El agua es vital para el desarrollo humano integral y para toda vida en el planeta. En reconocimiento de este hecho, desde 1992, por una resolución de Naciones Unidas, el 22 de marzo de cada año se celebra el Día Mundial del Agua. Su principal objetivo es crear conciencia respecto de la importancia de cuidar este bien esencial para la vida de los seres humanos y las especies en la Tierra, todas ellas interconectadas. Así mismo, es ocasión para recordar la dramática situación de millones de personas en el mundo que no tienen acceso al suministro de agua potable, hecho que se torna más grave aún en el contexto de la actual pandemia por contagio de COVID-19.
El acceso universal al agua y saneamiento es uno de los 17 Objetivos Globales de la Agenda para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, junto a objetivos fundamentales en el ámbito de la salud, la educación, la alimentación, el empleo y la equidad de género, entre otros, que son abordados desde un enfoque integral, crucial para avanzar en condiciones de vida más dignas y plenas para la humanidad. Efectivamente, el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) Nº 6 de la agenda plantea que se requiere garantizar el acceso universal al agua potable segura y asequible para todos y todas en 2030, lo que supone la necesidad de realizar inversiones adecuadas en infraestructura, proporcionar instalaciones sanitarias y fomentar prácticas de higiene en todos los niveles.
Adicionalmente, el Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2020, destaca la estrecha relación entre el clima y los recursos hídricos: “los cambios de temperatura, precipitación y deshielo pueden causar cambios en la distribución estacional y espacial del agua, causando inundaciones y sequías”. Esta situación acrecienta los nuevos modelos de vulnerabilidad, donde la falta de agua y saneamiento afectan en gran medida a las poblaciones que tienen posibilidades limitadas de adaptación.
En su encíclica Laudato Sí, el papa Francisco propone una mirada ética y de profunda humanidad respecto al tema del agua, desde la perspectiva de la Ecología Integral: "Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable. Esa deuda se salda en parte con más aportes económicos para proveer de agua limpia y saneamiento a los pueblos más pobres. Pero se advierte un derroche de agua no sólo en países desarrollados, sino también en aquellos menos desarrollados que poseen grandes reservas. Esto muestra que el problema del agua es en parte una cuestión educativa y cultural, porque no hay conciencia de la gravedad de estas conductas en un contexto de gran inequidad"(LS, 30).
Reconocer y promover el valor del agua
Desde esta urgencia ética vital, es importante reconocer que el agua conecta y es puente de paz, es un elemento que lleva a la colaboración y al diálogo, y que nos invita a enfrentar su escasez y a mejorar su gestión para contribuir a la cohesión social y solidaridad, considerando especialmente la experiencia y voz de las comunidades. De esta manera se contribuirá a fortalecer la protección de cuencas y la restauración de ambientes deteriorados por la falta de agua desde la vida en los territorios, revirtiendo el daño que en ocasiones es acrecentado por la acción de la empresa privada, que hace un uso desproporcionado a la realidad que enfrentamos con el cambio climático.
Frente a la emergencia sanitaria por COVID-19 y al riesgo de futuras pandemias, la supervivencia y la salud de los seres humanos se relacionan estrechamente con el acceso al agua, al igual que la producción de alimentos, energía y muchos bienes de consumo. Por tal motivo, es deber del Estado reconocer el valor del agua para la construcción de una sociedad que se desarrolle de manera sustentable, relevando la importancia de los bienes naturales para preservar la existencia como un deber primordial e indispensable que tienen todos los Estados de garantizar el derecho al agua potable y al saneamiento, prestando siempre atención a la sostenibilidad ambiental.
En el Día Mundial del Agua, y en el marco del proceso constituyente que estamos experimentando, Caritas Chile hace un llamado a reconocer, actuando en consecuencia, “el acceso al agua potable y segura (como) un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos”. Y a avanzar desde la acción del Estado en todos sus niveles, desde la sociedad civil, las empresas, comunidades y personas a la generación de condiciones que garanticen el acceso al agua a toda persona, incluyendo especialmente a las más pobres y vulnerables, frente a la crisis social, climática y ecológica que enfrentamos.
Fuente: Pastoral Social Caritas