Por Natalia Castro
Mientras jubilados profesionales hacen trabajos artesanales, profesoras hacen aseo en empresas y muchas personas recogen sobras de las ferias libres o asisten a comedores parroquiales para ahorrar en alimentación, buscamos consensos para dar con alternativas al actual sistema, que muchos piensa que ya está prácticamente “jubilado”.
El abogado Hugo Cifuentes, doctor en Derecho en Seguridad Social en la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Comisión Asesora Presidencial en Materia de Sistemas de Pensiones, afirma que “no podemos seguir en la situación en que estamos. Hay que hacer cambios, grandes y pronto”. “El sistema no da para más de diez años. Hay que buscar uno más justo y equilibrado”, dice Mario Noguer, encargado nacional del Programa de Adulto Mayor de la Pastoral Social Caritas, del Arzobispado de Santiago.
A su vez, el presidente de la Asociación de Administradoras de Fondos de Pensiones, AFP, Rodrigo Pérez, sostiene: “Creo que tenemos un muy buen sistema, pero requiere de ajustes importantes y estos deben hacerse ojalá pronto”. El economista David Bravo, presidente de la comisión asesora presidencial, dice que enfrentar este tema “es algo urgente”, en tanto que Carlos Rivadeneira, abogado, doctor en Derecho y Licenciado en Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca y profesor de Seguridad Social, afirma que este sistema es injusto, contrario a la mujer y a la familia, riesgoso, individualista y no solidario, además de caro.
Después de la marcha “No + AFP”, el ex Presidente Ricardo Lagos señaló que el sistema de las AFP es “el único caso en que los dueños del dinero no tienen derecho a administrarlo”.
Iniciativas para el cambio
Si hay consenso en que debe haber cambios en el sistema, la pregunta es qué cambios. La “Comisión Bravo” concluyó con dos propuestas centrales. Una, que el sistema actual más
el de pensiones solidario es una buena estructura, pero que requiere modificaciones importantes. La otra propuesta plantea un cambio más estructural del sistema para llegar a uno de semi reparto.
Otras iniciativas que aparecen están en la línea de aumentar la edad de jubilación, considerando la mayor expectativa de vida: cómo una mujer que se jubila a los 60 años puede financiar con sus fondos una jubilación hasta los 90 años. Mario Noguer recuerda que es una alternativa que han adoptado algunos países, pero que si un adulto se queda sin trabajo es muy difícil en Chile encontrar otro a los 45 o 50 años de edad.
También aumentar el ahorro mensual de los cotizantes, que es alrededor del 10%, mientras que en los países de la Ocde (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) es del 20%, es una propuesta. Reconoce que existe esta idea, pero que también hay fórmulas mixtas, con aportes del empleador, que aparecen en las propues¬tas de la Comisión Bravo. Las soluciones que plantean las AFP, dice Mario Noguer, están en el trabajador y en los empleadores, “pero no están en las ganancias de las AFP”.
Rodrigo Pérez responde: “Las AFP no pueden hacer ningún aporte en cuanto a una menor comisión. No tendría ningún efecto relevante en las pensiones”.
Si las AFP no pueden hacer ningún aporte a partir de sus comisiones, porque sería “irrelevante”, queda que el Estado sume, a lo que entregan el trabajador y las empresas, una mayor contribución solidaria. Tras la marcha “No + AFPs”, el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, fue claro y directo: “El fisco hoy día no tiene fondos para hacer un aporte sustancial al sistema”.
Entramos así al terreno pantanoso de cómo cambiar el sistema para entregar jubilaciones dignas. El encargado del adulto mayor de Caritas dice que “me parece bien que el que tiene recursos suficientes y genera empleo gane más que el resto, pero también debiera compartir esas ganancias.
El abogado Hugo Cifuentes acota que en un sistema equitativo y solidario todos ponen dinero. Plantea que “la sociedad chilena tiene que vivir un nuevo pacto social en materia del pensiones”.
Propuestas básicas en busca de consenso y generosidad
Frente al debate que se ha abierto sobre el tema, el cardenal Ricardo Ezzati destaca en la entrevista mencionada que el tema de las jubilaciones debe estar atravesado por el valor de la solidaridad. Y recuerda el principio de la “propiedad universal de los bienes”, sin desmedro de la propiedad privada. Pero también sin desmedro de una vida digna y justa para quienes carecen de muchos bienes que a otros les sobra. Sobre esos bienes recuerda lo que la Doctrina Social de la Iglesia llama “hipoteca social”.
Sobre esta base, los elementos puestos en el debate nacional y los aportes entregados por nuestros entrevistados, terminar con pensiones de hambre requiere como mínimo:
- Una actitud generosa y una mirada con sentido de bien común.
- Que todos aporten para que nuestros adultos mayores, ahora sí, tengan una jubilación justa, digna y equitativa, que les permita vivir sin sobresalto. Ello implica tanto a los propios cotizantes, los empleadores, el Estado y las administradoras de fondos, si continúan como actores del sistema.
- Si ello significa aumentar el monto de las cotizaciones, subir la edad de jubilación de la mujer en forma progresiva, cambiar total o parcialmente el sistema de adminis¬tración de los fondos, que haya una AFP estatal, etcétera, es una materia técnica que debe ser sopesada mirando fundamentalmente el bien común por sobre todo interés particular: “No podemos tener grupos grandes de personas con pensiones que no les alcanza para vivir”, dice Mario Noguer.
Fuente:Comunicaciones Santiago
www.iglesiadesantiago.cl