Arzobispo de La Serena destaca importancia de transmitir el valor de la solidaridad
Durante el mes de agosto, la Iglesia en Chile renueva su compromiso de acudir en ayuda y compañía al hermano más necesitado. Y es que, si bien para los católicos la solidaridad es
un modo permanente de vida, es en estos días, en memoria de uno de sus mayores exponentes a nivel nacional, el Padre Alberto Hurtado, que a lo largo y ancho del país se multiplican acciones solidarias. Sobre el valor que tiene para la sociedad el
dar, siempre dar, hasta que se nos caigan los brazos de cansancio, como nos enseñara el santo chileno, es que en conversación con Mons. René Rebolledo, manifestó que es fundamental transmitir un
espíritu solidario a las nuevas generaciones.
¿Qué inspira principalmente a la Iglesia en Chile durante el mes de la solidaridad 2018?
Este año todas las pastorales están orientadas por el lema del Congreso Eucarístico, “
¿Qué haría Cristo en mi lugar?”. Esta consigna es tremendamente valiosa e inspiradora para el
Mes de la Solidaridad. Es una de las más bellas y profundas expresiones que nos legara san Alberto Hurtado, memorada por el Papa Francisco en el encuentro con los jóvenes en el Santuario Nacional de Maipú el miércoles 17 de enero. Sin duda, nos abre a numerosas perspectivas, una de ellas es a contemplar la prioridad y el gran espacio que nuestro Señor ha dedicado a los sufrientes, enfermos, pobres, necesitados. Bajo su inspiración y en su ejemplo, la gran preocupación que debemos tener sus discípulos misioneros es por quienes hoy están sufriendo. Se trata de potenciar, cada vez más, una cultura solidaria. Nuestros pastores en Aparecida nos han animado en esta senda: “los discípulos y misioneros de Cristo promueven una cultura del compartir en todos los niveles en contraposición de la cultura dominante de acumulación egoísta, asumiendo con seriedad la virtud de la pobreza como estilo de vida sobrio para ir al encuentro y ayudar a las necesidades de los hermanos que viven en la indigencia” (DA 540). En mi lugar, en nuestro lugar, Cristo el Señor acudiría a las múltiples necesidades de hermanos que están sufriendo y que precisan de nuestra solidaridad.
¿A quiénes estima usted deberíamos brindar mayor apoyo y atención?
Durante el 2018, al igual que en 2017 y 2016, la Iglesia en Chile en la
Campaña Cuaresma de Fraternidad, bajo el lema “Tu aporte y mi experiencia valen”, destina los fondos recaudados por este concepto a los adultos mayores del país. Así hemos procurado vivir en un espíritu solidario la Cuaresma de este año. Es importante que permanezca vivo el llamado a tomar conciencia de la cruda realidad que viven numerosos adultos mayores, a quienes debemos ayudar, acompañar y reconocer en su dignidad. Ellos se han entregado por completo, dando amor a sus seres queridos, sacrificándose de forma austera y generosa. No obstante, un gran número de ellos lo está pasando mal. Es una tarea pendiente la preocupación por los adultos mayores, un sector al cual debemos atender prioritariamente.
Cabe destacar que las personas mayores deben enfrentar una serie de problemas y factores de riesgo que vulneran su dignidad y derechos. Junto con lo anterior, es posible observar diversas problemáticas en relación a temas de salud integral, pensiones, maltrato, dependencia, entre otros, por lo que queremos manifestarles nuestra cercanía y solidaridad, procurando retribuir cuanto ellos han hecho por nosotros.
De mi parte, agradezco a todos su preocupación por los adultos mayores, a instituciones y voluntariados, como igualmente la entusiasta colaboración con la Campaña Cuaresma de Fraternidad 2018. Obviamente, los fondos recaudados son significativos también de una actitud permanente de preocupación por los adultos mayores.
Monseñor, ¿cómo se vive el espíritu solidario en la Arquidiócesis de La Serena?
Es gratificante constatar que las parroquias, comunidades, movimientos apostólicos, pastorales y católicos en general, viven la solidaridad como un
modo permanente de vida. Año a año se va instalando, gracias también a la Cuaresma de Fraternidad, a las semanas sociales, al Mes de la Solidaridad, una
cultura solidaria. Lo importante es que se potencie y sea un estilo de vida, un modo de vivir, a ejemplo de Cristo y de los santos, particularmente de san Alberto Hurtado. Promovamos, pues, este espíritu del compartir. Todo lo hemos recibido de Dios, el don de la vida, la salud, los dones y talentos, entre otros. ¿Cómo vivir agradeciendo a Dios por todo ello? ¿Cómo compartir con los demás,
de lo nuestro, también como expresión de gratitud a Dios? ¡Cristo es nuestro modelo e inspirador de vida! Los santos nos ayuden a afianzarnos en las huellas de nuestro Maestro.
Para finalizar ¿cree usted que las nuevas generaciones tienen de forma innata el valor de la solidaridad?
En todas las comunidades constatamos el entusiasmo de los jóvenes por acudir en emergencias y compartir con quienes las están padeciendo. Por otra parte, numerosas comunidades juveniles tienen en sus propósitos el acercamiento a las personas que sufren, particularmente a los pobres. Se multiplican las iniciativas en tiempo de Cuaresma, en vacaciones de invierno y verano, como digo, especialmente ante catástrofes. Sin embargo, estimo que es prioridad ayudarlos a asumir lo que llamamos una cultura solidaria. Ellos son el presente y el porvenir de la sociedad y de la Iglesia. Si los jóvenes entran en este espíritu solidario y son generosos en consolidarlo en sus propias vidas, favoreciendo una
cultura de la solidaridad, como un aspecto fuerte en su seguimiento del Señor, nos alegraríamos de ofrecer a las próximas generaciones un aporte verdaderamente significativo.
Fuente: Comunicaciones La Serena