En sus palabras, el obispo de Temuco, les expresó que: “Los diáconos, confortados con la gracia sacramental, sirven al Pueblo de Dios en el ministerio de la Liturgia, de la Palabra y de la Caridad. Señaló además que el 4 de septiembre de 1967, la Conferencia Episcopal de Chile,- la primera en pedirlo a nivel mundial-, solicitó a la Santa Sede, la autorización para establecer el diaconado permanente en este país, con los propósitos para mantener la fe en las comunidades aisladas, para fortalecerlas en las comunidades numerosas de las ciudades y en los barrios populares, para suplir la escasez de sacerdotes y al mismo tiempo para enriquecer el apostolado de la Iglesia”. Cabe destacar, que los primeros diáconos en esta diócesis fueron Pedro Lucero y Juan Iturriaga.
Monseñor Héctor Vargas, fue muy enfático en manifestar que: “Debemos amar a los pobres en manera preferencial, como Jesucristo. Ser solidarios con ellos. Buscar construir una sociedad justa, fraterna y pacífica. Los diáconos se identifican muy especialmente con la caridad (…) El discípulo de Jesús, no puede caminar por una vía diferente a la del Maestro, sino que si quiere anunciar, debe imitarlo”.
El diaconado permanente, en los últimos años, ha crecido favorablemente la conciencia en torno a la propia misión eclesial, no ligada únicamente al ejercicio del ministerio litúrgico, sino abierta a otros campos como el acompañamiento de comunidades y capillas que por la actividad diaconal se convierten en centros vivos de acogida, participación y evangelización, presencia en ambientes educativos, laborales y otros, tareas de solidaridad y caridad evangélica, en la catequesis, pastoral de trabajadores, pastoral bíblica. También, como administradores de bienes, jueces o en el cargo de Cancilleres Diocesanos, etc”.
Fue así, que reiteró su gratitud y a sus familias, “La Iglesia, les da las gracias y a su vez reconoce su entrega y trabajo ministerial. Al mismo tiempo, darles mucha fortaleza para que caminen por la vía de la santidad personal, para que vivan una intensa vida de oración y de espiritualidad diaconal, de la que sobre todo depende la eficacia del ministerio”.
Fuente: Comunicaciones Temuco