El Jefe de Estado fue acogido a la entrada del templo por los canónigos de la catedral y el alcalde de Santiago, Felipe Alessandri, y se ubicó en el estrado especial junto a los presidentes de la Corte Suprema, Senado y Cámara de Diputados.
La Liturgia de la Palabra comenzó con la bienvenida a todos los presentes y luego se proclamaron tres textos bíblicos, referidos al don de la sabiduría que proviene de Dios y a la actitud de servicio que Jesucristo pide a quienes ejercen algún tipo de poder.
En su homilía, el cardenal Ricardo dio la bienvenida a Sebastián Piñera y le señaló: "Bienvenido, Señor Presidente, a esta histórica Catedral de Santiago, techo común de la Patria que, desde los albores de su historia y hasta el día de hoy, ha cobijado tantos momentos trascendentes de su vida; espacio espiritual de encuentro y de esperanza; lugar donde se han enjugado lágrimas y mitigado dolores, y donde se han vuelto a despertar los más nobles propósitos de caminar unidos hacia tiempos mejores y, a pesar de las legítimas diferencias, se ha podido, se puede y se podrá, mirarse a los ojos, reconocerse hermanos y hermanas, y juntos, otear los prometedores horizontes de la patria, que brotan de la certeza de ser hijos del mismo Padre Dios, llamados a hacer de Chile "un hogar para todos".
Sabiduría, fortaleza y templanza para el nuevo gobierno
Luego expresó a la primera autoridad del país: "Para usted, Señor Presidente, y para todos aquellos y aquellas que han asumido la hermosa y desafiante misión de servir la vida del pueblo de Chile, invocamos la fuerza que viene de lo Alto, la sabiduría que procede de Dios, la fortaleza y la templanza". Y aseguró que "elevamos nuestra oración al Padre de los Cielos, por usted, por quienes comparten su responsabilidad y por todo el Pueblo de Chile, ya que todos hemos sido llamados a ser protagonistas y no meros espectadores de una historia común".
Más adelante, el Arzobispo de Santiago recordó al rey Salomón, que no pidió a Dios riquezas, sino: "Enséñame a escuchar para que sepa gobernar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal". El cardenal destacó que "el joven rey no pide "larga vida" para sí; no pide riquezas; no pide la destrucción de sus adversarios. Solo pide "inteligencia" para acertar en el gobierno; un corazón que sepa escuchar el clamor de su pueblo. Y, al Señor le pareció bien que Salomón pidiera aquello: "Te daré lo que has pedido, una mente sabia y prudente, como no la hubo antes ni la habrá después de ti". Es el don que, con afecto pedimos también para usted y para quienes generosamente lo acompañan en su noble tarea de gobernar a Chile."
Más adelante en su homilía el arzobispo se refirió al evangelio proclamado de las Bienaventuranzas del Reino, que constituye, dijo, "el horizonte hacia el cual, una vez más, somos invitados y desafiados a caminar".
El "escándalo" de la concentración de las riquezas
El cardenal Ezzati afirmó después que tanto el actual cambio de época como también el inicio de un nuevo gobierno, "son una ocasión propicia para renovar el propósito de trabajar con tesón y de luchar con perseverancia frente a tantos desafíos que afectan y hacen sufrir a quienes, en nuestra sociedad, aún viven al margen del bienestar, en la periferia de una sociedad que ha crecido sin equidad y con una insuficiente solidaridad.
"Me ha llamado fuertemente la atención el juicio de un experto mundial en economía que, en vísperas de Navidad aseveró: "La globalización, sin reglas, ha enriquecido aún más a las multinacionales; ha pagado menos la obra de mano; ha empobrecido la clase media de los países occidentales y ha marginado a no pocos trabajadores" y, con fuerza de un profeta secular, denunciaba el escándalo que significa el hecho que los ocho hombres más ricos del mundo son poseedores de la misma cantidad de dinero que deben repartirse 3.600 millones de pobres."
Y añadió: "Ciertamente, este no es el camino de las bienaventuranzas que Jesús propone. En la carta pastoral "Chile, un hogar para todos", el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal ha querido ofrecer una palabra sobre los grandes desafíos que la sociedad chilena está llamada a enfrentar y superar. Entre ellos se destaca: "La pobreza que, aunque ha disminuido, sigue afectando todavía una parte importante de la población"". Y siguió señalando a "la familia y la creciente inestabilidad matrimonial; la situación desmejorada de la mujer en la organización de la sociedad; el desafío de acompañar a los jóvenes en la realización de sus grandes ideales, la urgencia de ofrecer a los menores de edad desvalidos, protección y educación de calidad. El país no puede cerrar los ojos frente a quienes reclaman una digna y pronta atención para su salud, a los privados de libertad, a los adultos mayores, siempre más numerosos, a los miles de migrantes en busca de horizontes mejores y, de forma especial, frente a nuestros hermanos mapuche y a otros pueblos originarios".
Añadió el pastor: "A los pobres, a los afligidos, a los desposeídos y a los que tienen hambre y sed de justicia; a los misericordiosos, a los limpios de corazón, a los que trabajan por la paz, a los perseguidos a causa del bien, las bienaventuranzas abren las puertas de tiempos mejores, porque el Reino de los Cielos les pertenece, porque serán consolados, porque heredarán la tierra, porque sus aspiraciones serán saciadas".
En la parte conclusiva de sus palabras, el cardenal volvió a citar la carta pastoral de los obispos, que señala finalmente: "La felicidad de Chile, hogar de todos y todas, dependerá del esfuerzo que juntos despleguemos, unos a favor de otros, por el bienestar común, por la dignidad de cada uno y cada una, especialmente de los más vulnerables entre nosotros". El Arzobispo de afirmó que "estos son también los buenos deseos y las intenciones que confiadamente presentamos ante el Padre Dios en esta solemne oración".
Terminada la homilía, representantes de las diversas confesiones cristianas oraron por el Presidente de la República, los jóvenes y niños, los pobres, los enfermos, las familias, los trabajadores y empresarios, las diversas etnias y por las naciones hermanas.
Después del saludo de la paz, representantes de las comunidades judía y musulmana adhirieron a la oración por el gobierno y el país. Luego de la bendición, todos los presentes entonaron el Himno Nacional y el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati se dirigió al estrado presidencial para saludar al Primer Mandatario, a quien le expresó: "Los mejores votos para su gobierno y que el Señor lo acompañe". El Presidente Piñera recibió el saludo de los diversos ministros religiosos presentes en la Oración Ecuménica y fue acompañado junto a su esposa, Cecilia Morel, por el cardenal Ezzati y el Deán de la catedral, monseñor Juan Suárez, hasta la salida del templo.
GALERÍA DE IMÁGENES
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Fuente: Comunicaciones Santiago
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