El 25 de octubre de 2020, Chile decidió por amplia mayoría democrática, iniciar un camino para crear una nueva Constitución, la que será redactada por una Convención Constituyente, integrada por 155 miembros que serán elegidos por votación popular este próximo 11 de abril de 2021. Posibilitando la participación de independientes y garantizando la paridad de género entre las y los convencionales. Quienes resulten electos, deberán redactar y aprobar una propuesta de Constitución en un plazo de nueve meses, pudiendo extenderse a doce meses. Se trata de un proceso de alta relevancia política, jurídica y social sin precedentes en los últimos años, y por ello, resulta importante reflexionar sobre el rol de la Iglesia en este período de discusión política.
Una Constitución que consagre el respeto por la vida
El abogado y director ejecutivo de Comunidad y Justicia, Álvaro Ferrer del Valle, subraya que este proceso constituyente debiese consagrar deberes esenciales y no usarse como un catálogo utópico de derechos subjetivos o personales. “La Constitución, en cuanto norma principal del orden jurídico vigente, establece las reglas fundamentales de la vida en comunidad y por ello, su importancia no puede relativizarse. A las reglas constitucionales habrán de subordinarse y adecuarse las demás normas, el ejercicio del poder público, la vida social y la conducción política”.
En virtud de esta premisa, Ferrer asegura que la Iglesia debe iluminar con claridad y valentía la discusión pública, dando testimonio de la verdad, “para que los fieles y personas de buena voluntad puedan formar bien su conciencia, escucharla y seguirla en sus decisiones contingentes”. En este sentido, el académico sostiene que hay bienes y principios esenciales que debieran reconocerse en la Constitución: “La dignidad de la persona y su primacía sobre el Estado; el derecho a la vida desde la concepción y hasta la muerte natural; la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer; el derecho y deber preferente de los padres y madres a educar a sus hijos; el derecho a buscar a Dios sin coacción y a practicar el culto religioso. En cuanto a principios, la Constitución debiera consagrar la subsidiariedad y la solidaridad”.
Convertir el monólogo en un diálogo honesto con la sociedad
Por su parte, Sandra Arenas Pérez, teóloga y decana de la facultad de Ciencias Religiosas y Filosofía de la Universidad Católica de Temuco, centra el proceso que vive Chile desde las reflexiones que ha entregado la Encíclica Fratelli tutti, publicada por el Papa Francisco. A juicio de la investigadora, “la amistad social es solo posible con una política puesta al servicio del bien común, y esto se construye desde abajo, desde la organización social y los movimientos populares. Y acá hay una relación con el proceso que vive nuestro país, porque precisamente la organización social y los movimientos populares son los que están trabajando en estos momentos para levantar a las y los representantes de este proceso de redacción y maduración de una hoja de ruta para nuestro proyecto país que acompañe por los próximos 50 años”, sostiene. En este escenario pluricultural y plurirreligioso, Sandra Arenas explica que el papel del católico en esta discusión es manifestar el compromiso por la vida y la dignidad humana mediante la conversación con el mundo de las ciencias, y con los otros actores de la sociedad actual. “Hay que entendernos como sujetos culturales. La persona católica debe estar siempre atenta al llamado del Evangelio; y escuchar los latidos al corazón del pueblo es algo que le corresponde”, señala.
El mundo religioso y laical en una voz
Una buena información antes de votar es la conclusión que tienen sacerdotes y agentes pastorales de Santiago a la hora de aportar en el debate pre eleccionario. El padre Fernando Tapia, párroco de San Esteban Mártir, de La Pintana, cree que todo este proceso debe ir en línea con lo que plantea el Papa Francisco en su última encíclica Fratelli tutti y que se denomina la mejor política: “Lo primero es valorar la acción política, a pesar de las distorsiones que pueda tener, luego, participar en las elecciones. También, informarse bien de los programas de los candidatos, es decir, favorecer a aquellos que defienden la vida, los derechos humanos y sociales de los más vulnerables, incluyendo aquí a los migrantes”, resalta.
Para el padre Álvaro Chordi, párroco de San Saturnino, es importante que practiquemos el discernimiento sociopolítico, siempre apoyados por la comunidad cristiana a la que pertenecemos, “y aunque elijamos a nuestros representantes, no hemos de olvidar que todos somos ciudadanos y ciudadanas, que todos somos constituyentes. Elijamos a personas honradas con trayectoria de servicio público del que no se han beneficiado ampliamente, con unos grupos sociales que les validen y a los que representen, buscando cuanto mayor diversidad, mejor”.
Para Danae Navia, de la Comunidad CVX (Comunidades de Vida Cristiana), la clave está en informarse y haberse sumado al debate, “no sólo de otros, sino también teniendo la opción de iniciar conversaciones con la familia, con la comunidad eclesial, con los amigos. Hay que profundizar en los principios de los derechos y deberes que trae esta nueva Constitución. Como católicos, tenemos que apelar a que los constituyentes protejan y promuevan la defensa de los Derechos Humanos: la libertad al derecho a la vida en todas sus dimensiones, no sólo para el que está por nacer, sino como una calidad de vida, un reconocimiento a los pueblos originarios, el cuidado del medio ambiente y del entorno”.
En el caso de Catalina Santini, subcoordinadora Equipo de Servicio Zona Cordillera, en estas elecciones, se debe principalmente estar muy informado para poder ejercer un voto consciente y seguro. “Si uno no se informa y vota, prácticamente se pierde ese sufragio. En el fondo, es contar con un voto responsable para uno y para el país. Además, cuidarse del contagio del covid, llevar ropa cómoda y sentirse seguro para ese día tan importante”.
Para la cantante católica nacional Eli Vega, estamos en un proceso donde como nunca antes, vemos mucha gente que es relativamente conocida nuestra y que está postulando a ser constituyente. “En ese sentido, hay que tener mucho cuidado con los amiguismos, el no tentarse a votar por “un amigo del primo del hermano”, sino que en verdad informarse quiénes son realmente estas personas, qué es lo que dicen y también tener claro qué es lo que yo busco en cada candidato, cuáles son sus valores y sus premisas. Los católicos tenemos los valores del Evangelio bien claros y en esa línea, debiéramos buscar eso en los candidatos a constituyentes, aun cuando la persona no sea católica ni cristiana, pero que comparta estos mismos valores, como son la justicia, la dignidad, entre otros”.
Cardenal Celestino Aós Braco
“El primer deber que tiene un católico es interesarse, no puede decir a mí no me interesa la vida política, la vida pública (…) Indudablemente que soy chileno, que soy católico y la convivencia se basa en acuerdos, en valores, y yo como católico tendré que tratar de que no se vulneren los valores principales del ser humano, los valores humanos”. “Un candidato puede proponer lo que sea, pero somos los electores, cada uno de nosotros, los que vamos a evaluar. Creo que, en unas elecciones, debemos informarnos y a eso nos llama la Iglesia. No puede uno responsablemente elegir o votar, por mera simpatía o porque un candidato es más amable (…) Lo importante es estar al tanto de cuál es el programa que se presenta y que estén allí los valores fundamentales. Un candidato que ataca la vida, que no defiende la familia, que no defiende la probidad, la honradez, la justicia, que está de alguna manera avalando la violencia, indudablemente que no puede ser para mí como católico un candidato, porque está atacando valores fundamentales”.
Fuente: Comunicaciones Santiago