Estudiantes de más de cuarenta instituciones de educación secundaria y superior en Chile, se unieron este verano, fuera de las salas de clases, con un sólo objetivo: llevar a Cristo al corazón de más de dos millones de familias.
Uno de estos grupos nace en el año 2006. En ese entonces, jóvenes de la pastoral UC tomaron conciencia de la necesidad de trabajar con las comunidades a través de un proyecto de solidaridad cristiana. Constataron que había necesidades de construcción de espacios de encuentro, pero también la necesidad de reconstruir el alma de Chile. Así nació Misión País.
Llegaron el 3 de enero a sus destinos sin conocerse. Diez días después ya eran mejores amigos. Un proyecto que se sostiene en tres pilares: servicio de la Iglesia, la oración y María. Gabriela, una joven de Asunción, Paraguay, viajó a vivir la experiencia: “Quisimos venir a compartir con otras culturas, en otro país y llevar a Cristo, que traspase las fronteras”. Aquí, tanto la comunidad como los voluntarios, comparten una experiencia real de encuentro con Dios.
Tiempo para quienes creen que los sueños sí se pueden concretar y que con sus manos pueden construir esperanza para quienes lo necesitan.
Construyendo lugares de esperanza…
La comuna de La Granja fue una de las 89 localidades –de Arica a Punta Arenas-, beneficiadas con la llegada de los estudiantes que apostaron por el proyecto Capilla País… Aquí participan 35 jóvenes, entregando su testimonio de fe, construyendo capillas y talleres para la comunidad.
Catalina y Francisco, los organizadores, privilegiaron la construcción de la nueva capilla “María Misionera”, perteneciente a la parroquia Doce Apóstoles. María Catalina Villena, Jefa Zonal Capilla País nos cuenta: “No vinimos sólo a construir una capilla, sino también a formar comunidad, conocer gente distinta, y es increíble al final porque nosotros aprendemos de esta gente y ellos de nosotros”.
Su partner, Francisco Santa Cruz, también a cargo del grupo, la complementa: “Para mí las vacaciones son esto, es importantísimo, no me sé unas vacaciones sin esto. Aquí llevan cinco años haciendo peticiones por la capilla y la comunidad se pasó. Estamos súper contentos por la recepción y por lo que nos entregan cada día. Es una comunidad presente”.
Desde Ovalle hasta Puerto Montt, por segundo año consecutivo, busca responder el llamado del Papa Francisco y salir a las periferias, tanto territoriales como existenciales, para llevar la palabra de Dios.
Verónica, parte de la comunidad María Misionera y vecina de La Granja, los acompaña, los cuida y les lleva alimentos: “Ellos vienen de un lugar que no es igual al de nosotros. Podrían estar de vacaciones, en la piscina, tomando sol, y que hagan este sacrificio tan grande por amor a Dios y dando su tiempo y trabajando a pleno sol, es una maravilla, les agradecemos enormemente a los jóvenes”.
Misioneros solidarios
Inquietudes que también se trasladaron a distintas casas de estudio, Duoc UC, por ejemplo, creó Misiones Solidarias: universitarios que apuestan por un ideal de amor y esperanza durante la época estival. Marcela Figueroa estudia prevención en riesgos y es primera vez que va a misiones: “Es una experiencia que llena el corazón, compartimos con mucha gente y vivimos distintas realidades.”
Fernanda Zúñiga, quien cursa su quinto semestre de administración de recursos humanos, continúa: “Nos hemos conectado con Cristo. El que no viene en realidad se lo pierde, porque uno infla el corazón, además de generar lazos potentes con los otros voluntarios”. Ellos están en Paillaco, Valdivia. Aquí no se escuchan quejas y no existe la palabra cansancio. Regularmente, durante las vacaciones despertarían cerca de las once de la mañana, pero en estos diez días, a las ocho en punto, todos se reúnen en torno a la oración para comenzar una nueva jornada, que termina cerca de las diez de la noche.
Movidos por su espíritu solidario, ponen sus manos al servicio de Dios y de la patria. En instancias que, además refuerzan de manera interna la formación y oración, para demostrar que los jóvenes aún creen que los sueños se pueden realizar y que se unen por la reconstrucción, más que del país, de la esperanza de quienes los necesiten.
Jóvenes de parroquias renovando la Fe
Martes 25 de enero. Localidad de El Trapiche, en el sector Longotoma, V Región. Amanece en Valparaíso. El cantar de pájaros es la alarma de muchos. Hay sueño, pero también entusiasmo. Todo comienza con la oración matutina. Desayuno, una lectura, dinámicas y al encuentro con Dios en los distintos lugares programados. Eso es Misión Colores de Cristo de la vicaría Zona Sur, que nace de la experiencia misionera vivida en julio de 2016, fecha que fue clave para llegar nuevamente hasta la quinta región y que son instancias en que los jóvenes pueden compartir la alegría de la fe en comunidad, visitando casas, ofreciendo su tiempo para labores sociales y entregar distintas alternativas recreativas a niños y niñas del sector.
En esta segunda misión de la zona, participaron las parroquias Damián de Molokai, Inmaculada Concepción, Santa Cristina, Santo Tomás y San Cayetano, y se llevó a cabo entre los días 22 y 29 de enero.
El padre Jean Marc Vigroux –con cuatro meses en nuestro país- y la hermana Sor Luisa Vargas, son los encargados de mover a los voluntarios. No ha sido fácil mantener los horarios. “Vivir en grupo, formar comunidad, que haya entendimiento, han sido los principales desafíos de esta misión. Hay que tener paciencia, pero cuando evangelizan, también es para ellos, porque descubren a la gente del sector, rezan con ellos. Es la primera vez que hago esto en Chile y para mí es una alegría total”, cuenta el párroco francés.
Llegaron el domingo 23 de enero, tras un envío desde la parroquia Inmaculada Concepción en La Granja. Son 38 jóvenes de distintas parroquias de la zona Sur. Para muchos es su enésima vez, para otros, es su primera aventura. Como José Brito, de la parroquia San Cayetano de La Legua: “La experiencia ha sido muy buena. Espero sacar sabiduría. Compartir con otros jóvenes ha sido como un reality, pero son muy simpáticos todos. Estar acá es mejor que estar en casa, sentado haciendo nada. Incluso mis amigos ateos me dicen que te vaya bien”.
“Veo cómo Dios va pasando en cada uno de ellos, que ese Dios va creciendo, va ganando terreno en cada uno de ellos y va transformando sus vidas, porque uno los ve crecer. Verlos compartir con familias, rezando, haciendo trabajos, ese es el regalo más bonito”, reflexiona la hermana Sor Luisa Vargas, a cargo del equipo.
Cae la noche y con ella llega la celebración de la Eucaristía y la cena. El compromiso y la colaboración para hacer de esta misión algo inolvidable se está cumpliendo y la evangelización asoma por todas partes. Mañana será otro día.
Dejando huellas
Tiempo para quienes creen que los sueños sí se pueden concretar y que con sus manos pueden construir esperanza para quienes lo necesitan. En eso creyó la Vicaría para la Educación junto a la Universidad de Santiago, quienes también abrieron sus puertas a las misiones, durante el 20 hasta el 30 de enero con un grupo de 30 jóvenes universitarios de Coquimbo, Valparaíso, Santiago, Curicó, Valdivia, Temuco y Chiloé. Ellos se trasladaron hasta la comuna del Carmen, Ñuble, diócesis de Chillán, para llevar el mensaje de Cristo a los hogares de la zona, apoyados por la comunidad de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen.
Para Felipe Castillo, encargado de la Pastoral de Educación Superior de la Vicaría para la Educación, esta iniciativa enriquece el alma: “Experiencias como estas son las que nos unen, las que hacen carne que la Iglesia sea una sola y no esté separada por zonas, diócesis, arquidiócesis”.
Los primeros en salir en ayuda de los damnificados por incendios
En diversas parroquias de Santiago y el país, surgió espontáneamente entre los jóvenes el deseo de salir en ayuda de los miles de hermanos que fueron afectados por la catástrofe de los incendios forestales. Muchos de ellos se movilizaron hacia las mismas comunidades en las que en días anteriores habían misionado. Andrés Antil Cancino, el coordinador pastoral de la parroquia San Diego del Alcalá, de Conchalí, concurrió con un grupo de jóvenes de su comunidad para llevar un aporte material al Santuario de Maipú, donde se dispuso de un punto de recolección de donaciones para apoyar la Campaña de Caritas Chile. “Lo que nos motivó fue el ver tanto sufrimiento, tantos problemas; la iniciativa partió de los jóvenes el jueves, y el sábado estábamos haciendo puerta a puerta recolectando cosas: agua, alimentos no perecibles y útiles de aseo. Llenamos dos autos completos y un furgón escolar. Un tercio de lo recolectado lo llevamos directamente a Curepto y otro a este centro de acopio”.
Experiencia similar se vivió en la Parroquia San Damián de Molokai, de la Zona Sur. Allí los más de 50 niños y jóvenes del grupo scout de la comunidad de San Joaquín salieron a recorrer las calles de la comuna en busca de ayuda para los damnificados. Con todo lo reunido, un grupo de dirigentes scout se desplazó hasta la localidad de El Sauzal en la séptima región, y otros a entregar aportes a las familias de los bomberos de Santa Olga. Lo recolectado equivale a dos camionetas, dos jeeps y un camión tres cuartos repletos de donativos.
Así como ellos, decenas de jóvenes han dejado nuevamente sus vacaciones de lado para salir al servicio de los hermanos que hoy sufren.
Fuente: Comunicaciones Santiago
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