La agresión al rector Silva
La agresión al rector Silva

La tarde del miércoles 31 de agosto el rector de la Universidad Alberto Hurtado estuvo retenido por dos horas escuchando violentos insultos. Lo increpaban por las sanciones a 25 alumnos que participaron de una toma de la casa de estudios, entre junio y julio de este año, que dejaron más de 30 puertas destrozadas, cámaras de seguridad rotas y siete computadores perdidos, entre otros daños que sumaron $100 millones.

Eran casi 70 jóvenes. Algunos entraron a rostro descubierto, otros utilizando la ya conocida “capucha”. Al frente tenían al padre Eduardo Silva, sacerdote jesuita y desde hace algunos meses rector de la Universidad Alberto Hurtado. No había diálogo, sólo ofensas y amenazas cada vez más violentas. En este entrevista nos cuenta episodios de este difícil momento.

¿Cómo ha sido su relación con los estudiantes desde que asumió el cargo como rector de la universidad?

-Al día siguiente que fui nombrado rector, me reuní con la federación para conocernos mutuamente y continuar el diálogo que tenemos desde hace tiempo. Todo el 2015 estuvimos trabajando en mesas de diálogo para abordar juntos los desafíos que son comunes, resolviéndose varios de ellos. Lamentablemente, la toma interrumpe abruptamente ese espacio de diálogo y conversación. El mismo día que respondimos a su petitorio, y sin siquiera leerlo, un grupo encabezado por la federación decidió tomarse la universidad. Pasamos 15 días sin saber las razones de esta ocupación que se mantuvo por un mes.

¿Cuáles fueron las consecuencias de la toma?

A los 25 estudiantes que se encontraban en la universidad al momento del desalojo que realiza Carabineros, se les aplicó el reglamento, constituyéndose un tribunal autónomo e independiente: 24 de ellos fueron suspendidos por dos semestres y uno expulsado por contar con procedimientos anteriores.

¿Es posible anular las sanciones que se aplicaron a los estudiantes por las tomas?

Internamente pueden presentar una reposición y luego externamente pueden ir a la Corte de Apelaciones. Lo que no es posible es que el rector intervenga anulando el debido proceso.

¿Cómo vivió el momento del secuestro?

Más que un secuestro, lo que hubo fue una ocupación violenta, con insultos, amenazas y destrozos de la rectoría. La turba venía encabezada por la mesa de la Federación de Estudiantes, que me exige de manera inmediata levantar las eliminaciones académicas, revocar el sumario interno todavía en curso, cambiar los reglamentos y democratizar la universidad. Si no hacía caso a esas peticiones, la amenaza era la irrupción violenta del resto de los estudiantes que gritaban afuera de mi oficina. Los insultos y los destrozos son la consecuencia de no dejarse intimidar y respetar el gobierno de la universidad.

¿Qué medidas tomarán ahora frente a la seguridad al interior de la casa de estudios?

La universidad es el lugar del diálogo, de la razón y del mejor argumento, por lo tanto, no tenemos por qué poner más guardias, sino insistir que la mejor manera de buscar resolver nuestros conflictos y diferencias es con el pensamiento y la palabra, las únicas armas posibles en la educación. Agradezco el apoyo del resto de los rectores de las universidades y el rechazo unánime a este tipo de conductas. No debemos acostumbrarnos a que estos hechos sean naturales y frecuentes.

¿Cómo reconstruir la relación con los estudiantes a partir de este conflicto?

El diálogo con los estudiantes ha estado y está siempre abierto. Quisiéramos avanzar en participación, en mejorar nuestros reglamentos, beneficios, etcétera. Cualquier estudiante que se compromete con medios pacíficos y con el respeto de nuestra institucionalidad es bienvenido a aportar en la construcción del proyecto universitario. Personalmente aprecio la contribución que ha hecho el movimiento estudiantil. Sin sus movilizaciones no estaríamos embarcados en la reforma educacional. Pero en ningún escenario caben la violencia y las agresiones. Quien utiliza la violencia se autoexcluye del diálogo y le quita legitimidad a la movilización estudiantil. Felizmente, la gran mayoría de los estudiantes y universitarios cree en el diálogo y en la razón.

El apoyo de los rectores

En menos de 24 horas, y a través de una declaración colectiva, 29 rectores de universidades públicas y privadas repudiaron los hechos.

En profundidad, el rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Ignacio Sánchez, señaló: “Hay que aclarar que es una minoría, muy acotada, que lamentablemente empaña el accionar de la gran mayoría de los estudiantes. Nosotros manifestamos nuestra completa solidaridad y apoyo al rector. Cuando se producen acciones violentas como las tomas y destrozos, es razonable que haya un sumario con un debido proceso donde se haga una investigación, pero nada explica ni avala el acto que ellos han realizado. Lo importante no es pensar igual, sino manifestar nuestras opiniones sobre los distintos aspectos, pero siempre respetando la opinión del resto”, explica.

Algo similar piensa el rector de la Universidad Católica Silva Henríquez, Jorge Baeza: “Los movimientos estudiantiles son parte de la esencia de una universidad. Ella, sin el impulso que generan las acciones de los estudiantes, dejaría de cumplir el rol de ser una conciencia crítica de la sociedad. La universidad es un espacio para la búsqueda de la verdad y donde la discrepancia posee un rol fundamental; pero esta discrepancia sólo ayuda a la búsqueda de la verdad si es en base a la confrontación de ideas y del respeto a las personas que se confrontan. Si por radicalización se entiende el uso de la violencia como medio para imponer una respuesta en particular, desde luego ello es condenable, ya que es ajeno al espíritu que debe animar a cualquier universidad.

La preocupación mayor, más que evitar una toma, con todo lo grave que es ella, es el tema de la formación ciudadana. De educar sobre los medios adecuados para manifestar un malestar; pero también, de cómo enfrentar la pasividad de tantos que no asumen una ciudadanía activa y dejan que una minoría, con la cual discrepan, les impida seguir recibiendo la formación que vienen a buscar a la universidad”.

¿Han vivido algo similar en la Universidad Católica Silva Henríquez?

“Sí, lamentablemente. Los destrozos e insultos a las autoridades de la universidad han estado presente en los últimos años. Tenemos claro que ello no es sólo una molestia con alguien en particular (que desde luego puede haberlo), sino que más bien es una rabia contra la autoridad, sea quien sea quien la ejerza. Nos preocupa nuestra universidad, pero más nos preocupa, como diría el cardenal Silva Henríquez, la patria, el ‘Alma de Chile’, que está siendo socavada”.

En tanto, para el rector del Duoc UC, Ricardo Paredes, “el fenómeno de la radicalización de grupos minoritarios está siempre presente, pero la semilla para que florezca depende de la responsabilidad de sectores mayoritarios que posiblemente no estamos haciendo el trabajo bien. Me parece muy duro para él (el rector Eduardo Silva), para su institución y para Chile. A la vez, me parece que marca un quiebre en el discurso que ahora parece consensuado, y en tal sentido, su actitud firme me llena de esperanza. Ya no hay matices. Los alumnos no pueden imponer ni la forma de evaluar, ni menos la programación académica, ni las reglas de convivencia, menos cuando existen canales de participación”.

Fuente: Periódico Encuentro
www.periodicoencuentro.cl
Santiago, 06 de Octubre, 2016
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