Monseñor planteó, al inicio de la homilía “¿Qué sería de Chile y la región sin los voluntarios? Cierren los ojos un minuto e imagínense el Hospital Regional sin las Damas del voluntariado. Sería otro hospital, no el que conocemos nosotros. El voluntariado le da humanidad, calor de hogar”.
En este contexto, se realizó el Jubileo de los Voluntarios, con la presencia de numerosas personas que coparon el templo y en que se contó con la asistencia de autoridades como el intendente Rodrigo Díaz; la gobernadora de Concepciòn, Andrea Muñoz, representantes del municipio local, Carabineros, Armada, directores de servicios y reparticiones públicas, personas de distintas instituciones de voluntariado y trabajadores de programas y proyectos sociales de varias instituciones y de entidades vinculadas a la Iglesia. Previo a la Misa, los asistentes realizaron el signo de entrar por la Puerta Santa, de la catedral, como templo jubilar, en el Año de la Misericordia.
El Arzobispo señaló que “podría estar horas hablando de la Solidaridad. ¿Qué sería de Chile sin el Padre Hurtado? Sería otro país, sería distinto, el padre Hurtado es una flor muy importante en el jardín que habitamos. Un hombre común como cada uno de nosotros, pero lleno de Dios”. “Él dió testimonio patente de lo que es el amor de Dios, que es servir al más necesitado. Nosotros, al celebrarlo, estamos diciendo algo muy potente. Lo que cuesta es imitarlo con la radicalidad que él lo hizo, dando hasta que duela”.
Agrtegó que “hay muchas instituciones de voluntariado que están acá y hay una cantidad enorme de cosas que ocurren en nuestra sociedad gracias a personas que comprenden que su vida es para darla, personas de todas las edades y clases sociales que descubren una gran riqueza en el dar. Y créanme que, hoy, cuando el Papa Francisco nos habla de la globalización de la indiferencia, es más urgente que nunca, porque seremos reconocidos y juzgados por el amor, por la manera como nos entregamos al que lo necesita porque el mismo Cristo está ahí”. Y enfatizó que “seremos creíbles en la medida que manifestemos nuestra fe con obras concretas que implican trabajo, sacrificio, incomprensiones y sufrimientos, que es lo que vivió Jesucristo nuestro Señor, y lo estamos imitando a Él”.
En su mensaje se refirió al Evangelio del día. “Es duro y tremendamente interpelador. ¿Y cómo se explica el Evangelio? Se explica porque Dios nos toma radicalmente en serio, por eso no da lo mismo ir a ver un enfermo que no ir, no da lo mismo dar un vaso de agua que no darlo, no da lo mismo preocuparse del que no tiene trabajo que no preocuparse. Esto tiene impacto y relevancia no solamente para quien está frente nuestro, sino también para Dios”.
En el ofertorio, cuatro voluntarios de distintas organizaciones entregaron los signos junto al Pan y al Vino. Finalizada la celebración, Monseñor Chomali se retrató junto a los representantes de distintas instituciones en el frontis de la Iglesia Catedral.
Fuente: Comunicaciones Concepción