La noticia la dieron a conocer sus familiares quienes están haciendo las gestiones para trasladar sus restos mortales a la región de Aysén, y efectuar su acompañamiento final y funeral.
Desde el Vicariato lamentan la pérdida de un gran hermano en la fe, amigo y compañero de labores en su calidad de Secretario Pastoral.
Sin embargo, expresan la convicción de que “Tito” está viviendo su Pascua junto al Padre, y su Maestro y Amigo Jesús, al amparo cariñoso de la “Mamá de Aysén”, su querida y venerada Virgen María.
El programa de sus funerales será debidamente informado a través medios de comunicación de la Iglesia de Aysén y medios locales.
Una vida de fe, amor y servicio
Nuestro hermano diácono permanente Tito Calisto nació en Punta Arenas el 7 de enero de 1949. Fue hijo único de padres chilotes, trabajadores, muy religiosos y unidos entre sí. Su papá era un hombre muy sociable y alegre; su madre muy ordenada y organizada; los dos cultivaban gran devoción a la Virgen.
Tito, desde pequeño, creció en esta piedad popular chilota, aprendida de su familia y ambiente. Con ese legado hizo sus estudios durante 12 años en liceo salesiano “San José”, de Punta Arenas.
En 1969, Tito, hizo un curso de operadores telegráficos postales que aprobó exitosamente, lo que le permitió tener trabajo el año siguiente. Posteriormente, se trasladó a Puerto Aysén donde permaneció por 27 años. Su profesión le permitió conocer mucha gente y pueblos de la región.
De radiotelegrafista pasó a ser trabajador de dos importantes empresas de comunicaciones y transporte postal. En ese ambiente, Tito expresó que “le gustaba lo que hacía porque lo hacía crecer como persona y como servidor de la sociedad”, recuerda su formador, el Padre Damián Caldognetto.
Héctor “Tito” Calisto conoció a su futura esposa, Marta Barrientos Bahamondes, en 1974 con quien compartió el mismo ambiente laboral de comunicaciones en Puerto Aysén. El amor surgió y se casaron por la Iglesia el 17 de septiembre de 1976. Tuvo cuatro hijos: Marta Verónica, César Enrique, Dámaris Viviana y Juan Pablo, fallecido al nacer en octubre de 1986. Se agregan a esto sus nietos.
Vocación
Tito, confidenció a su formador que los gérmenes de su vocación se remontan a su temprana edad, en su ambiente familiar. Durante su formación escolar se encontró con sacerdotes-profesores y confesores, que lo marcaron en profundidad con sus enseñanzas religiosas y sus consejos espirituales.
En 6° año de humanidades, el padre Augusto Aliaga, inspector general del liceo salesiano, se acercó a su mamá preguntándole si alguna vez había pensado que su hijo podría ser sacerdote.
El nuevo despertar vocacional de Tito se manifestó en 1975 cuando participó en un seminario de vida en el Espíritu, predicado por el padre Carlos Aldunate. Allí se animó en la idea interior del diaconado.
Más tarde, al trasladarse a Coyhaique empezó a comentar con su formador su más íntimo deseo, que fue tomando más vivo interés sólo cuando el obispo Bernardo Cazzaro en octubre de 1987 instituyó la Escuela de Ministerios Laicales.
Tito, fue uno de los primeros en participar. Entró a esta Escuela el 15 de octubre de 1987, año en que esta se inició. Fue instituido lector por manos del padre Victorino Bertocco, el 10 de julio de 1988.
Desde 1986, condujo en radio Santa María un programa pastoral que primero llevaba el nombre de “Unidos en la fe” y posteriormente pasó a llamarse “Al Encuentro”.
En 1997 comenzó a servir como secretario pastoral en el Vicariato Apostólico. Junto a su esposa fue catequista de bautismo y, pastoralmente asesoró a las comunidades de El Blanco y Balmaceda; en Coyhaique en el Santuario del Carmen y en Santa Teresita de Los Andes. Fue por varios años coordinador regional del movimiento de renovación carismática.
Puentes de Aysén, octubre 1997
“Aysén tendrá sus primeros diáconos casados”. Con este título el Obispo Vicario Apostólico de Aysén de la época, Aldo Lazzarin Stella, informaba a la Iglesia de Aysén la ordenación de dos diáconos permanentes para la región.
“El domingo 19 de octubre de 1997 fue ordenado diácono Héctor Calisto junto a Ramón Muñoz. Después de un largo camino de preparación y formación”, apuntaba la editorial del obispo.
“El Señor –continuaba el prelado– concede ahora a nuestra Iglesia de Aysén la gracia de tener sus dos primeros diáconos permanentes casados. Digo ‘primeros’ porque queremos y tenemos que formar cuanto antes un nuevo grupo de candidatos que vayan preparándose para recibir el mismo sacramento del diaconado permanente”.
“Para nuestra Iglesia de Aysén se trata de un gran regalo de Dios. Por eso los invito a darle gracias y a rezar mucho para que el Señor, por la intercesión de la Virgen María, llene de su Espíritu a los hermanos que van a ser ordenados y suscite nuevas vocaciones para este ministerio”.
“Es importante –destacaba el obispo– saber también que, para ordenar a un diácono permanente, la Iglesia exige la solidaridad en la fe y la colaboración de parte de la esposa e hijos”
Fuente: Vicariato Apostólico de Aysén
Región de Aysén - Patagonia chilena