Monseñor Celestino Aós comenzó su homilía resaltando la figura de la Madre de Jesús: “La Virgen María no es la mujer estática: es la servidora, la que se pone en camino, y acompaña nuestras prisas, nuestras alegrías y esperanzas”.
Continuó su intervención, expresando su dolor por las víctimas que ha dejado la crisis sanitaria en nuestro país: “Hoy te los presentamos en primer lugar a nuestros muertos. Qué grande el dolor de los que no pudieron acompañar a sus seres queridos en los últimos momentos de su enfermedad y agonía, qué profundo el dolor de no verlos ni poderlos tocar por última vez, ni estar en su entierro”.
Luego pidió a la Virgen del Carmen proteger a Chile de la pandemia e hizo un potente llamado a la prevención: “Hay tanta gente buena en Chile. Son tantos tus hijas e hijos que son capaces de pensar en los demás y sacrificarse y renunciar a salir para no poner en peligro la salud y la vida de otros. Son tantos los que estudian y buscan soluciones y remedios para los problemas y la enfermedad, son tantos los que ayudan a sus vecinos y ancianos”.
“Haz que veamos y valoremos la bondad. Y, sobre todo, haz que nosotros también nos sumemos al grupo de los que quieren construir la civilización del amor y de la vida en Chile. Que busquemos salud para todos, trabajos dignos y salarios justos, cooperación y diálogo, sentido de bien común y solidaridad con los débiles, respeto y cuidado de la familia”, prosiguió.
Pidió, además, por todos aquellos que brindan una labor de asistencia y consuelo en medio de los más pobres y necesitados: “Protege Madre los desvelos de quienes asisten los hogares de ancianos. Bendice a quienes colaboran con sus aportes y a quienes trabajan en las parroquias o en otros centros preparando alimentos para los hambrientos, que te sientan cercana quienes acompañan y cuidan a los privados de libertad. Pon un oído atento y un corazón tierno en quienes, a través del teléfono, sirven escuchando a los afligidos y desesperanzados. Protege a quienes cuidan del orden y la seguridad y protege a quienes trabajan para que podamos seguir viviendo y funcionando. Sostén la esperanza de los que no tienen empleo”.
En otros pasajes, el arzobispo animó a mirar el futuro de nuestro país sin ningún tipo de divisiones ni intereses personales: “Es hora de preparar el futuro, de deponer intereses personales y sectoriales, de dialogar. Sólo unidos superaremos las injusticias y nos levantaremos de esta crisis. Es hora de sembrar lo que queremos cosechar; es hora de pensar, de programar, de poner en manos de Dios nuestros ideales y planes. ¿Estamos aprendiendo o dejaremos que el futuro nos sorprenda porque somos superficiales y egoístas? Seguimos siendo testigos de descalificaciones e insultos; nos sigue doliendo constatar que se busquen los intereses de un partido o grupo en vez de dialogar para encontrar la mejor solución para el bien común".
Por último, pidió por Chile y el mundo entero para luchar en conjunto por acabar con la pandemia: “Por todos te rogamos, pero aquí en Chile, ya no bastan las buenas palabras, los documentos y las promesas. La gran batalla de la salud, el combate a los virus lo debemos dar entre todos, cada uno poniendo nuestra parte”.
La misa fue transmitida por los distintos canales de Iglesia de Santiago y se llevó a cabo sin público y bajo las normas sanitarias vigentes. Acompañó presencialmente la celebración Monseñor Alberto Lorenzelli sdb, Obispo Auxiliar de Santiago, y el padre Raúl Arcila, rector del Santuario de Maipú.
Fuente: Comunicaciones Santiago