Para la Iglesia agosto es un mes rico en celebraciones, en que se hace memoria de los santos y conmemoran acontecimientos eclesiales significativos. El día 18, por disposición del Parlamento chileno, tiene lugar el Día Nacional de la Solidaridad, aniversario de la pascua de san Alberto Hurtado. Poco a poco, se ha comenzado a celebrar no tan sólo un día o una semana, sino que hoy hablamos del Mes de la Solidaridad. Es en este contexto, que conversamos con el Arzobispo de La Serena, Mons. René Rebolledo.
¿Cómo ha sido este paso de un día a un mes de la solidaridad?
Es un proceso que se ha dado en forma paulatina. El 18 de agosto es el Día Nacional de la Solidaridad en recuerdo y honor de san Alberto Hurtado, quien hiciera del amor manifestado al hermano un estilo permanente de vida y acción evangélica. Me parece muy significativo que las comunidades pasaran de un día, a una semana, para llegar en la actualidad a un mes. Esto nos indica que la solidaridad debe ser un modo permanente de vida.
¿Qué aspectos son los más relevantes para la Iglesia en la celebración del mes de la solidaridad?
Ante todo tener presente que para los cristianos hablar de solidaridad es referirnos al amor de Dios y del prójimo. Estamos llamados a contemplar el ejemplo que nos dio Cristo, dado que Él “nos amó hasta el extremo” (Jn 13, 1), entregando su vida por amor a todos. De igual modo, también nosotros debemos crecer en el amor a Dios y al prójimo. ¡Los santos nos dan un bello ejemplo al respecto!
¿En qué sentido?
A lo largo de la historia de la Iglesia, hombres y mujeres de todos los tiempos, nos han dejado un ejemplo imborrable de una vida entregada a los que sufren, a los pobres, a los abandonados, entre otras miles de expresiones. Podemos decir una vida perdida para criterios mundanos, sin embargo ganada para el Reino de Dios.
En efecto, en el contexto de agosto, el 15 de este mes celebramos la Solemnidad de la Asunción de María al cielo. Destacamos en este misterio, obviamente entre otros aspectos, la solidaridad de Dios para con el hombre. En la Asunción contemplamos el triunfo de Dios, dado que María es el anticipo de lo que llegaremos a hacer un día, vivir para siempre en Dios. Ella es también modelo de la vida consagrada, hombres y mujeres que viviendo su vocación testimonian el Evangelio con su vida por todo el mundo. Ellos anticipan de este modo las promesas del Reino.
La Iglesia, especialmente los sacerdotes diocesanos, celebramos con alegría el viernes 4 de agosto el recuerdo de otro gran pastor, san Juan María Vianney, párroco de Ars, un pequeño poblado de Francia. Cómo no recordar y tener presente la misión de los sacerdotes en la Arquidiócesis y en la entera Iglesia. Ellos están llamados a testimoniar el amor misericordioso y solidario del Buen Pastor para su pueblo.
Celebramos, igualmente, a san Lorenzo el 10 de agosto, patrono de los diáconos y también reconocido como el santo patrono de los mineros. Él es un ejemplo de fe, entrega y servicio, preferentemente a los más desposeídos, enfermos y ancianos.
¡Cuánto nos alegra que agosto, mes solidario, evoque a san Alberto Hurtado! Felizmente es creciente el amor a este gran compatriota que hizo de la solidaridad su modo de vida.
Para finalizar ¿Cómo puede crecer una comunidad en solidaridad?
Sin duda, las formas son múltiples. Lo importante es que nos reconozcamos pueblo de Dios en marcha, junto a sus pastores. Hemos recibido del Señor el mandato de amar a Dios y al prójimo, también de enseñar y hacer vida en nuestras comunidades el Evangelio. ¡Todos los bautizados llevamos en nuestra vida el sello del ejemplo de Cristo! ¿Podríamos efectivamente, si queremos ser verdaderos discípulos misioneros del Señor, no seguir sus huellas en el amor que Él nos ha manifestado? Una nota característica de la Iglesia es la prioridad que está llamada a concretar en su reflexión, evangelización y celebración, el amor que debe manifestar concretamente por los pobres del Señor. ¡No olvidemos nunca este gran desafío! Si las actividades previstas para celebrar el Mes de la Solidaridad favorecen el cumplimiento de este reto, bien vale la pena empeñarnos cada año en intensificar su celebración en nuestras comunidades.
Fuente: Comunicaciones La Serena