“Cristo nace esta Navidad y con él nacen la vida y la esperanza”, expresó Natalia Narváez, una de las coordinadoras de la campaña “Navidad en la Calle”, organizada por la Vicaría para la Educación. Para ella y los voluntarios que participaron en la versión 2021 de esta actividad solidaria, realizada durante la tarde y la noche del 24 de diciembre pasado, la esperanza también reside en poder retomar, a partir de este año, la actividad en terreno que debió vivir una pausa debido a la pandemia.
“Ha sido un proceso difícil si consideramos que el año pasado no hubo presencialidad, porque las condiciones sanitarias en el país no lo permitían. Este año pudimos retomar el voluntariado presencial, aunque en forma más acotada y con todas las precauciones necesarias”, añadió, mientras ella y otros 30 voluntarios se apresuran para poner a punto la repartición de 200 cenas de Navidad en el recinto de la histórica parroquia Santa Sofía, ubicada en el populoso sector de calles Lord Cochrane y Pedro Lagos.
Para Natalia, quien durante el año participa en el voluntariado de la Zona Oriente de Santiago, este regreso a la acción directa en terreno tiene un significado especial. “En la Navidad del año pasado pasó algo dentro de mí. Me sentía incómoda dentro de mi comodidad y me dije que tenía que hacer algo para poder sentirme bien no solo conmigo, sino con el mundo y con la gente que no tiene las posibilidades que tengo yo”, relata.
Al mismo tiempo, invita a otros jóvenes a integrarse a estas iniciativas. “Es una experiencia muy linda que te hace cambiar el sentido no solamente de la Navidad, sino de las perspectivas de vida. Cristo siempre está con los más necesitados y, como nos dice el Papa Francisco, hay que estar con los más pobres, no olvidarlos nunca y velar porque se respete su dignidad”, enfatiza.
La jornada consistió en tres acciones: un “delivery” para llevar a domicilio alimentos destinados a adultos mayores y personas con discapacidad; la convocatoria para retirar cenas en el mismo recinto parroquial, siempre respetando los aforos necesarios para prevenir la covid-19, y una colorida caravana durante la noche para repartir dulces a niños del sector.
Jóvenes y adultos, tanto integrantes de la campaña como voluntarios de la misma parroquia, participaron en la actividad, con medidas que incluyeron contar con mascarillas de repuesto, suministro de alcohol gel y medidores de temperatura.
“De repente tenemos mucha hambre”
Entre quienes llegaron temprano para estar en primera fila en espera de la cena se contaron tres amigos que pernoctan en el sector de plaza Tierra Santa, en calle Chiloé. “Ahí nos quedamos y pasamos las noches”, confirmó pausadamente Carlos Ahumada, de 67 años. Contó que en su juventud vivía en Iquique y era maestro pintor, pero quedó en difícil situación después de un accidente de trabajo. “Esta comida que recibimos ahora es una bendición de Dios y le agradezco mucho a la Iglesia”, expresó.
“De repente tenemos mucha hambre”, reconoce a su lado Manuel Jesús Hernández, otra persona en situación de calle que permanece en la misma plaza desde hace 14 años según relató. Junto a ellos, Juana Sandoval, de 54 años, muestra hematomas en su rostro y una antigua lesión en la rodilla, producto de una caída. “Imagínese cómo es esto, vivir así, y también soy alcohólica. Gracias a Dios que estoy con vida”, reconoció.
“Estamos muy agradecidos del Señor por esta cena”, añadió Juana, mientras disfrutaban los sencillos pero sabrosos platos y compartían sus alimentos con dos perritos, sus mascotas callejeras, que les brindan algo de seguridad durante sus noches a la intemperie.
“Un maravilloso regalo de Cristo”
Durante la tarde del 24 de diciembre, varios equipos de voluntarios repartieron cenas en domicilios del sector cercano a la parroquia, principalmente a adultos mayores que están solos o tienen problemas de salud. Es el caso de Juan Miranda, “Juanito”, quien sufre ceguera y se había acostado muy temprano, sin pensar en Navidades. “¿Qué podría hacer yo solo aquí, en la oscuridad?”, se preguntó.
Por eso mostró su alegría al recibir a las voluntarias. “Estoy muy agradecido y que Dios las bendiga", expresó al recibir la cena, que este año consistió en carne al jugo con arroz, ensalada, postre y bebida, También pidió que le llevaran otra “a mi amigo Luchito, que vive aquí cerca y también está solo”. Solidarizó así, a su manera y a través del recuerdo, con otras personas que viven situaciones tan difíciles como la propia.
Otra etapa de este “delivery” fraterno se efectuó en departamentos de la Comunidad Andalucía, situada en la zona de Lord Cochrane, un conjunto de más de 170 viviendas sociales diseñado a principios de la década de 1990 por el arquitecto Fernando Castillo Velasco. Allí reside desde hace 27 años Auristela Zamorano, quien hoy, a sus 70, se encuentra sola. “Vivía con mi hija y mis nietos, pero después se casaron y al final se fueron todos”, recuerda. “Mucha gente necesita que la visiten, quizá no tanto por la comida, sino que se preocupen de uno. Eso es importante”, agradeció.
Para las voluntarias y voluntarios, esta labor puerta a puerta ha estado entre los momentos más gratificantes de Navidad en la Calle. “Esta cena de calle es muy hermosa y una vivencia muy especial en Navidad, mejor que cualquier regalo material. En realidad, es un regalo maravilloso que nos hace Cristo al poder compartir con personas que sufren”, describió Alejandra Pinilla, quien forma parte de la Pastoral de Catequesis de Santa Sofía.
Coincidió Martín Vásquez, de 19 años, al tiempo que se unía a sus compañeros y compañeras voluntarias en el trabajo alrededor de la larga mesa sobre la cual se acumulaban las cenas solidarias. “Es la primera vez que participo y es muy bonito el sentimiento de dar, acompañar y servir en esta fecha, porque existen muchas personas desamparadas que no logran tener una buena cena y una buena Víspera, porque están solos”, reflexionó.
Para Martín, hechos terribles como los que se han conocido justamente en estos días, con dos casos de personas en situación de calle calcinadas en cámaras subterráneas en Santiago, vuelven más urgente la tarea de buscar maneras de ir en ayuda de personas “que no tienen ninguna red de apoyo ni nadie que se preocupe de ellos”.
“Me motiva salir de mi zona de confort para vivir experiencias nuevas y, lo más importante, ayudando, tal como nos dice el Papa Francisco: apoyar a los más pobres porque Cristo está en la humildad”, enfatizó.
“Ha sido muy duro llegar a Chile”
Como en muchas áreas de Santiago, la presencia migrante es muy evidente en este sector capitalino. Entre quienes se acercaron a la parroquia Santa Sofía para participar en la cena estaban Génesis Tona y Mayerlin Luque. Ambas llegaron al país tras seguir la difícil ruta terrestre a través del norte, que muchos de sus compatriotas se han visto obligados a utilizar. “Llevamos cuatro meses en Chile. Llegamos por trocha, caminando. Fue bastante fuerte”, reconoció Génesis.
Mientras reconstruyen su vida en este país con ayuda de sus familiares, las dos admiten que nada ha sido fácil. “Después de ese largo viaje ha sido duro, ha sido triste y extrañamos mucho”, señaló Mayerlin. “Para mí ha sido la primera Navidad fuera de mi país y sin mucha de la gente que quiero. Ha sido triste y conmovedor”, admitió Génesis.
Sin embargo, las esperanzas están altas. “Esta cena ha sido una buena ayuda, excelente, y estamos muy agradecidos con todo lo que están haciendo”, reconoció. “Y aquí en Chile vamos poco a poco, con pasos lentos pero seguros, porque el que quiere salir adelante, sale adelante”, confió a su turno Mayerlin.
En otro lugar del recinto parroquial, Clara León, proveniente de Cochabamba (Bolivia), consolaba a la pequeña Mayte, su hija de apenas un año. “Tengo a mi familia allá y los echo de menos”, declaró la joven madre, quien se sorprendió con la Navidad en la Calle que ha podido presenciar en Chile. “Es muy linda esta actividad y ha sido muy buena para nosotros”, describió.
“La gente no ha perdido la fe”
La jornada solidaria coincidió con la realización de la misa de Navidad, celebrada por el padre Fabián Toledo, barnabita y vicario de la parroquia Santa Sofía, que fue seguida en una iglesia prácticamente repleta de fieles, principalmente vecinos del sector.
“Nuestra parroquia ha querido mostrar siempre este espíritu de servicio”, expresó el sacerdote a continuación de la ceremonia y poco antes de bendecir los alimentos distribuidos en el marco de Navidad en la Calle, que definió como “una labor excelente, maravillosa”.
En esta parroquia capitalina, la solidaridad también se ha extendido durante todo el año en favor de los más afectados por la situación generada por la pandemia y la creciente inflación en los precios de los alimentos, con acciones como como la repartición constante de almuerzos a quienes los necesitan. “Llegamos a dar en algún momento hasta 300 almuerzos diarios y actualmente se conservan entre 100 y 120”, explicó.
En otro plano, sobre la gran convocatoria que tuvo este año la Misa de Navidad, el padre Fabián lo consideró una muestra “de que la gente no ha perdido la fe. Más que eso, las personas necesitan vivir su fe y la Navidad justamente quiere representar eso, un Dios que está más presente, que se encarna y es más humano. Creo que si algo hemos aprendido durante este tiempo de tanta enfermedad y dolor es que nos hemos puesto más humanos. La gente necesita más de Dios, no solo en los momentos difíciles sino también en los momentos de agradecimiento”, expresó.
El vicario parroquial también reconoció un fenómeno que se vive en muchas comunidades de Santiago, relacionado con la intensa presencia de residentes extranjeros. “La verdad es que nuestra parroquia se sostiene con los hermanos migrantes, de Venezuela, Colombia o Perú. Gran parte del voluntariado que tenemos son hermanos migrantes que claramente dan vitalidad a la parroquia, con nuevas experiencias, con otras formas de hacer pastoral y movimientos nuevos que son muy interesantes. Valorar y rescatar esas virtudes que ellos nos aportan es espectacular”, reconoció.
Historia de solidaridad
En total, este 2021 se realizaron actividades relacionadas con Navidad en la Calle en al menos cinco parroquias, hospederías y un hogar de niños. En total, los organizadores calculan que participaron alrededor de 70 voluntarios, debido a las restricciones que impone la prevención de la Covid-19 en cuanto a aforos.
Para la actividad de este año, por primera vez se gestionaron donaciones por medio de colegios. Participaron en torno a 14 instituciones educativas que contribuyeron con los alimentos y materiales necesarios. También hubo apoyo de empresas de bebidas, alimentos y dulces.
La campaña, en el total de sus cerca de 37 años de vida, ha llevado alimentos y alegría a alrededor de 35 mil personas.
En un contexto como el actual, en el que cifras oficiales muestran más de 2 millones de pobres en Chile, con sobre 800 mil en extrema pobreza y al menos 15 mil personas en situación de calle, llevar el mensaje del Evangelio y la solidaridad requiere iniciativas como Navidad en la Calle, que conllevan “la felicidad del reencuentro con el Señor que nace en medio de nuestra ciudad, especialmente en medio de los más pobres y vulnerables”, afirmó el Vicario para la Educación, padre Andrés Moro.
“Es también la posibilidad de reencontrarnos con Él a través del servicio, siendo donante de Navidad en la Calle, participando en ella o creando nuestro propio espacio”, aseveró, en declaraciones al medio Aciprensa.
Fuente: Comunicaciones Santiago