Sus cincuenta años de vida formando a sacerdotes para nuestra Iglesia celebró el sábado 28 de septiembre el Pontificio Seminario Mayor San Rafael de Lo Vásquez. La mañana se inició con una ceremonia en la que el Rector Pbro. Andrés Valenzuela destacó la dimensión humana en la formación de los seminaristas.
“Es sumamente delicada y urgente la dimensión humana: es la base donde se apoya la personalidad del futuro sacerdote, si no se da solidez, si no se la tiene en cuenta en todos sus requerimientos todo lo que se construye sobre ella queda en falso y corre el riesgo de derrumbarse el edificio en cualquier momento de crisis o situaciones conflictivas o adversas. Estas instancias de formación humana son necesarias desde el ingreso al seminario y han de acompañar como un arco todo el periodo de formación, dejarse ayudar como seminarista en la profundidad del ser, formará una conciencia de solidaridad en la fragilidad, una apertura a la ayuda de otro desde fuera, que, al ofrecer confianza, prepara para la amistad sacerdotal y favorecerá la relación con el pastor, se vivirá en las relaciones interpersonales con madurez y naturalidad, en humildad. La respuesta que se da en crisis no se improvisa, se gesta en el fondo de las personas, de ahí la prioridad en la formación humana”, señaló el Pbro. Andrés Valenzuela.
Luego, se exhibió un video con el testimonio de sacerdotes y diácono en tránsito formados en él. Además, David Toledo, Profesor de la PUCV y escritor de numerosos libros de la historia religiosa de esta diócesis, presentó una reseña histórica del Pontificio Seminario Mayor San Rafael y señaló que el “Seminario Mayor nació del corazón de la Virgen María”.
En la ceremonia también se efectuó un reconocimiento a diferentes personas por la entrega que han tenido hacia el Pontificio Seminario Mayor San Rafael. Entre ellas, el Pbro. Andrés Valenzuela entregó un reconocimiento al personal del Seminario Mayor: Maryorie Araya, Paola Silva, Cecilia Barraza, Domingo Verá, José Miguel Catalán, Manuel Valenzuela y Manuel Salazar.
En la Misa por los 50 años del Pontificio Seminario Mayor San Rafael don Pedro Ossandón, en su homilía realizó una memoria agradecida, rezó por los seminaristas y por nuevas vocaciones.
Con ocasión de los 50 años de vida del Seminario recordó ¿qué es el don del sacerdocio? “En primer lugar, el sacerdote es un bautizado que ha sido llamado por Jesús. Es un don que se recibe en esta vocación. En este mismo llamado de Jesús, el sacerdote está invitado a participar del único sacerdocio, que es el de Jesucristo y que él nos participa por pura gracia generosa. El sacerdote es un hombre de oración, porque vive del encuentro con Jesucristo, aprende a dialogar con él, toda la formación del seminario y durante toda la vida ministerial consiste en nutrirse de la oración y llevar a la oración todo lo que el Señor le pide en el servicio apostólico”
Además, “es un hombre de la caridad pastoral, que es servidor de la Palabra, de los sacramentos, servidor también de la comunidad, que se entiende al servicio misionero, a la evangelización, a construir un mundo más fraterno y solidario con la fuerza del Espíritu Santo”. “El sacerdote es puente entre Dios y los hombres; entre los hombres y Dios como un sacramento de comunión eclesial”.
“Hay dos rasgos que el Señor nos invita a reconocer en el sacerdocio: vivir en la verdad, reconocer en la fe a Jesucristo el Señor. Hoy es un llamado especial a sincerar mis motivaciones. ¿por qué yo acepto el llamado del sacerdocio?, ¿por qué trabajo en la Iglesia al servicio de la comunidad? Son preguntas que nos invitan a vivir en la verdad. En segundo lugar, el sacerdote de manera especial es un servidor de la comunión, un artesano de la fraternidad. Solo la verdad y la comunión en el amor se entiende para la caridad”.
Al término de la Eucaristía don Pedro Ossandón impartió una bendición a los seminaristas, Rector, formadores y funcionarios del Seminario Mayor.
Fuente: Comunicaciones de Valparaíso