El pasado 13 de mayo la pastoral juvenil de la parroquia ubicada en Lo Prado se reunió en comunidad a discernir cómo hacer frente a la grave situación de hambre en su barrio producto de la pandemia sanitaria, social y económica por el Covid-19.
A casi un mes de esa inspiración del Espíritu Santo,
Camila Quezada -joven de 18 años que lidera el proyecto- explica su génesis: “Vimos que era mucha la necesidad y no teníamos cómo dar abasto para todas las personas que nos necesitaban con urgencia. Así se nos ocurre la idea de hacer ollas comunes, porque nos aseguraba que al menos una vez en el día estas familias iban a tener para comer. Empezamos con 130 colaciones y hoy en día, vamos en 230 y eso nos tiene muy motivados a seguir apoyando dentro de lo que más podamos”.
Más de 120 familias hasta la fecha, han podido retirar cajas de mercadería o un balón de gas y artículos de primera necesidad. Aún con las bajas temperaturas de estas últimas semanas, los jóvenes siguen saliendo a terreno –tomando todas las precauciones dispuestas por la autoridad sanitaria- para servir a vecinos que se encuentran pasando por graves situaciones de pobreza. “Dios nos abrió los ojos y nos dijo ahí tienen que ir y no vamos a dejar a ninguna familia afuera y vamos a ayudarlos hasta que puedan salir a flote”, reflexiona Camila.
Un aspecto relevante es que la pastoral juvenil ha logrado –siguiendo el reciente llamado del Arzobispo de Santiago a fomentar las redes solidarias vecinales (ver carta)- convocar a las juntas de vecinos del sector, permitiendo así multiplicar el efecto se servicio apostólico. Algo muy llamativo es que los mismos vecinos que tienen más recursos son los que proveen los insumos para sus hermanos más necesitados del barrio.
Al respecto, el Vicario de la Esperanza Joven, padre
Cristian Roncagliolo -que visitó a la comunidad el pasado 9 de junio- destaca que “el valor de esta iniciativa, es que jóvenes de esta parroquia, en comunión con su párroco y con su misma comunidad, han comenzado una olla común que atiende martes, jueves y sábado y está al servicio de personas del lugar. Esta olla común funciona en la Junta de Vecinos y permite que personas de escasos recursos puedan tener comida, un plato de comida en su mesa”.
Fidel Carrasco, de 25 años, participante en el comedor solidario agrega que “nos propusimos llegar a cada familia que necesitaba, ya que sabemos que nuestro país está pasando hambre y necesidades primarias. En lo personal, hace mucho tiempo que no participaba en la pastoral juvenil de la parroquia y con esta necesidad sentí un llamado de Dios. Ha sido una experiencia que me ha marcado demasiado y que me ayuda a levantarme todos los días a salir a ayudar a entregar amor y esperanza, ya que nuestra gente nos pide equidad. Como equipo queremos que esta pandemia pare y lo único que podemos hacer por ahora, es ayudar a las personas”, analiza.
Monseñor Roncagliolo concluye que “esto va en la línea de lo que queremos promover como iglesia diocesana, es decir, animar a que estos gestos solidarios se vayan multiplicando al igual que los panes como nos dice el evangelio y así, salir al encuentro de muchas personas que hoy necesitan. Esta iniciativa es un modelo a seguir”.
El comedor de la parroquia Cristo de Emaús se ubica en calle Dorsal 5864, Lo Prado, su párroco es el padre Luis Avendaño y en la actualidad, cuentan con el apoyo de Cocina País y Fundación Católica Retrouvailler.
Fuente: Comunicaciones Santiago