
días de muchos sufrimientos: los incendios en la Región de Valparaíso con más de un centenar de personas fallecidas, viviendas incendiadas, el fruto del esfuerzo de personas de trabajo reducidos a cenizas y la trágica muerte de quien fuera Presidente de Chile, don Sebastián Piñera. También la inseguridad de los ciudados honestos, crímenes de la delincuencia organizada, la plaga del narcotráfico, la trata de personas, la cesantía, la situación de los ancianos y la crisis de la salud. ¿Podemos tener esperanza?
La Cuaresma es una enorme bendición que nos prepara a vivir plenamente la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesucristo. Lo hacemos con toda la Iglesia, uniéndonos a la intención del Papa Francisco a realizar el itinerario del éxodo y a renovar la esperanza cristiana. En palabras del Profeta Joel se trata de una gran convocación:
“toquen la trompeta, convoquen la asamblea”. Y esta vez,
nadie puede faltar.
Ni siquiera los niños de pecho.
Un tiempo de misericordia
¿Cuál es la razón de esta asamblea que anuncia el Profeta Joel? La razón es que comenzamos un tiempo de
“gracia del Señor” que llamamos de diversas maneras:
- Tiempo de Cuaresma, señalando los cuarenta días de este tiempo.
- Tiempo oportuno. Dice San Pablo: “les suplicamos en nombre de Cristo: Déjense
reconciliar con Dios” (2 Corintios. 5, 20).
- Tiempo de conversión: Dios se vuelve nuevamente a nosotros y nosotros, pecadores,
nos convertimos al llamado de nuestro Dios (Profeta Joel). El Papa nos recuerda que en el Éxodo y la Ley señalada a Moisés, “es Dios quien ve, quien se conmueve y quien libera, no es Israel quien lo pide”.
- Tiempo de una nueva oportunidad, de un nuevo comienzo que culmina con la renovación bautismal.
- Tiempo de Misericordia.
Digámoslo con el estribillo del bellísimo canto:
“este es el día del Señor, este es tiempo de la misericordia”. ¿Cuántas veces en las lecturas y los salmos de Cuaresma, se pronuncian las palabras
“misericordia y compasión”? No se trata de sólo palabras: estos son anuncios gozosos de nuestro Padre Dios. Son también experiencias de los santos profetas, de los salmistas y de los apóstoles que han escrito esas páginas inspiradas. Son el reflejo de nuestro propio corazón ya que, en la recitación orante de los Salmos, las hemos hecho nuestras. Algo semejante podríamos hacer con las palabras “perdón”, “conversión”, “volverse a Dios”. Todas estas expresiones nos dan el tono completo de la melodía cuaresmal.
A la invitación De Dios, ¿cuáles son nuestras respuestas?
Al iniciar este tiempo de Cuaresma, recuerdo la Carta del Papa Francisco, para introducirnos en el Año Santo de la Misericordia, el 8 de diciembre de 2015. El Papa nos expresó sus deseos más profundos invitándonos a contemplar
“El Rostro de la Misericordia”. La misericordia tiene un rostro bendito: es el
Rostro de Jesús. Sus palabras, sus gestos, sus silencios, sus miradas, sus manos, su corazón, su oración nos revelan la Misericordia de Dios. Por eso,
quien ve a Jesús,
ve a nuestro Padre Dios.
Este es, entonces, un tiempo para vivirlo “con los ojos fijos en Jesús que inicia y consuma nuestra fe”. Recuerdo lo compartido en años precedentes: fijos en su rostro bendito y resplandeciente que contemplaremos el Segundo Domingo de Cuaresma, de la Transfiguración del Señor. Tal vez algunos de Ustedes se acordarán de la visita del
Papa San Juan Pablo II a Chile, cuando en el Estadio Nacional, con un gesto imperativo y un tono inolvidable nos dijo:
“¡miradlo a Él”, mientras dirigía nuestra vista al Rostro de Cristo que coronaba el Estadio.
El Papa Francisco agregó
“escuchadlo a Él”, sobre todo en este tiempo en que las lecturas de los profetas nos hablan con tanta claridad de la Misericordia de Dios. Así también las palabras del Profeta Isaías nos exhortan a vivir con entusiasmo la oración, el ayuno y la caridad, propias de este tiempo, desterrando la violencia, el gesto amenazador, y traduciendo estas virtudes en actos de solidaridad y de justicia con los más pobres y desamparados. Lo dice el profeta Isaías: “Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si partes tu pan con el hambriento y sacias al afligido de corazón, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía” (cfr. Isaías 58, 1-12).
Dicho de otra manera, es una invitación a vivir intensamente las
Obras de Misericordia, las corporales y las espirituales, no sólo individualmente sino también en comunidad.
Las obras de
misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos.
Y las obras de
misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.
Gracias a Dios y especialmente a tantas mujeres, adultos ancianos y religiosas de nuestras comunidades, los enfermos y los más pobres son asistidos. Gracias a nuestra CARITAS MELIPILLA, que asiste a migrantes, a los hogares de ancianos y jardines infantiles. Los invito a
compartir todas las iniciativas fraternas de nuestras parroquias, animadas por las comunidades y las mujeres consagradas.
Orar por la Paz y por Chile
El Papa Francisco ha invitado a seguir orando por la paz. Existe hoy una guerra mundial encubierta. Con el Papa invoquemos a la Virgen María, Reina de la paz, para que "preserve al mundo de la locura de la guerra". Les pido que esta petición del Papa la
prolonguemos durante la Cuaresma: rezando personal o comunitariamente a la Virgen de la esperanza y que esa oración se traduzca en obras de caridad.
Con los deseos de todo bien en el Señor y la Virgen Santa pido que tengamos una bendecida Cuaresma.
+ Cristián Contreras Villarroel
Obispo de Melipilla
Fuente: CECh