“Vivir la conversión y dar testimonio de la presencia del Señor, aún dentro de la cárcel”
La misión de la Iglesia en contextos de cancelación, de encierro, es llevar la presencia de Jesús con nuestra cercanía y testimonio. Testimonio de una vida animada por la presencia de Dios, que va acompañada del mensaje de Jesús, el evangelio, la buena nueva. Una buena nueva para aquellos hermanos que han caído, que se han equivocado, es llevar la misericordia de Aquel que humaniza la vida y le da dignidad, Aquel que puede convertir el corazón más duro en un corazón de carne que te ama sin condición, que puede dar consuelo a tu vida, levantarte del pozo más profundo, de las tinieblas más espesas, de las oscuridades que llenan la vida de amargura, de frustración, de temor y de miedo, es llevar, con muestro mensaje, predicación y testimonio, la fuerza y presencia de Dios que perdona, sana y restaura.
La cárcel es un lugar de muerte, pero también de vida, porque dentro de la cárcel la vida misma se humaniza, cuando tenemos un gesto de humanidad con aquel que es despreciado, cundo tenemos un gesto de misericordia con aquel que es odiado o rechazado.
Detrás del que está preso para muchos hay un delincuente que ha causado daño, dolor y en ocasiones mucho sufrimiento, pero déjame decirte que en muchas ocasiones detrás de ese delincuente hay una persona, con historias marcadas por dolor y sufrimiento. La delincuencia nunca se puede justificar, pero en ocasiones se puede comprender y entender. La delincuencia, la violencia, el odio, es fruto de una herida mucho más profunda, una vida sin valores, sin amor, una vida donde no hay valoración por el prójimo, sin sentido, sin respeto por la vida misma y la vida de los demás, una vida consumista y egoísta, sin solidaridad humana, marcada por pecados personales y sociales, una vida superflua con felicidades aparentes, vidas frustradas, marcadas por el pecado y la oscuridad, donde incluso no está la presencia de Dios.
Ojala los cristianos pudiéramos ver más allá del delincuente e incluso de la cárcel, pudiéramos ver más allá que el mundo de la carcelación también es una realidad que no solo me interpela, sino que también es mi responsabilidad, porque la cárcel no es el origen del mal, sino que es fruto y consecuencia del mal, del cual muchas veces tú y yo somos responsables, males que muchas veces para nosotros quedan escondidos y solapados en lo más profundo de nuestra conciencia.
La misión de la Iglesia en la cárcel es llevar la presencia de Jesús, es acompañar humana y cristianamente la vida y la fe de nuestros hermanos que se encuentran en aquellos lugares. Nuestra Iglesia, en nuestra Diócesis, acompaña la vida de estos hermanos nuestros con amor y dedicación, tratamos de hacer vida aquellos que ya las primeras comunidades cristianas vivían con tanto esmero y dedicación. En la carta a los hebreos leemos: “Acordaos de los presos, como si estuvieran con ellos encarcelados.” (Hbr. 13, 3). La palabra de Dios nos invita a tomar conciencia de esta realidad, pero aun más nos INVITA A ASUMIR ESTA TRISTE REALIDAD con una toma de conciencia que nosotros como cristianos y discípulos de Jesús no podemos eludir. Recuerda el evangelio de Mateo en el capítulo 25, 36 al 37 “estaba desnudo y me vistieron, estaba enfermo y me visitaron, ESTABA ENCARCELADO Y ME VINIERON A VER”. Qué es lindo hablar del evangelio de Jesús, pero es más lindo aun cuando lo asumes y lo vives en su totalidad. Qué desafío es mirar con los ojos de Dios y aún más que desafío es actuar y proceder como Jesús.
Aunque hay mucho por hacer, vamos dando pasos. Este sábado 6 de agosto hemos celebrado el sacramento de la confirmación en la cárcel de Copiapó, tras casi 2 años de preparación. Se confirmaron más de 30 hermanos, hombres y mujeres, que se comprometieron a ser como Jesús y desde sus propias realidades se comprometieron a vivir el evangelio. Nos acompañó nuestro obispo Celestino Aós, quien nos animó en nuestro trabajo pastoral (agentes pastorales), pero sobre ánimo a los confirmandos a seguir conociendo a Jesús, conociendo su evangelio, a vivir la conversión y dar testimonio de la presencia del Señor, aún dentro de la cárcel.
Pbro. Rodrigo Herrera Reyes
Responsable Pastoral Carcelaria
Fotos: Pastoral Carcelaria
Fuente: Comunicaciones Copiapó