Todos los años y como ya es tradición, se lleva a cabo una jornada de planificación pastoral. Sin embargo, este 2020, la cuarentena obligó a encontrarse de una manera distinta y, además, impidió contar con diagnósticos previos como en años anteriores. A pesar de ello, fueron cerca de 300 agentes los que se encontraron de manera virtual para definir lo que será el trabajo pastoral en los años siguientes.
La cita comenzó con las palabras de Vicario Pastoral, padre Carlos Godoy, quien junto con contextualizar la situación que vive la Iglesia, manifestó que “hemos vivido una secuencia de crisis que no podemos soslayar en el discernimiento de los signos de los tiempos. Por un lado, está la crisis de los abusos en la iglesia, que nos ha golpeado tanto. Por otro lado, la crisis social, que ha dejado en evidencia la injusticia y lo fracturado de la sociedad y la pandemia, con consecuencias devastadoras para los más pobres”, analizó.
La opinión de los laicos
Para profundizar en la jornada, cinco laicos de diferentes realidades pastorales de Santiago, expusieron un análisis de la contingencia desde distintas miradas eclesiales, sociales y de pandemia -entre otras- las que, previamente, fueron recogidas desde sus comunidades:
Danae Navia, Comunidad de Vida Cristiana de Santiago: “Los desafíos para la Iglesia son múltiples, pero ciertamente hay una necesidad urgente de transparencia en todo, de apertura al diálogo, de cuestionar nuestras estructuras y de adaptarse a la contingencia: estando firme y constante en los propósitos y determinaciones antes discernidas, pero disponibles y flexibles a las nuevas formas y modos en los que el Espíritu se manifiesta hoy. No se construye el Reino de Dios en la tierra quedándonos paralizados. Este tiempo es un desafío para todos y todas, pero además de ser un desafío la cuarentena es una oportunidad para crecer, reflexionar, cuidarnos y volver a lo esencial: a Jesús”.
Leandro Pérez, Profesor de Historia: “La necesidad de actualización, es de fondo, no de forma, la necesidad de actualización es transversal porque involucra también en adoptar modelos más democráticos y proféticos de anunciar el Evangelio no solo acompañando a los jóvenes, sino que involucrándolos. Ya no estamos en los 90’. Esa juventud atomizada como grupo social, desarticulada por años de autoritarismo. En cambio, la juventud de hoy ya pasó por varios movimientos y crisis sociales que la hacen ser fuertemente crítica y exigente, con la imprudencia propia de la etapa. En los códigos, se repiten aquí los conceptos de institución fome y anticuada, la búsqueda de una evolución, una nueva mirada y un trabajo más llamativo. Un ejemplo, la cuenta de Instagram @iglesiadesantiago, que es la oficial, tiene 6.617 seguidores y 1.040 publicaciones. Sería bueno preguntarse por qué figura con tan pocos seguidores la cuenta oficial de la iglesia de Santiago, siendo la principal Iglesia de la ciudad y del país. Cuáles son los contenidos que se privilegian y cuáles son los que se omiten. Una mirada rápida a las últimas semanas nos habla de publicaciones asociadas a la solidaridad acompañadas de frases del obispo de Santiago y del Papa, además de la difusión de actividades pastorales”.
Nicolás Kipreos, parroquia Santa María de Las Condes y autor del libro “Del dolor a la esperanza”: “Vivimos una coyuntura histórica en el país, sumamente delicada e incierta. Todo cruje, no se salva ninguna institución, incluso la propia Iglesia. El sistema social, económico y político que parecía solido e inquebrantable, ha demostrado ser frágil y vulnerable. Hay miedo e inseguridad como destino colectivo futuro: empleo, pensiones, salud. La multiplicación de noticias negativas nos perturba, nos inquietan. La Iglesia ha sido fuertemente sacudida por hechos difíciles que han afectado su credibilidad y ello le ha restado protagonismo. Se echa de menos a la Iglesia. Su silencio inquieta a algunos y a otros satisface. Hoy más que nunca debe ser la voz de aquellos que no lo están pasando bien. Las iglesias no son “los otros”, somos nosotros, todos. Los laicos tenemos la palabra. no basta con reclamar o lamentarse. Hay que jugársela. Se requiere reflexión y coraje. No podemos encerrarnos dentro de una cápsula insonora y vivir ajenos a lo que ocurre en el país”.
Nataly Roblero, parroquia San Damián de Molokai, San Joaquín: “Qué difícil hoy en día observar la realidad con los ojos de Jesús. Somos tan individualistas, queremos imponer nuestras visiones a como dé lugar. Nos quedamos callados cuando visualizamos una injusticia con mi hermano. Cada día somos menos y es por nuestras propias acciones. Debemos estar más al lado del más pequeño y débil, de mis hermanos, como lo estuvo y lo hizo Jesús. Hoy en día vemos como ha sido invadido nuestro sector por las drogas, las injusticias sociales, la pobreza no tanto física, sino la espiritual. Debemos ser fuertes para acompañar a las víctimas. No quedarnos callados cuando algunos sacerdotes abusan de su poder. Que la Iglesia tome el rol de protector del pueblo y no quedarse callada como lo ha hecho hasta ahora con miles de personas que han sufrido torturas, muertes, pérdida total y parcial de la visión, por el simple hecho de solicitar una mejor calidad de vida y siendo reprimidos salvajemente por las instituciones del estado”.
Nicole Romo, capilla Cristo Vive, parroquia San Alberto de Sicilia, Recoleta: “Jesús sentó a todas y a todos en su mesa, en igualdad y esto tiene que ver en cómo se comparte el poder, las relaciones, la inclusión. Jesús no se sentó en un lugar distinto, ni por sobre los demás. Aprendí que la sabiduría de Dios no está solo dedicada a los más letrados o letradas, sino que abunda en las personas sencillas, en la vida misma del que cree y el que no cree. Jesús no hizo diferencias entre hombres y mujeres, todas las vidas importan, todas y todos somos rostros de Dios en esta tierra, llamados a construir el Reino de Dios. Lo único que nos diferencia son las tareas que uno va asumiendo y los distintos roles que nos toca tener en la vida. Yo elegí cambiar la sociedad, la pobreza, la exclusión y lograr que la dignidad de todas las personas esté en el centro de cada decisión que toman las autoridades de nuestro país. Nosotros tenemos que hacer el cambio en la Iglesia. Ser comunidad no es sólo reunirse a orar, es también decir qué es lo que yo ofrezco en ese espacio de comunidad”.
De cara al futuro
Luego de las cinco reflexiones, vino un espacio de trabajo grupal, el cual permitió profundizar sobres las exposiciones de los laicos y poner de relieve lo mejor de cada una de ellas.
Al cerrar la jornada, el Arzobispo de Santiago, monseñor Celestino Aós, junto con agradecer la presencia de los cientos de laicos, recordó que “queremos una Iglesia que sea servidora, sencilla, pero por otro lado, aparecen las tentaciones, de que tiene que ser una Iglesia pomposa, cuya voz resuena, pero nosotros tenemos que seguir a Jesucristo. La voz de Dios nos llama a ser Iglesia y los invito a todos a que continuemos haciendo sus aportes, porque Iglesia somos todos y la hemos de vivir todos”.
El próximo encuentro será el día jueves 10 de septiembre, el que contará con la participación de sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas y se utilizará el método de discernimiento pastoral que se practicó en la reciente Semana Teológico Pastoral, donde se buscó entre otros aspectos, reconocer la realidad con los ojos de Dios; interpretarla desde el evangelio y la enseñanza de la Iglesia; y proponernos acciones concretas en consecuencia con aquello que el Espíritu Santo nos va suscitando.
Fuente: Comunicaciones Santiago