Los Hermanos Franciscanos de Chile manifestamos nuestra preocupación y solidaridad con el pulmón verde del mundo, la región de la Amazonía, ante la actual catástrofe de incendios que la afecta destruyendo el medio ambiente, la rica diversidad que ella contiene y las culturas de tantos pueblos originarios que allí habitan.
Ante esta emergencia ecológica denunciamos la actitud “ecocida” de gobiernos que promueven el extractivismo de nuestra naturaleza en beneficio de pocos y perjuicio de muchos. Reconocemos todos los esfuerzos que muchas organizaciones nacionales e internacionales, tanto civiles como religiosas, especialmente la Iglesia en Brasil, hacen para controlar y apagar los innumerables focos de incendios que aún persisten.
Hacemos nuestra la declaración del Consejo Episcopal Latinoamericano, especialmente cuando nos indica que “ya el instrumento de trabajo del Sínodo advierte proféticamente: en la selva amazónica, de vital importancia para el planeta, se desencadenó una profunda crisis por causa de una prolongada intervención humana, donde predomina una “cultura del descarte” (LS 16) y una mentalidad extractivista. La Amazonía es una región con una rica biodiversidad, es multiétnica, pluricultural y plurirreligiosa, un espejo de toda la humanidad que, en defensa de la vida, exige cambios estructurales y personales de todos los seres humanos, de los estados y de la Iglesia”.
Estas palabras de nuestros pastores latinoamericanos son el eco claro del sentir del papa Francisco que nos dice: “Las predicciones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía. A las próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desierto y suciedad. El ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, solo puede terminar en catástrofe, como de hecho ya está ocurriendo periódicamente en diversas regiones. La atenuación de los efectos del actual desequilibrio depende de lo que hagamos ahora mismo, sobre todo si pensamos en las responsabilidades que nos atribuirán los que deberán soportar las peores consecuencias” (LS 161).
En el mes de diciembre, en nuestro país se desarrollará la COP 25, que justamente tratará sobre el cambio climático. Clamamos a Dios que, en esta cumbre, a diferencia de las anteriores, los representantes de los gobiernos del mundo entero tomen medidas concretas y conducentes a salvar el planeta y al pulmón verde del mundo como es la Amazonía, mediante un cambio profundo y real del sistema de producción y consumo, donde el bien común sea prioritario ante los intereses privados de unos pocos.
Invitamos a todos los Estados y a las personas de buena voluntad a mirar a San Francisco de Asís como ideal que nos inspira para construir un nuevo modelo económico y de convivencia universal con capacidad de fraternidad y de respeto por toda la creación.
Les invitamos a dejarnos inspirar por el “Cántico de las criaturas” de San Francisco de Asís:
Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.
Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
¡Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal!
Bienaventurados a los que encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.
Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.
Fr. Isauro Covili L., ofm
Ministro provincial
Fuente: Oficina de comunicaciones Orden Franciscana de Chile