Declaración del Arzobispo de Concepción
15 de enero del 2017
1. Frente al lamentable fallecimiento de don Jorge Retamal en Cañete queremos expresar toda nuestra solidaridad a su esposa e hijas. Comprometemos nuestra oración por don Jorge. Al mismo tiempo lamentamos profundamente la escalada de atentados que en este último tiempo se está viviendo en el país. Ello nos debe llevar a rechazar claramente y sin ambigüedades la violencia, venga de donde venga. La violencia sólo engendra más violencia y trae consigo destrucción y muerte que la inmensa mayoría de los chilenos no queremos.
2. Para terminar con este flagelo que mantiene atemorizada a la población resulta urgente recomponer el tejido social de nuestra patria, comenzando por quienes tienen responsabilidades en la sociedad. La desconfianza mutua, la corrupción que se ha ido extendiendo en el país, sumado a grupos importantes de personas que se sienten excluidas de la sociedad, constituyen espacios privilegiados para engendrar personas capaces de atentar en contra de personas inocentes.
3. Ninguna causa, ni la más noble, se puede realizar a costa de vidas humanas. El camino de la violencia que emprenden algunos es el síntoma más evidente de una sociedad que perdió el norte y que está enferma. La violencia, injustificada por cierto y rechazable, se ha levantado como forma de presencia y reivindicación social. Sin duda alguna que el sistema social imperante donde se valora más al individuo que a la comunidad ha llevado a que muchos opten por este camino que tanto dolor ha causado.
4. Es hora de un gran acuerdo nacional frente a los temas que generan conflicto, desacuerdos y dolor en nuestro país. Es hora de dejar de lado rencillas personales y enfrentar con realismo la realidad de una sociedad herida que sangra y que supura.
5. Si queremos que no haya más violencia y no lamentar más muertes, hemos de generar una nueva sociedad que gire en primer lugar en torno a la persona humana, única e irrepetible, sagrada a los ojos de Dios, a sus derechos y a sus justas demandas, que muchos han visto postergadas por años y años.
6. Espero que Dios, rico en misericordia y sabio nos anime a trabajar por la paz verdadera, la que es fruto de la justicia, y la fraternidad sincera que es fruto de reconocernos como hijos de un mismo Padre que nos ama entrañablemente a todos por igual.
+ Fernando Chomali G.
Arzobispo de Concepción
Fuente: Comunicaciones Concepción