Arzobispo de La Paz para periódico Encuentro
Arzobispo de La Paz para periódico Encuentro

Por José Francisco Contreras

El dignatario eclesiástico, de 73 años de edad, fue designado Arzobispo de La Paz en 1996 por el Papa Juan Pablo II. Antes se desempeñó como pastor de Potosí. Poco después de cumplirse un año de la visita del Papa Francisco a Bolivia y del retiro que el cardenal Ricardo Ezzati predicó en agosto de este año a los obispos de ese país, solicitamos la entrevista a monseñor Abastoflor. No elude preguntas y aborda diversos aspectos de la vida de la Iglesia en Bolivia, su relación con el Presidente Evo Morales, la realidad social y pastoral en su diócesis y, por supuesto, la permanente demanda boliviana a un acceso soberano al mar.

¿Cuál es la preocupación prioritaria de la Iglesia boliviana hoy para el país?

La Iglesia aspira a que el país camine hacia un desarrollo integral armónico, con una inclusión cada vez mayor de sus diferentes etnias y culturas y de sus estratos sociales hacia una vida digna, superando la pobreza que aflige todavía a grandes grupos de la población (...) con mayor respeto, justicia y solidaridad, guiada por los principios de humanización que provienen de la Buena Noticia del Evangelio en la presencia de Dios en nuestras vidas”.

¿El tema del mar es un problema acuciante?

El tema del mar no es un tema acuciante, pero es algo más profundo, es un tema que está en el subconsciente colectivo de los bolivianos. Se lo percibe como una injusticia histórica; como el dar razón al derecho del más fuerte. No es tanto un problema económico, ni siquiera político; es un tema de reconciliación de los pueblos, cuya conciencia y deseo existe ya en amplias capas de nuestras poblaciones, pero que falta llegar a las élites. Nuestros pueblos originarios andinos tienen una memoria muy persistente, y aunque el problema no es de vida o muerte, pueden pasar otros 150 años y nuestra gente va a seguir pensando en el mar, si es que no se ha llegado hasta entonces a soluciones aceptables para todos”.

¿Cómo conviven ciudadanos chilenos en las comunidades bolivianas?


A quienes que viven entre nosotros se los considera como unos hermanos más. Se nota y se vive la universalidad de la Iglesia, que en su variedad significa enriquecimiento y complementación mutua. Se piensa que el tema del mar debe ser más bien resuelto a nivel de los gobiernos, que deben percibir y tomar en cuenta en primer lugar el sentir de sus pueblos.

¿Cómo podemos aportar los católicos bolivianos y chilenos a la unidad entre nuestros países?

La soberanía de los diferentes pueblos no puede ser el bien supremo, sino que está superada por el objetivo común de humanización, de respeto, de esfuerzo hacia el desarrollo integral, en complementariedad entre los pueblos, caminando hacia una patria grande latinoamericana. Los factores que nos unen, a nivel social, cultural, histórico y político son muchos más y superiores cualitativamente que los que nos separan. A esto se une el aporte cristiano, que afianza la convicción de que contamos con un Padre común, que nos hace a todos los seres humanos sus hijos, por lo que podemos considerarnos, y lo somos, hermanos entre todos, superando incluso nuestras fronteras, que se vuelven artificiales”.

RELACIÓN MÁS "SERENA" CON EVO MORALES

Consultado por la relación de la Iglesia Católica con el Presidente Evo Morales, el Arzobispo de La Paz señaló que “Se ha ido serenando cada vez más. De considerar a la Iglesia como una especie de oposición política, o como aliada de las clases dominantes del país, se ha ido pasando a verla más como un factor de influencia, sí, pero en el campo moral y religioso, como sustrato Alimentador de la vida social y, por tanto, como factor de cambio, pero sin aspiraciones políticas”. Agregó que “creemos que se puede caminar, cada vez mejor, hacia un diálogo fructífero en los límites del respeto y colaboración, buscando el bien integral de nuestro
pueblo, que es nuestro objetivo común”.

MAYORÍA CATÓLICA

La arquidiócesis de La Paz fue creada en 1943, pero ya era diócesis desde 1604.Tiene alrededor de 6.000 km2 de territorio rural, habitado en gran mayoría por gente de origen aymara y otros de origen afroamericano. Más del 80% de la población se reconoce católica.

EL PAPA Y EL DIÁLOGO

“Estoy pensando en el mar. Diálogo. El diálogo es indispensable”. La frase es del Papa Francisco. La pronunció durante su visita a Bolivia, el 8 de julio del año pasado, en la Catedral Metropolitana de La Paz. El Pontífice da la clave: el diálogo. El cardenal Ricardo Ezzati, que estuvo en esa visita papal, concuerda: “El Papa lo que ha dicho es que los países, especialmente los países cercanos, están llamados a construirse en el diálogo. No levantando muros, sino derrumbando muros”.

A CONTINUACIÓN LA ENTREVISTA COMPLETA:

¿Cuál es la realidad social de la diócesis a su cargo?

La Arquidiócesis de La Paz está conformada por una sociedad multifacética y multiétnica. Empezando por la fisonomía geográfica de la ciudad, ésta tiene una variedad impresionante: Se inicia en la así llamada La Ceja, en el límite otro municipio y también Diócesis de El Alto, aunque forma parte del mismo conglomerado urbano. La Ceja se encuentra a 4.100 m. de altura sobre el nivel del mar, y la parte baja de la ciudad está a 3.000. En La Paz vive gente de diferentes clases y grupos sociales; en la parte baja los más pudientes y adinerados, y en las zonas altas, las laderas de la ciudad, la gente más pobre y necesitada. A los diferentes estratos sociales se asemejan los grupos étnicos bastante diferenciados: la gente de origen europeo, norteamericano o en general extranjero, los grupos de origen mestizo, más bien hispano criollo y los de origen indígena, aymara en gran parte y algunos quechua. Esto da una variedad grande y a la vez riqueza a la vida de la sociedad, donde se ha notado un crecimiento de conciencia cultural y también de mejora económica en los estratos más pobres de la población, especialmente en la última década. La arquidiócesis cuenta también con ap. 6.000 km2 de territorio rural habitado en gran mayoría por gente de origen aymara y otros de origen afroamericano.

¿Y la realidad pastoral?

La diócesis de La Paz fue creada el año 1604, la arquidiócesis el año 1943. La fe cristiana, que llegó con los conquistadores, se fue extendiendo a las poblaciones nativas. Hoy en día la mayoría de la población es cristiana; más del 80% se reconocen católicos. Muchos de ellos conservan concepciones y tradiciones indígenas, con una especie de simbiosis ecléctica, donde la luz del Evangelio trata de orientar y encauzar hacia lo que el Papa Francisco llama “una auténtica religiosidad popular”. El sustrato religioso de la gente es muy profundo y da una buena base para la vivencia de la fe cristiana.
La arquidiócesis está organizada en varias Vicarías pastorales, territoriales y sectoriales. Se tiene un sentido cada vez mayor de corresponsabilidad y participación en la vida y misión de la Iglesia, especialmente entre los laicos. Se cuenta con un Plan Pastoral general, que se actualiza cada año, para adaptarlo a las nuevas circunstancias y para recordar sus puntos principales. Dada la diversidad cultural y social de la gente se hace un esfuerzo continuo de adaptación a los diferentes grupos de fieles en el anuncio y vivencia del Evangelio.

¿Cuál es la mayor dificultad pastoral que hay en La Paz y los mayores logros alcanzados en ese ámbito?

La mayor dificultad pastoral en La Paz es el conseguir que el mensaje evangélico llegue a impregnar las estructuras de la vida de la gente, y que no se quede solamente en aspectos superficiales o externos. Entre los logros podemos señalar la mayor conciencia de pertenencia a esta Iglesia particular, con sus peculiaridades y su relación con la Iglesia universal. Otro logro es el sentido misionero que se va adquiriendo como parte esencial de la vida de la Iglesia, en cuanto a la misión hacia dentro y hacia fuera. Tenemos p.ej. ya algunos sacerdotes diocesanos, a pesar de nuestra escasez de clero, como misioneros en otras partes del mundo.

¿Cuál es la preocupación prioritaria que como Iglesia ven para el país? ¿Es el tema del mar un problema acuciante en Bolivia hoy?

La Iglesia aspira a que el país camine hacia un desarrollo integral armónico, con una inclusión cada vez mayor de sus diferentes etnias y culturas y de sus estratos sociales hacia una vida digna, superando la pobreza que aflige todavía a grandes grupos de la población, buscando mejores posibilidades de trabajo y de ingresos para la gente, buscando una participación más equitativa en la vida política, económica y social, con mayor respeto, justicia y solidaridad, guiada por los principios de humanización que provienen de la Buena Noticia del Evangelio en la presencia de Dios en nuestras vidas.
El tema del mar no es un tema acuciante, pero es algo más profundo, es un tema que está en el subconsciente colectivo de los bolivianos. Se lo percibe como una injusticia histórica; como el dar razón al derecho del más fuerte. No es tanto un problema económico, ni siquiera político; es un tema de reconciliación de los pueblos, cuya conciencia y deseo existe ya en amplias capas de nuestras poblaciones, pero que falta llegar a las élites. Nuestros pueblos originarios andinos tienen una memoria muy persistente, y aunque el problema no es de vida o muerte, pueden pasar otros 150 años y nuestra gente va a seguir pensando en el mar, si es que no se ha llegado hasta entonces a soluciones aceptables para todos.

No hace mucho hubo muertes en el contexto de protestas mineras. ¿Cómo ha sido el trabajo de la Iglesia para alcanzar una paz estable en el país?


Las situaciones precarias de pobreza y necesidad que se viven en varios estratos del país, se agudizan a veces, llegando a excesos de violencia. La actitud de la Iglesia en Bolivia ha sido siempre la de invitar al diálogo, sereno y respetuoso, para la superación de los conflictos. A veces interviene más directamente, buscando el acercamiento entre las partes, sobre todo cuando éstas lo solicitan. Anteriormente se hacía más explícita esa presencia intermediadora de la Iglesia, pero siempre hemos insistido en que no sería necesario hacerlo, suponiendo la seriedad y racionalidad de las partes en conflicto.

¿Cómo es la relación de la Iglesia con el Presidente Morales?

La relación de la Iglesia con el actual Gobierno se ha ido serenando cada vez más. De considerar a la Iglesia como una especie de oposición política, o como aliada de las clases dominantes del país, se ha ido pasando a verla más como un factor de influencia, sí, pero en el campo moral y religioso, como sustrato alimentador de la vida social y, por tanto, como factor de cambio, pero sin aspiraciones políticas. El hecho de haber sido declarado el país como Estado laico se lo ha interpretado a veces en sentido laicista, es decir, antirreligioso y anticlerical, pero se comprende cada vez más que el hecho religioso es algo fundamental en la naturaleza humana, y es parte de la vida de los hombres y de los pueblos –como lo demuestra claramente la vivencia religiosa de nuestros pueblos originarios–. Se acepta poco a poco que hay que reconocer el aporte valioso de la religión en la vida de la sociedad. Esto lleva a una actitud más serena en relación con la Iglesia Católica, aunque todavía hay reacciones fuertes contra algunas críticas que se hacen, con ánimo constructivo eso sí, en algunos aspectos especiales. Creemos que se puede caminar, cada vez mejor, hacia un diálogo fructífero en los límites del respeto y colaboración, buscando el bien integral de nuestro pueblo, que es nuestro objetivo común.

¿Qué significa para la Iglesia Católica el reconocimiento gubernamental a una iglesia paralela en Bolivia?

No creemos que haya existido un reconocimiento gubernamental a una iglesia paralela en Bolivia. Hace algunos años existieron algunos intentos de apoyo a algún grupo surgido como separado de la Iglesia, o también intentos de dividir a partes del clero de la “jerarquía” eclesiástica. Pero se ha visto que no han tenido efecto y que los grupos que han surgido, sólo tienen una aceptación muy pequeña y relativa, de algún sector de la población.
Se ha retomado más bien la relación y el acercamiento con las así llamadas “Iglesias históricas” y con otras comunidades eclesiales evangélicas en el país, en el camino hacia un sano ecumenismo, como se lo tiene en otras partes del mundo. Se busca por ejemplo, organizar para el próximo año algunos eventos comunes con motivo de los 500 años de la Reforma luterana de Europa.

¿Hay una presencia grande de chilenos entre sus fieles? ¿Cómo es la relación de ellos con los católicos de La Paz?

No se cuenta con una presencia grande de ciudadanos chilenos entre los fieles de La Paz, y a los que viven entre nosotros se los considera como unos hermanos más. En ese sentido pasan como desapercibidos, no se hace distinción de que sean chilenos o no, y cuando emerge esa realidad, se los acepta más explícitamente de forma fraterna, haciendo sí distinción entre el pueblo chileno y algunas élites gobernantes de su país. Se nota y se vive la universalidad de la Iglesia que en su variedad significa enriquecimiento y complementación mutua. Se piensa que el tema del mar debe ser más bien resuelto a nivel de los gobiernos, que deben percibir y tomar en cuenta en primer lugar el sentir de sus pueblos.

¿Qué aportes pueden hacer los católicos de ambos países a la unidad y la paz entre los pueblos?

Los católicos de ambos países pueden realizar un aporte muy importante hacia la paz y la unidad entre los pueblos, mostrando que éstas deben surgir de un esfuerzo de aceptación y comprensión mutua, asumiendo la diversidad y las diferencias como un factor de enriquecimiento mutuo, partiendo de las bases de fraternidad universal que nos ofrece el mensaje de la fe cristiana, relativizando las diferencias históricas y políticas, haciendo que sean superadas por un esfuerzo de beneficio común, mostrando que la soberanía de los diferentes pueblos no puede ser el bien supremo, sino que está superada por el objetivo común de humanización, de respeto, de esfuerzo hacia el desarrollo integral, en complementariedad entre los pueblos, caminando hacia una patria grande latinoamericana. Los factores que nos unen, a nivel social, cultural, histórico y político son muchos más y superiores cualitativamente que los que nos separan. A esto se une el aporte cristiano, que afianza la convicción de que contamos con un Padre común, que nos hace a todos los seres humanos sus hijos, por lo que podemos considerarnos, y lo somos, hermanos entre todos, superando incluso nuestras fronteras, que se vuelven artificiales.

Fuente: Periódico Encuentro
www.periodicoencuentro.cl
Santiago, 01 de Diciembre, 2016
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