Desde la Parroquia San Bruno en Ñuñoa, siete mujeres de diferentes edades decidieron ofrecer ayuda a los necesitados a través del tejido. Partió como una alternativa al comedor solidario, que ya funciona en la parroquia, entregando gorros de lana y cuellos a un Hogar de Acogida de Niños, quienes han visto la ayuda mermar por la situación actual.
El proyecto inició con la finalidad de ayudar a otros de una forma diferente. Euridicia Aliste, una de las tejedoras voluntarias del proyecto, comenta que “lo que estamos haciendo de tejer con fe, con sentido para quienes lo necesitan, ha sido un lindo llamado del Espíritu y me hace agradecerle enormemente a Dios”, agregando que “le regalo mi tiempo, le regalo mi cariño, mi trabajo a quienes lo necesitan”.
Por su lado, Carla Torres, comenta que a tenían la inquietud de ayudar y como comunidad decidieron unirse. “En nuestra parroquia los fieles están dentro de la tercera edad y asimilamos que en muchas casas podría haber lana o restitos de lanas, entonces invitamos a participar tejiendo desde sus hogares con la lana que podrían tener”, asegura.
Los aportes para las Tejedoras con Fe son obtenidos por ellas mismas a través de campañas como ‘Dona un ovillo’ y donaciones que reciben a través de la comunidad y todas las personas que deseen ayudar. Actualmente, están tejiendo cuadros de lanas para entregar frazadas para personas en situación de calle y cualquier persona dentro de la comunidad parroquial que pueda necesitarlo.
Para el padre Michaell Duarte, párroco de San Bruno, en estos tiempos de pandemia, estas iniciativas representan un “acompañamiento para las distintas realidades que nos invitan constantemente a hacernos cargo de los hermanos que están necesitados, no solo del alimento sino todo aquello que nos acerca como comunidad parroquial”.
El impacto ha sido positivo no solo para los beneficiados, sino para las mismas voluntarias, comenta Torres. “Hay cuatro tejedoras que viven completamente solas y estar activas tejiendo y ayudando les ha dado una visión positiva de lo que está pasando actualmente”, dice, mientras que expresó su agradecimiento por “esta oportunidad de ayudar a otros y formar un tejido de solidaridad, de compañía, de amistad y de fe”.
Si deseas apoyar a las Tejedoras con Fe en su labor solidaria, puedes contactarlas a través de su coordinadora, Carla Torres, por el fono +56 9 4493 6377 o al correo
Abrigando la esperanza
Desde el Regnum Christi, un movimiento laico de legionarios de Cristo, Catalina Valdés, quien está a cargo de la sección de mujeres de los apostolados, ha estado contribuyendo de manera similar, coordinando el proyecto ‘Abrigar la Esperanza’. El origen de esta iniciativa data desde 2010, cuando tras el terremoto, en la comunidad decidieron empezar a tejer cuadros para hacer frazadas. Valdés cuenta que “la intención es que fuese una campaña bien acotada, pero al extenderse en el tiempo, nos dimos cuenta que a las señoras que son parte de esto, continuaban porque les encanta tejer”.
Este año surgieron muchas más necesidades y desde el movimiento, buscaron ayudar no solo de forma económica sino fraternal. La ayuda es canalizada a través de plataformas de RRSS y en un punto, la iniciativa de Abrigar la Esperanza, se viralizó más allá de la comunidad. “Empezó a crecer como una bola de nieve”, explica Valdés, “nos empezaron a llamar de todo Santiago y de Regiones y eso nos hizo darnos cuenta que acá había algo súper potente”.
Además de las frazadas, empezaron a tejer ropa para bebés, que posteriormente empezó a ser donada a fundaciones que acogen a madres con embarazos vulnerables, como Chile Unido y la corporación Maule Vida. Actualmente, algunas de las organizaciones beneficiadas de la labor de más de 150 tejedoras han sido el Pequeño Cottolengo, Chile Unido, la fundación Mano Amiga, la cárcel de Colina, específicamente el pabellón de las personas que tienen más tiempo de condena, “generalmente estas personas tienen cadena perpetua y nadie se preocupa por ellas”.
La dinámica busca no solo potenciar la fraternidad cristiana sino entregar una forma de distracción y sentido de propósito a los adultos mayores - en incluso jóvenes - que son parte del proyecto. Recientemente y gracias a donaciones, empezaron a enviar bolsas con tejido para hacer cuadrados, invitando a participar, “les regalamos la lana a cambio de devolver el tejido y a cambio recibimos su trabajo para abrigar a otros”, exhorta Valdés.
Para Lilian Vásquez, una de las voluntarias de Abrigar la Esperanza desde hace dos meses, esta iniciativa la ha ayudado mucho. “No estaba con ganas de hacer nada, pero ese llamado me motivó”, comenta, “hace mucho tiempo no tejía y poder ayudar con mis dones, es un regalo de Dios”.
Abrigar la Esperanza acepta apoyo y donaciones. Para contactarlos, puedes hacerlo a través de su perfil de Instagram @abrigarlaesperanza y el correo abrigarlaesperanza@gmail.com
Fuente: Comunicaciones Santiago