La oficina funciona los lunes y los miércoles, desde las 10 hasta las 13 horas. Esta atención es realizada por la Hna. Carmen y por el P. Erwin. En las últimas semanas vinieron una buena cantidad de migrantes a solicitar ayuda, especialmente respecto de su situación migratoria, alimentos, alguna oferta de empleo (bolsa de trabajo), ropa de abrigo, etc. Creo que se está funcionando bien, tratando de responder lo mejor posible y con las limitaciones que tenemos. Lo importante es que la persona del migrante sienta una buena acogida y tenga un tiempo para ser escuchado en su propia historia. Me parece que este servicio es clave y se tendrá que ver el modo –dentro de lo posible- de aumentar al menos otro día de atención.
Ha sido también una valiosa experiencia el aporte de Renzo Serri, trabajador social del Cesfam Juan Soto, quien entrevistó a 11 migrantes, ya preseleccionados, para postular a un Bono Solidario, principalmente como ayuda en el tema del pago de arriendo de habitación. Dichos Bonos ya fueron entregados a estas familias. Los montos fueron de $120.000.-, $100.000.- y $80.000.-, diferenciados de acuerdo al informe socioeconómico.
Corriente de Solidaridad: ha habido un flujo constante de alimentos perecibles y no perecibles, de hermanos de la comunidad parroquial, de laicos de otras comunidades, de particulares, etc. A veces es una bolsita con un kilo de arroz y unas servilletas hasta cajas de alimentos bien surtidas, sacos de papas para el comedor parroquial, sacos de nueces. También ha habido donaciones de frazadas. Todo se ha ido entregando a las personas que llegan y se ha ido compartiendo con diferentes parroquias que están sirviendo a los migrantes.
En las Parroquias hay un trabajo sencillo, artesanal, modesto y muy valioso. Es el servicio de la base, de laicos comprometidos con esta causa. Consiguen de todo, desde un plato, ollas, colchones, muebles en desuso para ayudar a los migrantes a acondicionar sus hogares. El pueblo sencillo es muy sensible a las necesidades de los otros y está bien dispuesto a compartir y ayudar. Quiero destacar a una persona de la Comunidad Parroquial, que sin estar en ningún grupo pastoral, pero, muy participante de la misa dominical, se dedica a conseguir cocinas, lavadoras, estufas, refrigeradores, los arregla y los da a los migrantes. Cariñosamente lo llamamos el “Maestro Lucho”.
Hemos tenido en los últimos años el valioso servicio de las Casas de Acogida, por un lado, la Casa de las Hermanas de María Inmaculada que funcionó por mucho tiempo e hizo mucho bien a mujeres migrantes, por otro lado, la Casa de la Parroquia Santa Madre de Dios, que hasta febrero de este año cobijó migrantes. Ahora, tenemos el regalo de un Albergue, una respuesta, desde el evangelio a la emergencia que estamos viviendo por causa de la Pandemia. Un Templo se ha abierto como un lugar digno de acogida, es la Madre de Dios que ofrece el amparo, es la Madre Iglesia que recibe a sus hijos e hijas. Es una alegría poder aportar con este grano de arena. La comunidad parroquial adhiere y quiere colaborar. Agradecemos a Don Fernando por liderar esta hermosa iniciativa; a todos nos mueve nuestra fe en Jesús, el Mesías-Siervo humilde que camina con nosotros todos los días de nuestra vida hasta el fin de la historia.
P. Erwin Harnisch Lagos ss.cc.
6 de junio de 2020
Fuente: Comunicaciones Concepción