El necesario diálogo entre cristianos y musulmanes
El Papa Benedicto XVI recibió este lunes en el palacio apostólico de Castelgandolfo al cardenal Paul Poupard, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, junto con representantes de países de mayoría musulmana que mantienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede.
Participaron en la reunión los jefes de las misiones de Kuwait, Jordania, Pakistán, Qatar, Costa de Marfil, Indonesia, Turquía, Bosnia-Herzegovina, Líbano, Yemen, Egipto, Irak, Senegal, Argelia, Marruecos, Albania, Liga de los Estados Árabes, Siria, Túnez, Libia, Irán y Azerbaiyán, así como 14 miembros de la Consulta islámica en Italia y dos representantes del Centro Islámico Cultural de Italia y de la Oficina de la Liga Musulmana Mundial.
Tras un breve saludo del cardenal Poupard, Benedicto XVI aseguró que había deseado este encuentro "para consolidar los lazos de amistad y de solidaridad entre la Santa Sede y las comunidades musulmanas del mundo".
"Hoy quisiera resaltar -dijo el Santo Padre hablando en francés- toda la estima y el profundo respeto que nutro por los creyentes musulmanes".
El Papa recordó que desde el inicio de su pontificado había expresado el deseo de que "se sigan consolidando puentes de amistad con los fieles de todas las religiones, con un particular aprecio por el crecimiento del diálogo entre musulmanes y cristianos".
"En un mundo marcado por el relativismo, y que con mucha frecuencia excluye la trascendencia de la universalidad de la razón, tenemos gran necesidad de un diálogo auténtico entre las religiones y entre las culturas, un diálogo capaz de ayudarnos a superar juntos todas las tensiones en un espíritu de colaboración fructífera".
"En continuidad con la obra emprendida por mi predecesor, el Papa Juan Pablo II, confío vivamente que las relaciones inspiradas en la confianza, que se han instaurado desde hace varios años entre cristianos y musulmanes, no solo prosigan sino que se desarrollen en un espíritu de diálogo sincero y respetuoso, fundado en un conocimiento recíproco cada vez más auténtico, que reconoce con alegría los valores religiosos comunes y que, con lealtad, respeta las diferencias".
El Santo Padre señaló que "el diálogo interreligioso e intercultural constituye una necesidad para construir juntos el mundo de paz y de fraternidad ardientemente deseado por todos los hombres de buena voluntad. En este ámbito, nuestros contemporáneos esperan de nosotros un testimonio elocuente que pueda indicar a todos el valor de la dimensión religiosa de la existencia".
"Por eso -continuó-, es necesario que, fieles a las enseñanzas de sus propias tradiciones religiosas, cristianos y musulmanes aprendan a trabajar juntos, como ya lo hacen en distintas experiencias comunes, para evitar toda forma de intolerancia y oponerse a toda manifestación de violencia; además, nosotros, autoridades religiosas y responsables políticos, tenemos que guiarles y alentarles en este sentido".
Benedicto XVI puso de relieve que "las experiencias del pasado deben ayudarnos a buscar las vías de la reconciliación para que, en el respeto de la identidad y de la libertad de cada uno, se instaure una colaboración fructuosa al servicio de toda la humanidad. Como el Papa Juan Pablo II afirmó en su memorable discurso a los jóvenes de Casablanca, en Marruecos, "el respeto y el diálogo exigen la reciprocidad en todos los campos, sobre todo por lo que respecta a las libertades fundamentales y más en concreto, a la libertad religiosa. Así se favorecen la paz y el entendimiento entre los pueblos".
El Santo Padre concluyó manifestando estar "profundamente convencido de que, en la situación en la que se encuentra el mundo hoy, es un imperativo para los cristianos y musulmanes comprometerse para afrontar juntos los numerosos desafíos con los que se enfrenta la humanidad, especialmente por lo que concierne a la defensa y promoción de la dignidad del ser humano y los derechos que se derivan de ella. Mientras crecen las amenazas contra el ser humano y contra la paz, al reconocer el carácter central de la persona humana y al trabajar sin descanso para que la vida humana sea siempre respetada, cristianos y musulmanes manifiestan su obediencia al Creador, cuya voluntad es que todos los seres humanos vivan con la dignidad que les ha dado".
Fuente: Servicio Informativo Vaticano
Vaticano, 25 de Septiembre, 2006