Pastoral del Trabajador del Arzobispado de La Serena y la misión hacia Aparecida
A continuación se transcribe el mensaje de la pastoral del trabajador para este 1 de mayo.
La Misión de la Pastoral de los trabajadores, ha estado, está y estará siempre señalada por el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo y la enseñanza social de la Iglesia; sobre el cimiento de Cristo, y con los propios trabajadores, debemos construir el quehacer de nuestra Pastoral, en los actuales tiempos que se viven en el campo laboral. Somos “Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida” (lema escogido por Benedicto XVI para la Conferencia General del Episcopado de América Latina, que se celebrará en mayo próximo en APARECIDA, Brasil).
1. Salario y Justicia
“El problema clave de la ética social es el de la justa remuneración, por el trabajo realizado. No existe en el contexto actual otro modo mejor para cumplir la justicia en las relaciones trabajador – empresario que el constituido precisamente por la remuneración del trabajo” (Papa Juan Pablo II, Laborem Exercens, 14 de septiembre de 1981, hace 26 años).
El documento de preparación a APARECIDA, Nº 290, página 138, nos dice: “Es innegable que en nuestros países hay una distribución del ingreso muy injusta y desigual, asignatura pendiente que ningún gobierno ni política económica resuelve. Queremos denunciar una confianza ingenua en las fuerzas –siempre desiguales– del mercado, que algunos consideran una máquina del todo autónoma e infalible, la cual derramaría por sí sola los frutos del crecimiento macroeconómico de manera justa sobre todos. Sostenemos la justa intervención del poder político y de la responsabilidad privada para proteger a los más débiles y garantizar el nivel del salario. Porque el salario justo es, sin duda, un factor que contribuye a asegurar las condiciones auténticas de desarrollo y de una vida digna (cf. Compendio de DSI 302-303).
Los indicadores macroeconómicos muestran que nuestro país tiene una economía sólida; pero hay, también, otros indicadores que nos reflejan la realidad que están viviendo muchísimos chilenos, entre ellos los que no tienen trabajo y los que no tienen una adecuada remuneración.
“Chile se ubica dentro de los doce países con peor distribución del ingreso del mundo……. El 50% de los chilenos son parte de una clase media empobrecida y el restante 20% son los tres millones de pobres de la nación. Cerca de diez millones y medio de compatriotas que no están invitados a probar una tajada de la colosal torta de la opulenta fiesta de cumpleaños de los poderosos que nunca acaba” (Revista Mensaje Enero – Febrero 2007).
Cuando nuestros Santos Padres León XIII y Juan Pablo II nos hablaban de un salario justo y nos entregaron sus razones, no podemos dejar de pensar en aquellos trabajadores y trabajadoras que perciben el sueldo mínimo y en los adultos mayores que reciben alrededor de $40.000.- mensuales. ¿Es eso ético y moral?
2. El trabajo, tema valórico y de solidaridad.
Con razón los trabajadores se ofenden ante quienes consideran su tarea como algo sin valor, desprecian su esfuerzo, no obstante que se aprovechan de sus resultados. El documento previo a APARECIDA nos dice: “Tarea importante de la Iglesia es, además de denunciar las condiciones laborales locales, comunicar el valor positivo que tiene el trabajo como experiencia de transformación del mundo, del propio hombre que lo realiza, y como espacio de santificación……Dignificó el trabajo y al trabajador el hecho de que Jesús trabajara en el taller de carpintero de su padre José” (nº 288 e.)
Hoy tenemos muchas razones para conmemorar este 1º de mayo, recordando a hombres y mujeres que dieron sus vidas luchando contra las injusticias, pero decimos con tristeza que nos duele ver los rostros de aquellos que sienten que el crecimiento económico y la modernización no les llega y, por el contrario, se sienten víctimas de la exclusión social y más aún sienten que son atropellados en su dignidad como persona humana para vivir decentemente.
El Gobierno, los empresarios y la sociedad entera deben comprender la gran riqueza del país, que está en sus trabajadores, públicos y privados y, que por lo tanto, debe entregárseles un trato que les permita tener mejor calidad de vida, con viviendas dignas, con buena atención en salud y buena educación para sus hijos.
“El trabajador es un luchador que exige respeto para su persona, pues tiene conciencia de lo que significa ser hombre e hijo de Dios; batalla por conseguir, en unión con los otros trabajadores, las condiciones de una vida respetable, pues sabe que se le deben en justicia como recompensa de un esfuerzo que él realiza con honradez, devoción, alegría y espíritu de servicio social”, nos decía el Padre Hurtado, hoy Santo de la Iglesia Católica.
El Padre Hurtado agregaba “si el trabajador quiere tener participación, no tiene más que un camino; unirse a sus compañeros de trabajo en torno a un Sindicato”. Pero para que esto sea efectivo debe existir solidaridad entre los trabajadores, buenos dirigentes con espíritu de servicio, entrega y sacrificio solo pensando en el bien de sus mandatarios, y no por intereses propios, única forma de tener la confianza de ellos y no pensar que “el enemigo del trabajador es el trabajador”.
3. Trabajadores y empresarios.
Sobre el tema de la solidaridad Juan Pablo II nos dijo: “La Iglesia está vivamente comprometida en esta causa, porque la considera como su misión, su servicio, como verificación de su fidelidad a Jesucristo para poder ser verdaderamente la Iglesia de los pobres, y los pobres se encuentran en diversas formas; aparecen en muchos casos como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano; bien sea porque se desprecia el trabajo, es decir, por la plaga del desempleo, bien porque se desprecian los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, el derecho a la salud, y a la seguridad de la persona del trabajador y su familia” (Laborem Exercens Nº8).
El documento previo a APARECIDA nos dice, dirigiéndose a los empresarios: “La difusión de la Doctrina Social de la Iglesia, sobre todo cuando la impulsan empresarios católicos, es ciertamente un medio muy adecuado para promover una dinámica empresarial que favorezca la creación de más puestos de trabajo digno y con seguro social” (nº 289)
Finalmente, debemos decir que los trabajadores atraviesan por una profunda crisis que abarca todas las acciones de su diario quehacer. El breve resumen de reflexión presentado nos muestra la realidad que aqueja a los trabajadores y sus organizaciones. Desde esta realidad es que nuestra Institución de Iglesia debe encabezar una acción que sea un apoyo concreto, y unificador en la problemática de los trabajadores.
Para eso estamos trabajando para acompañarlos y apoyarlos en sus luchas y esperanzas.
Diácono Hugo Hernán Aguilera
Pastoral del Trabajador, Arzobispado de La Serena
Fuente: Comunicaciones La Serena
La Serena, 02 de Mayo, 2007