La liturgia estuvo organizada por el Movimiento Sagrada Familia de Nazaret, o Nazarenos, que cumplió 25 años de presencia en la arquidiócesis y la Delegación para la Pastoral Familiar. Marisol Amigo, integrante de los cinco matrimonios que dirigen el movimiento en Santiago, señaló que ellos buscan seguir a la Sagrada Familia. “Sin duda que la familia, que es la base de la sociedad, está viviendo momentos muy difíciles. Estamos insertos en un mundo en que los valores se ven trastocados, y nuestro movimiento cree que sí la familia puede estar unida a Cristo y así sortear todo lo que hoy estamos viviendo como sociedad”.
En la homilía, el Arzobispo de Santiago presentó a Jesús, María y José como los miembros de la Familia de Nazaret, la que tuvo, dijo, las mismas dificultades que toda familia humana, incluso el rechazo cuando quiso encontrar un lugar para que naciera Jesús, “aquel que es la luz no es acogido entre los suyos”. Su familia, agregó, “experimenta desde los primeros días el exilio y debe huir a Egipto”. Ellos, en ese momento y luego en su vida en Nazaret, descubren la fe en la providencia divina, sin esa fe, “la familia de Nazaret no tendría sentido”. Añadió que esa “es una familia unida, donde reinan el amor, la solidaridad y el respeto mutuo”, y que esta es la familia que Dios nos presenta como modelo para toda familia.
El arzobispo pidió a Dios que dé a las madres y padres “un amor grande, un amor mutuo, una capacidad de amar a sus hijos como José y María amaron a Jesús. Y también que dé a los hijos la capacidad de imitar a Jesús en su crecimiento humano”.
Más adelante, el cardenal Ezzati invitó a renovar “nuestro compromiso de ir construyendo familias que sean semejantes a la familia de Jesús, María y José. Queremos comprometernos a que la familia recobre la dignidad que muchas veces en la cultura contemporánea parece haberse olvidado. Queremos ofrecer a nuestra sociedad y al mundo entero el testimonio de que sí es posible construir una familia unida, que sea signo y anticipo de la Trinidad Santa”.
El pastor recordó después un encuentro que tuvo hace dos meses con más 90 jóvenes de cuarto medio y universitarios, en el que respondieron dos preguntas de sus educadores. En esas respuestas señalaron, primero, que la felicidad más grande en su vida de jóvenes estaba en sus familias, en sus padres, hermanos y abuelos. En segundo lugar, expresaron que el dolor más grande de su vida de jóvenes fue la ruptura de relaciones entre sus padres. Nosotros como creyentes, dijo el arzobispo, “somos parte de las dificultades que sufre la familia de hoy, las tentaciones que sufre. Pero qué hermoso que podamos encontrar en la fe, en el ejemplo de María, José y Jesús, la fuerza para transformar la realidad de crisis nuestras familias en una realidad plena de luz, de gracia y de bondad”.
El Arzobispo de Santiago felicitó a todos aquellos que, a través de la pastoral familiar, de las parroquias, de los movimientos, “hacen de la familia un tesoro precioso para construirlo, valorarlo y presentaron como modelo de vida feliz y plena”. En forma particular, saludó a los miembros del movimiento de los Nazarenos, que “ha crecido y ha restituido a muchos la belleza de ser familia y construirla sobre la base seria del Evangelio del Señor”.
El diácono permanente José Manuel Borgoño, de la Delegado para la Familia, señaló por su parte que la fuerza de la familia hoy está en el ejemplo de José y María en Nazaret, que tienen en el centro a Jesús, “al que están cuidando y desarrollando, lo mismo que tenemos que hacer nosotros”.
Fuente: Comunicaciones Santiago