El Papa en Irlanda: "El fracaso ante los abusos es causa de sufrimiento"
En el primer discurso en Irlanda, además de abordar el motivo de su viaje: el Encuentro Mundial de Familias, Francisco se refirió a los abusos sexuales, al desafío de la migración y a la cultura del descarte que “nos ha hecho cada vez más indiferentes ante los miembros más indefensos de la familia humana”, incluso los no nacidos.
El sábado 25 de agosto el Papa Francisco aterrizó en el aeropuerto internacional de Dublín a las once y media de la mañana hora local. La primera cita del Papa fue en el Castillo de Dublín, sede de representación del gobierno irlandés. Allí dirigió su primer discurso a las autoridades del país, a la sociedad civil y al cuerpo diplomático, tras haber realizado su visita privada al Presidente de la República en el Palacio Presidencial.
Después de agradecer la amistosa acogida recibida, el Papa habló en primer lugar del motivo de su visita, el Encuentro Mundial de las Familias, que es oportunidad para las familias– dijo- no sólo para que reafirmen su compromiso, sino para que testimonien el papel único que ha tenido la familia en la educación de sus miembros y en el desarrollo de un sano y próspero tejido social.
"Me gusta considerar el Encuentro Mundial de las Familias como un testimonio profético del rico patrimonio de valores éticos y espirituales, que cada generación tiene la tarea de custodiar y proteger", aseguró.
Hay que recobrar el sentido de ser una familia de pueblos
No faltó la consideración del Pontífice acerca de las dificultades que las familias tienen que afrontar en la sociedad actual, y se refirió a la necesidad de recobrar, en cada ámbito de la vida política y social, el sentido de ser una verdadera familia de pueblos.
"Si hablamos del mundo entero como de una única familia, es porque justamente reconocemos los nexos de la humanidad que nos unen e intuimos la llamada a la unidad y a la solidaridad, especialmente con respecto a los hermanos y hermanas más débiles. Sin embargo, nos sentimos a menudo impotentes ante el mal persistente del odio racial y étnico, ante los conflictos y violencias intrincadas, ante el desprecio por la dignidad humana y los derechos humanos fundamentales y ante la diferencia cada vez mayor entre ricos y pobres", subrayó.
La verdadera paz requiere de nuestra conversión
El Santo Padre recordó además el conflicto que separó a los irlandeses en décadas precedentes, y el histórico Acuerdo del Viernes Santo o Acuerdo de Belfast, que puso fin al conflicto de Irlanda del Norte. E hizo presente que la verdadera paz, requiere de nuestra parte una conversión constante, para construir una sociedad realmente solidaria, justa y al servicio del bien común.
"Sin este fundamento espiritual, el ideal de una familia global de naciones corre el riesgo de convertirse solo en un lugar común vacío", manifestó el Pontífice.
La cultura del descarte que nos hace indiferentes
El Papa Francisco prosiguió preguntando si se puede decir que el objetivo de crear prosperidad económica conduce por sí mismo a un orden social más justo y ecuánime, o si en cambio el crecimiento de una cultura del descarte materialista, nos ha hecho cada vez más indiferentes ante los pobres y los miembros más indefensos de la familia humana, incluso de los no nacidos, privados del derecho a la vida.
"Quizás el desafío que más golpea nuestras conciencias en estos tiempos – observó - es la enorme crisis migratoria, que no parece disminuir y cuya solución exige sabiduría, amplitud de miras y una preocupación humanitaria que vaya más allá de decisiones políticas a corto plazo".
El fracaso ante los abusos es causa de vergüenza
"Considerando la realidad de los más vulnerables, no puedo dejar de reconocer el grave escándalo causado en Irlanda por los abusos a menores por parte de miembros de la Iglesia encargados de protegerlos y educarlos", señaló el Papa.
En el primer discurso el Papa abordó el escándalo de los abusos sexuales por parte de miembros del clero que causó tanto dolor en la Iglesia Irlandesa. Y reconoció que el fracaso de las autoridades eclesiásticas —obispos, superiores religiosos, sacerdotes y otros— al afrontar adecuadamente estos crímenes repugnantes, ha suscitado justamente indignación, y que permanece como causa de sufrimiento y vergüenza para la comunidad católica.
"Yo mismo comparto estos sentimientos", afirmó, y recordó las medidas tomadas por su predecesor, el Papa Benedicto.
"Deseo que la gravedad de los escándalos de los abusos, que han hecho emerger las faltas de muchos, sirva para recalcar la importancia de la protección de los menores y de los adultos vulnerables por parte de toda la sociedad", continuó.
Que Irlanda no olvide el mensaje cristiano
En la última parte del discurso el Pontífice recordó los casi noventa años de armonía y colaboración solícita entre la Santa Sede y el Estado de Irlanda, y el restablecimiento de las relacionas amistosas de reciente, tras una única nube pasajera en el horizonte, y destacó la figura de los santos del país, y la de los hombres y mujeres que hoy se esfuerzan por enriquecer la vida de la nación con la sabiduría nacida de la fe.
Por último rezó para que Irlanda, "mientras escucha la polifonía de la discusión político-social contemporánea, no olvide las vibrantes melodías del mensaje cristiano que la han sustentado en el pasado y puedan seguir haciéndolo en el futuro".
Fuente: Vatican News
Dublín, 25 de Agosto, 2018