La solidaridad es paz
La solidaridad es paz

Reflexión de Mons. Fernando Chomali, Arzobispo de Concepción.

1. Para terminar con la pandemia es necesario disminuir drásticamente el número de personas que circulan por las calles. A más circulación de personas, más circulación del virus que ha cobrado en Chile más de mil muertos. Mañana puede ser usted, yo, o un ser querido.

2. Muchas personas si no salen a la calle a buscar el pan de cada día, sencillamente morirán de hambre. Se trata en general de los más postergados de la sociedad, como los ancianos, los discapacitados, los migrantes y aquellas personas que viven en la calle.

3. Si queremos que el mayor número de personas se queden en sus casas para no propagar el virus hay que ayudarlos. Es por ello que el principio de subsidiariedad es hoy una exigencia. Me permito hacer un llamado a todos quienes trabajan en el Estado de Chile para que ponga lo mejor de sí mismos para que toda persona en dificultades sea efectivamente apoyada.

4. Sin embargo, no basta con los subsidios del Estado para ir en ayuda de las personas y familias que han quedado a la vera del camino. Por ello, urge solidaridad de parte de las personas más provistas de recursos para pasar este tiempo. Ello se traduce hoy: a) en cuidar el trabajo de las personas que son el único ingreso en el hogar, y de modo especial si se trata de mujeres jefas de hogar, o con maridos sin trabajo; b) que cada uno de nosotros colabore en las instancias que se nos ofrece para ir en ayuda de los que requieren lo básico para vivir. Hay muchas campañas, y muy serias, que garantizan que el dinero aportado llegue directamente a los más pobres. Ser solidarios hoy es un imperativo ético que no puede quedar reducido a un mero sentimiento.

5. Es importante recordar a) el principio del destino universal de los bienes y b) que sobre la propiedad privada grava una hipoteca social. Hoy el llamado es a desprenderse o privarse de lo superfluo para que los demás tengan lo necesario según lo exige su dignidad.

6. Superando la pandemia de la indiferencia, estamos todos llamados a colaborar para que no se sume a la pandemia del coronavirus, la pandemia del hambre.
Por ello urge un pacto social que sea capaz de superar los intereses particulares, como lo dijo el Comité permanente de la Conferencia Episcopal de Chile.

7. Es importante tener claro que la solidaridad es la forma de reconocernos como parte de una comunidad y mostrar que el bien común prevalece por sobre el bien individual. Ello requiere hechos concretos y no palabras. Y hoy, porque mañana puede ser tarde.

8. Quienes se aprovechan de la pandemia para enriquecerse acaparando y especulando bienes, falsificando productos, así como los usureros, y los que se aprovechan del dolor ajeno para lucrar, le hacen un daño inmenso a la sociedad. Esas conductas son éticamente reprobables y han de ser duramente sancionadas.

9. Nos comprometemos como Iglesia a seguir orando y a dar lo mejor de nosotros mismos para paliar el sufrimiento de tantas personas.

10. Que Dios abra nuestros corazones para vivir la máxima del Evangelio “amar a Dios y al prójimo como a uno mismo”, y “hacerle a los demás lo que quisiéramos que hicieran con nosotros”.

Fuente: Comunicaciones Concepción
Concepción, 03 de Junio, 2020

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