Con un llamado a vivir la Eucaristía en plenitud y valorar el gran tesoro que es para la Iglesia, Monseñor Cristián Caro realizó la conferencia “La Eucaristía centro de la Iglesia, cumbre y fuente de la vida cristiana”, en el marco del Congreso Eucarístico que realiza la Diócesis de Santa María de Los Ángeles.
Ante más de 600 personas que llegaron hasta las dependencias del Liceo Alemán, el Arzobispo de la Arquidiócesis de Puerto Montt expresó que es necesario conocer la Eucaristía para amarla, ya que solo se conoce lo que se ama por ello, en sus palabras, instó a los presentes a comprender la importancia que tiene este sacramento para la Iglesia y para la vida cristiana, tal como lo recoge el lema de este congreso “Sin la Eucaristía dominical, nada podemos”, indicó.
Asimismo, señaló que la Eucaristía es la “Fuente y cumbre de la vida y la misión de la Iglesia, si yo fui a misa, soy llamado a salir en misión; la Eucaristía al comunicarnos el amor de Cristo nos impulsa a la misión y la solidaridad”, por ello, instó a los católicos a vivir la Eucaristía para vivir diariamente la solidaridad, para erizar una sociedad más fraterna, más justa, más solidaria y en paz “que permita fomentar la cultura de la vida, nos impulse a crear una sociedad, de respeto y promoción de la vida humana, que comienza desde vientre materno”, explicó.
En su Catequesis, Monseñor Caro, explicó el dinamismo de la celebración eucarística que contiene diversos tiempos como de los de congregación en la asamblea, de la palabra, de la Eucaristía y el envío; así también, indicó que el poder de este sacramento es el de Cristo resucitado que es signo de la luz, de la palabra, de la vida “cada vez que se celebra la eucaristía tenemos el recuerdo vivo, el memorial de la fe, que es actual, vivo, presente, es Cristo ayer, hoy y siempre”.
Al finalizar su presentación, el Arzobispo, lo hizo con las palabras de San Alberto hurtado al indicar que es necesario “hacer de mi misa el centro de mi vida, prepararme a ella con mi vida interior y sacrificios que serán ostias de ofrecimiento, continuándola durante el día, dejándome partir y dándome en unión con Cristo, es decir, mi misa es mi vida, y mi vida, una misa prolongada”.
Fuente: Comunicaciones Los Ángeles