El sueño de Chile del cardenal Raúl Silva Henriquez sigue inspirando a las nuevas generaciones
En el marco del próximo plebiscito, he recordado el testimonio del Cardenal Raúl Silva Henríquez, quien inspiró a toda una generación, y que hoy se hace muy actual.
En esta misma línea el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia expresa “la sociedad civil no puede considerarse un mero apéndice o una variable de la comunidad política; al contrario, ella tiene la preeminencia, ya que es precisamente la sociedad civil la que justifica la existencia de una comunidad política “(417 CDSI). Entonces, la sociedad civil constituida por todos los ciudadanos formamos parte activa de la vida social y política, y el ejercicio de nuestros derechos conlleva el cumplir nuestros deberes.
Recorriendo el pensamiento del cardenal Silva Henríquez, hace referencia con fuerza a la patria, dándole un significado de proyecto vital, del cual podemos ser parte todos. Habla también del Alma de Chile. Hoy, más allá de una mirada poética, nos puede ayudar a pensar en lo que queremos y necesitamos para nuestro país. La Patria como algo dinámico, que se construye, que hoy seguimos construyendo, entre todos. Este enfoque da importancia al rol de todos como ciudadanos, es decir, como parte de una comunidad política,” nosotros somos constructores de la obra más bella: la patria. La patria terrena que prefigura y prepara la patria sin fronteras. Esa patria, no comienza hoy con nosotros. Por eso la recibimos con respeto, con gratitud… y nos compromete “.
Tomar conciencia de ese compromiso, nos impone un cambio de mirada, ya que no solo somos nosotros, sino también los que vienen.
A continuación comparto algunos fragmentos del Sueño de Chile, en el que se plasman cuatro ideas, que están a la base de un país que aspira a caminar en libertad, justicia, paz y desarrollo integral, y que hoy mantienen plena vigencia. Es más, es como si su contenido hiciera referencia a demandas y situaciones que están muy presentes.
1.- La persona reconocida en su dignidad y unicidad, es el centro del cuerpo social.
“Me preguntan por el país que sueño o que deseo. Y debo decir que mi deseo es que en Chile el hombre y la mujer sean respetados. El ser humano es lo más hermoso que Dios ha hecho. El ser humano es imagen y semejanza de la belleza y de la bondad de Dios. Quiero que en mi patria desde que un ser humano es concebido en el vientre de una mujer, hasta que llega a la ancianidad sea respetado y valorado. De cualquier condición social, de cualquier pensamiento político, de cualquier credo religioso, todos merecen nuestro respeto”.
“Quiero que en mi país todos vivan con dignidad. La lucha contra la miseria es una tarea de la cual nadie puede sentirse excluido. Que cada niño tenga una escuela donde estudiar. Que los enfermos puedan acceder fácilmente a la salud. Que cada jefe de hogar tenga un trabajo estable y que le permita alimentar a su familia. Y que cada familia pueda habitar una casa digna donde pueda reunirse a comer, a jugar y a amarse entrañablemente”.
2.- La solidaridad como forma de preocuparnos unos de otros, de vencer el egoísmo y construir una cultura solidaria.
“Quiero un país, donde reine la solidaridad. Muchas veces ante las distintas catástrofes que el país ha debido enfrentar, se ha demostrado la generosidad y nobleza de nuestro pueblo. No es necesario que los terremotos vengan a unir a los chilenos. Creo que quienes poseen más riquezas deben apoyar y ayudar a quienes menos poseen. Creo que los más fuertes no pueden desentenderse de los más débiles. Y que los más sabios deben responsabilizarse de los ignorantes. La solidaridad es un imperativo urgente para nosotros. Chile debe desterrar los egoísmos y ambiciones para convertirse en una patria solidaria”.
3.- El amor es lo más importante, es el punto de partida de todo lo demás. Construir la civilización del amor.
“Quiero un país donde se pueda vivir el amor. ¡Esto es fundamental! ¡Nada sacamos con mejorar los índices económicos o levantar grandes industrias y edificios!, si no crecemos en nuestra capacidad de amar. Los jóvenes no nos perdonarían esa falta. Pido y ruego que se escuche a los jóvenes y se les responda como ellos merecen. La juventud es nuestra fuerza más hermosa. Ellos tienen derecho a ser amados. Y tienen la responsabilidad de aprender a amar de un modo limpio y abierto. Pido y ruego que la sociedad entera ponga su atención en los jóvenes, pero de un modo especial se los pido y ruego a las familias. ¡No abandonen a los jóvenes! ¡Escúchenlos, miren sus virtudes ante que sus defectos, muéstrenles con sus testimonios un estilo de vivir entusiasmante!
4.- La fraternidad como la experiencia de reconocer y compartir la paternidad de Dios, y construir con otros una comunidad fraterna.
“Quiero que mi patria escuche la Buena Noticia del Evangelio de Jesucristo, que tanto consuelo y esperanza trae para todos. Ese es mi sueño para Chile y creo que, con la ayuda de María, ese sueño es posible convertirlo en realidad”.
En medio de la pandemia que estamos viviendo, y de sus dolorosas consecuencias, la gran tarea es reconocernos una comunidad social y política, que esta llamada a actuar en el aquí y el ahora de nuestra historia, sin exclusión, todos tenemos la responsabilidad de seguir construyendo la patria que soñamos. Tenemos la responsabilidad con las futuras generaciones de ser testimonio vivo y concreto de superar la desconfianza, las disputas y la violencia que hacen aparecer que nos enfrentamos los buenos con los malos, para caminar de la mano del respeto, del dialogo.
Que estas cuatro claves nos ayuden a descubrir el sueño de país que cada uno de nosotros tiene, y trabajar activamente en realizarlo, a partir de una verdadera amistad cívica, como base del actuar social.
Gabriela Gutiérrez Holtmann, Delegada Episcopal, Vicaria de Pastoral Social
Fuente: Comunicaciones Concepción