En su homilía, monseñor Héctor Vargas planteó que: “Como base del florecimiento humano, el trabajo es clave para el desarrollo espiritual, siendo fundamental para el desarrollo social”. Agregó que: “El trabajo no puede considerarse como una mercancía ni un mero instrumento en la cadena productiva de bienes y servicios, sino que, al ser primordial para el desarrollo, tiene preferencia sobre cualquier otro factor de producción, incluyendo al capital”.
Enfatizó en: “Es importante recordar que cualquier tarea debe estar al servicio de la persona y no la persona al servicio de ésta, lo cual implica que debemos cuestionar las estructuras que dañan o explotan a personas, familias, sociedades o a nuestra madre tierra”.
Ahondó en que “Se necesita de un diálogo sincero y profundo para redefinir la idea del trabajo y el rumbo del desarrollo.” Estamos conscientes que el diálogo no se dará naturalmente. Hace falta agentes que trabajen sin cesar para generar procesos de diálogo en todos los niveles (…) la experiencia nos dice que para que un diálogo sea fructífero, es preciso partir de lo que tenemos en común”.
Se refirió a los sindicatos y movimientos de trabajadores, a quienes se manifestó que “deben ser expertos en solidaridad. Hoy en día uno de los desafíos de los sindicatos, es educar conciencias en solidaridad, respeto y cuidado.
La conciencia de la crisis del trabajo y de la ecología necesita traducirse en nuevos hábitos y políticas públicas (…) necesitamos una sinergia suficiente entre trabajadores, empresarios y autoridades, que les permita proponer líneas de acción concretas desde la mirada de los propios trabajadores, que nos conduzcan a un desarrollo humano integral, sostenible y solidario”.
Fue así, que se refirió a algunas situaciones de la realidad, “Entre las cosas que preocupan fuertemente, es que al menos el 50% de las mujeres son jefas de hogar. Se hace necesario, por tanto, cuidar el futuro de la sociedad, buscando formas de mayor acompañamiento, que permitan evaluar la situación laboral, de vivienda, salud y las condiciones en que trabajan, con el fin de asegurarles trabajos justos y dignos, en que puedan acceder a los beneficios sociales que exige la ley”.
Además, se refirió a la preocupante situación del trabajo rural mapuche: “Ya no se cuenta con una normativa que les aseguren los medios y recursos necesarios, que les permitan trabajarla y hacerla productiva en sintonía con las características de su cosmovisión”.
Señaló que: “Otro tema que suele inquietar, dice relación con la quiebra de empresas, tanto por las lamentables consecuencias para sus dueños que ven frustrados años de sueños y sacrificios, quedando a veces en una situación económica de angustia, como para sus trabajadores que pierden su fuente laboral”.
También, apuntó a la situación migratoria y las condiciones que se le brindan hoy en día.
En sus palabras, el obispo destacó aquellos emprendedores que generan nuevas oportunidades de trabajo y de desarrollo a escala humana, en armonía y objetivos compartidos con sus trabajadores, desde las pequeñas pymes hasta grandes empresas.
Fuente: Comunicaciones Temuco