El Pastor de la Diócesis de Osorno, acompañado por los presbíteros y religiosos de las distintas comunidades parroquiales, bendijo el Santo Crisma y los Santos Óleos, en tanto los sacerdotes renovaron sus promesas con gran solemnidad.
En su homilía, monseñor Jorge destacó que con esta Liturgia y los diferentes signos “contemplamos la acción de Dios en favor de su pueblo, la cercanía de Dios hacia su pueblo que desde siempre, de una u otra manera, lo ha querido reflejar. Acción de Dios que llega de muchas formas; libremente, como solo Él quiere y que también llega a nosotros de manera sacramental, Él llega a quien quiere, como quiere, cuando quiere, pero el Señor se acerca al ser humano en todos los tiempos”.
“Es su gracia la que llega a nosotros por los Sacramentos que recibimos a lo largo de nuestra vida. Es que a Dios le importa, y mucho, nuestra suerte, nos creó dándonos de su vida y de su amor, y tantos dones espirituales, materiales e inmateriales. En la historia de la Salvación Él se ha mostrado apasionado por el ser humano, tiene hambre y sed del amor del ser humano, de cada uno de nosotros”, agregó.
Explicó que cuando Jesús se encontró “con la mujer samaritana, en el pozo de Sicar, se había acercado a ese lugar para beber agua porque tenía sed, pero el texto de Juan (4, 1-42), no dice que haya tomado agua porque parece que no era lo que más le importaba, en cambio todo dice que lo importante es el encuentro y el diálogo, sus palabras, el Evangelio, y todo lo que sucede después. A ella le cambió la vida ese encuentro con Jesús, y por ella muchos creyeron en Él y lo siguieron”.
Aseguró que el Señor “tiene hambre y sed del amor del ser humano porque el amor es irrenunciable, el amor reclama amar, es permanecer en lo que simplemente es, Dios ama y quiere que vivamos en el amor, lo expresa el mandamiento principal. La suerte, la vocación del ser humano es la comunión en el amor, es el sentido en el arco de esta vida y más allá de ella. Dios es amor y nos busca porque fuimos pensados y creados por esa fuente que es Él mismo: el Dios amor”.
Aseveró también que “el amor de Dios es irrenunciable. Él viene a este mundo por amor, Él renuncia a su categoría de Dios por amor, Él pasa haciendo el bien por amor, Él sirve por amor, sirve especialmente a los pobres, a los enfermos y a los marginados por amor, Él perdona infinitamente por amor, Él da su vida por amor, Él muere en la Cruz por amor, Él no nos deja solos por amor, nos promete su compañía especial por amor, nos da su Espíritu por amor, Él siempre es fiel por amor, y nosotros ¿cómo vivimos en el arco de nuestra vida? ¿cómo es nuestro perdón? ¿cómo es nuestro servicio? ¿cómo es nuestra fidelidad? ¿cómo vivimos en definitiva el amor?”.
Enfatizó también: “En función del amor de Dios a su pueblo, Dios llama a colaboradores y dispensadores, Dios elige y llama a quien quiere para que lo sigan y le sirvan. Se llamaron discípulos y apóstoles, siguen siendo discípulos, y algunos de los nombres fueron cambiando: obispo, presbíteros o sacerdotes, y también los diáconos, pero el fin es el mismo. Somos todos ordenados para el pueblo de Dios. Así fue profetizado por Isaías respecto del Mesías, pero también alcanza a quienes Él hace partícipe de su misión, ´el Señor me ha ungido, Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a sanar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos, a ustedes los llamará sacerdotes del Señor y les darán el nombre de ministro de nuestro Dios´, profecía que el mismo Jesús dice que se cumple en Él”.
“Lo que hace posible la generosidad en la entrega, la superación de muchas de las dificultades, la comprensión de lo que sucede, es el perseverar en el amor, y de nuevo a ejemplo suyo, ´nadie tiene amor más grande que quien da la vida por los amigos´, nos dice. Él es nuestro amigo y ejemplo”, añadió el obispo Jorge Concha e instó a los sacerdotes a que unidos al pueblo de Dios, a su obispo, y al mismo Señor, renueven el amor valiente y generoso con “el que un día los invitó a este gran ministerio. También renueven el deseo de ser fieles al amor de Dios por todos y cada uno, y el compromiso por la unidad, la comunión y servicio en su Iglesia”.
También se dirigió a la asamblea, llamó a los fieles a celebrar, a darle gracias a Dios “por todo lo que hace por nosotros, su pueblo. Que, en este pueblo unido, en el pueblo de Dios en Osorno el Señor encuentre discípulos y misioneros para seguir anunciando su nombre y la Buena Noticia de su Reino en la Misión Diocesana, que todos seamos la tierra buena en la que la semilla de su Palabra de muchos y buenos frutos de fe y amor, de justicia y de paz, de fraternidad y solidaridad para Gloria de Dios y bien de todos”.
Fuente: Comunicaciones Osorno