“Cristo ha resucitado” expresó con fuerza Mons. Ricardo Ezzati, arzobispo de Concepción, al iniciar su meditación el Domingo de Gloria, en una catedral repleta de fieles, para celebrar, la Pascua y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Agregó: “Esta es la buena noticia que hoy resuena en todos los templos del mundo. Este es el centro de nuestra fe; la razón de nuestra vida. Si Jesucristo no hubiera resucitado nuestra fe no tendría sentido”.
Mons. sostuvo que nuestra fe, en la Resurrección del Señor, muchas veces está llamada a recorrer un camino que no es fácil. “Hoy, día de Pascua, quiero invitarlos a recorrer el camino de Pedro y de Juan, el camino de los discípulos de Emaús y también el camino de Tomás. Porque solamente si aceptamos recorrer el camino de los primeros testigos de la resurrección del Señor, podemos afianzar en nosotros esta misma certeza: Jesús, por nuestra vida y por nuestra redención, aceptó y murió en la cruz”.
Manifestó que hay una gran diferencia entre aquellos que creen y aquellos que no creen en Jesucristo. Explicó que quienes no creen, pretenden encontrar en la propia experiencia humana la justificación de la vida y la justificación del propio camino y también la posibilidad de construirse así mismo, solos, alcanzando la felicidad a la que aspiran. Pero, agregó: “Quienes creemos, sabemos y experimentamos que la salvación, viene del Señor. Es un ofrecimiento gratuito, en la mano tendida que Dios nos dirige para que nos levantemos de nuestra miseria, de nuestro sepulcro, de nuestros pecados, de nuestras injusticias, para acceder a la vida nueva que él nos regala. Nos sentimos regalados, amados, cuidados por Dios”.
Planteó que a veces, se pierde la esperanza frente al dolor y la muerte y se opta por un camino alejado del Señor. Indicó también que la falta de fe conduce a la duda y a la increencia. Expresó que frente en esas circunstancias no hay que tener miedo para acercarse a Jesús. “No tenemos que desesperarnos, cuando la fe vacila, porque la gracia del resucitado siempre nos acompaña”.
Puso énfasis respecto a que nuestra vida cristiana está llamada ser una vida de testigo en mundo de hoy. “Pienso en las realidades de nuestra arquidiócesis; pienso en tantas personas que no creen, que están marginadas de la fe; pienso en aquellos que en las universidades, en los centros de estudios y de investigación, encontrándose con los adelantos de la ciencia, creen que lo han encontrado todo; pienso en las personas que sufren y que se agitan en medio de las tinieblas, de la falta de pan , de la falta de vivienda, de justicia; pienso en tantos hermanos y hermanas que buscan con ansia el sentido de la propia vida y lo buscan lejos de Dios”, recalcó.
Pidió fortalecer la dimensión apostólica y misionera de los cristianos, para que cada uno, en su ambiente de vida y de trabajo pueda, con la gracia de Dios, ser testigo de la buena nueva que se abre a la esperanza, al gozo, a la solidaridad y a la fraternidad.
Al final de la celebración, Mons. Ezzati impartió la bendición pontifical. Y, al retirarse del altar, los fieles le brindaron un fuerte aplauso.
Fuente: Comunicaciones Concepción