En nuestro medio, desde hace algunos años, junto con celebrar al inicio del mes de octubre la
Semana de Oración por la Familia, este año desde el martes 1 y hasta el domingo 6, tenemos presente el
Día Internacional del Adulto Mayor el martes 1, conmemoración que da pie a que durante todo el mes de octubre se tenga en nuestras comunidades y parroquias actividades relacionadas con ellos. Conocida es también la connotación de octubre como
Mes del Santo Rosario. En efecto, el lunes 7 celebraremos la memoria de la Virgen
Nuestra Señora del Rosario, día patronal de nuestra Arquidiócesis, que se anticipa para nosotros al domingo 6, con la convocatoria en Andacollo. Juntos veneramos a la
Chinita, la Virgen del Rosario de Andacollo.
Octubre es entre nosotros también el
Mes Misionero, puesto que el domingo 20 celebraremos el
Domingo Universal de las Misiones- DUM. El Señor resucitado, al despedirse de sus apóstoles, les encarga: “Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos, bautícenlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mt 28,19-20). El Señor nos manifestó de este modo su voluntad, una relación bi-direccional e inseparable, que es la condición de todo bautizado de ser discípulo misionero suyo. En efecto, quien ha tenido la gracia de conocer a Cristo, por misericordia y bondad, es discípulo y misionero. En otras palabras, nadie puede ser discípulo de Jesús, sin asumir la vocación misionera y por toda la vida.
Nuestro señor Jesucristo es el enviado del amor del Padre. Con su presencia, palabras y obras nos reveló quién es el Padre, cuál es su voluntad de amor para con nosotros y que espera como respuesta a su fidelidad por nuestra parte. Como los apóstoles y en su ejemplo millones de discípulos misioneros de Él, a lo largo y ancho del planeta, también nosotros al reconocer en Él a nuestro maestro, hemos sido convocados a hacer vida la experiencia de amor que Él nos ha manifestado. La misión es fundamentalmente continuidad del anuncio gozoso que Dios nos ama y que ha inaugurado en su Hijo Jesús la presencia de su Reino. Lo absoluto y fundamental es el Reino del Padre, presente en Cristo, anunciado por Él y por sus discípulos misioneros, siguiendo su ejemplo.
Es tarea permanente hacer presente el significado bíblico, doctrinal y pastoral de la misión en la labor evangelizadora y especialmente en la celebración litúrgica con la Eucaristía al centro. Los fieles, congregados por el Señor, presididos por los pastores, renuevan domingo a domingo el anhelo de vivir su vocación bautismal, siendo en los más diversos lugares, circunstancias y oficios auténticos y fervorosos discípulos misioneros del Señor. Este espíritu se prolonga en la vida cotidiana, particularmente en la familia, en el lugar de trabajo, en la comunidad educativa. Se concreta especialmente en el servicio a los más pobres y necesitados, dando testimonio de nuestra vocación misionera en el ejemplo normativo de Cristo y de los apóstoles, como también de los innumerables y edificantes testimonios de laicos, religiosas y religiosos, pastores santos.
El Papa Francisco ha convocado un
Mes Misionero Extraordinario, a concretarse en este mes con el lema Bautizados y Enviados. Tienen estos días el objetivo general de
despertar aún más la conciencia misionera ad gentes y retomar con un nuevo impulso la transformación misionera de la vida y de la pastoral, a fin que todos los fieles lleven en su corazón el anuncio del Evangelio y la conversión misionera y evangelizadora de las propias comunidades. Se ha señalado también algunos objetivos específicos, entre los cuales destacan:
propiciar en nuestras iglesias locales un fuerte impulso de la espiritualidad misionera; hacer memoria del camino misionero de nuestras comunidades, trayendo al presente el edificante testimonio de laicos, religiosas (os), sacerdotes y pastores santos; profundizar la dimensión bíblica y teológica de la misión de la Iglesia de cara a la realidad de nuestras comunidades locales, en diversos espacios formativos; como también suscitar creativamente, desde el discernimiento de cada Iglesia local, tiempos fuertes de animación, cooperación y servicios misioneros, especialmente hacia las diversas periferias existentes, ámbitos y espacios ad gentes.
La iniciativa del Santo Padre Francisco es una oportunidad extraordinaria para:
intensificar la oración
por la misión,
reflexionar, personalmente y en comunidad, acerca de nuestra vocación originaria de ser
bautizados y enviados,
verificar nuestro espíritu de colaboración y solidaridad en la misión, particularmente en la
Colecta DUM (Domingo Universal de las Misiones),
suscitar nuevos servicios misioneros particularmente en relación a las periferias existentes en la Arquidiócesis, entre otros. Sin duda,
la renovación en nuestro compromiso de discípulos misioneros del Señor será uno de los mejores frutos de este tiempo de gracia.
Fuente: Comunicaciones La Serena