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“Acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes forzados es un deber de justicia, civilización y solidaridad”, señaló el Papa Francisco, al recibir a los participantes del Foro Internacional que se está llevando a cabo en Roma, donde la protagonista fue una mujer migrante que vive y trabaja en nuestro país hace 17 años.

Al igual que todos los migrantes que llegan a Chile, Ofelia venía en busca de oportunidades y es así como hace 17 años que trabaja en una casa de acogida para migrantes de la Iglesia de Santiago, en la comuna de Providencia.

“Yo hago mi trabajo con mucho amor y cariño. Sé el sentimiento de un migrante, lo que es extrañar la casa, la familia, las costumbres, las fechas importantes. Ellos necesitan apoyo, yo las entiendo y les digo que es un sacrificio que uno hace por la misma familia, uno no sale de su país porque quiere, si no por un motivo, ese motivo es la familia”, señaló luego de reunirse con el papa donde se mostró bastante emocionada.

“Fue algo que nunca imaginé. No se puede describir la paz que se siente, nunca pensé estar tan cerca de él, darle la mano y que él me hable. Me dijo “no aflojes, sigue adelante”, sobre la misión que uno tiene en la vida. El poder venir aquí y dar mi testimonio junto al Santo Padre es un privilegio que nunca pensé, es una obra de Dios por el trabajo que hago. Yo nunca lo pedí, nunca lo quise, yo doy porque me nace y quizás esto fue un premio”, comentó entre lagrimas.

El Padre Marcio Toniazzo director de INCAMI, del Arzobispado de Santiago, que trabaja con migrantes, también es parte de la casa de acogida donde Ofelia desarrolla sus labores.

“En el foro mundial hubo tres testimonios de distintas partes del mundo y uno de esos es el de Ofelia. Ella hace 17 años que trabaja con nosotros, es la mamá de la casa de acogida, es la encargada de alojamiento, del comedor y de la escuela de asesoras de hogar. Ella paso por lo que hoy viven todos los hermanos que llegan a Chile, los guía, los ayuda y les enseña”. Además el sacerdote agregó que Ofelia llegó como migrante a Chile, no tenía donde ir ni tampoco las herramientas para buscar trabajo. Un día se dio la posibilidad de que aportara en nuestra casa y así lleva 17 años trabajando y ayudando a los demás hermanos migrantes que pasan por nuestra casa de acogida. Ella les entrega seguridad, cariño y afecto a los que hoy recién comienzan la aventura de la migración”.

Fuente: Comunicaciones Santiago
www.iglesiadesantiago.cl

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