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Tras dos años de restricciones por la pandemia, cientos de familias llegaron hasta el Santuario de La Candelaria para las distintas celebraciones, y la mañana de este domingo 5 de febrero, para la celebración de la Misa Solemne.

En su homilía, el obispo, monseñor Ricardo Morales, destacó la humildad de la Virgen María y San José, quienes llegaron al templo con el recién nacido Jesús, para cumplir la Ley. “Así también nosotros,- dijo- nos acercamos a este Santuario a obtener la bendición del Señor desde nuestra sencillez y pobreza, seres humanos confiados en la gracia de Dios”.

El obispo destacó que María presenta lo más preciado, que es su hijo, con total desprendimiento y entrega. “A veces a los papás les cuesta entender la vocación de sus hijos y no entienden sus opciones, pero hay que tener esa libertad de abandonarse en las manos de Dios”.

Agregó que la Virgen “nos regala la luz que es Cristo. Tenemos que tomar esa luz y ser testimonio de Cristo en medio del mundo, viviendo como el Señor nos pide, la fraternidad, la solidaridad, la justicia, la paz; que seamos verdaderamente luz en nuestros ambientes”.

Tampoco dejó fuera el hecho que el Señor se revela a Simeón y a Ana, dos ancianos. “Es importante escuchar a los adultos mayores, a veces son postergados en la casa, no los escuchamos. Miren la sabiduría de Dios, que se revela a los ancianos, porque el hombre y la mujer mayores tienen más sabiduría que quien comienza en la vida. Recibir esa sabiduría es un don para la familia”.

En el momento del ofertorio, integrantes de los bailes presentaron al altar el pan y el vino junto con implementos de sus bailes, como la flauta, el tambor, el culero y un traje.

Por la tarde tuvo lugar la procesión de los bailes religiosos, que recorrieron las calles con las dos figuras de La Candelaria: la histórica y luego la imagen grande. Miles de personas acompañaron esta procesión, que finalizó con una misa al volver al Santuario.

Fuente: Comunicaciones Copiapó

 Misa Solemne y procesión de bailes