Estuvieron permanentemente junto a los grupos de familias movilizadas. Fueron parte de las conversaciones para buscar una solución pacífica al conflicto. Hoy, dan a conocer una palabra pública. La firman el obispo de Ancud, Mons. Juan María Agurto, el Clero (sacerdotes y diáconos) e integrantes de la vida consagrada (religiosos y religiosas( de la diócesis, como fruto de una jornada de reflexión realizada el 24 de mayo.
No solo están preocupados por los pescadores artesanales afectados por la marea roja. También les preocupan los numerosos trabajadores y trabajadoras que han quedado y quedarán cesantes de las empresas procesadoras de choritos y de salmones, afectados por otro fenómeno de proliferación de microalgas anterior.
"Son miles de familias e instituciones de todo el tejido social de Chiloé que están siendo afectadas progresivamente por el efecto en cadena que se expande como la marea roja a todo el sistema económico y productivo del archipiélago".
Movimiento fue justo y necesario
La declaración del obispo, clero y consagrados de Ancud afirma que el movimiento social de paralización que concluyó el 19 de mayo "fue justo y necesario como producto de la gravedad de la crisis y por la falta de una pronta y adecuada acción de las autoridades locales y nacionales, lo que justificó las demandas presentadas y la paralización popular durante 18 días. Debemos reconocer que fueron jornadas sufridas y esforzadas, pero tremendamente admirables por haber sido pacíficas, sin violencia y participativas".
Al mismo tiempo, lamentan "que las autoridades gobernantes se hayan demorado en entender lo enorme de la crisis que está azotando a la Región de los Lagos, y se hayan tardado en responder a los requerimientos de la gente".
Recalcan que hasta ahora las comunidades afectadas por la crisis en Chiloé no han sido visitadas por las autoridades delegadas: "Aún están por verse el cumplimiento y la eficacia de los distintos acuerdos firmados".
No pedimos limosna
Junto con recordar que en la Región, y particularmente en Chiloé, se han producido recursos monetarios cuantiosos para el país a partir de la explotación del mar, enfatizan que "lo que hoy se pide y necesita no es una limosna para enfrentar la crisis, sino el debido aporte digno que todo chileno afectado por una catástrofe tiene derecho como fruto del trabajo y de los impuestos comunes de todos los chilenos. Lo que estamos viviendo es muy semejante a un “terremoto social y silencioso” que ha derribado las fuentes de trabajo y de sustento de miles de familias, y se clama por la ayuda de la nación a partir de la responsabilidad que le corresponde al gobierno actual".
Catástrofe ambiental y social
Agregan que la magnitud de la catástrofe ambiental y social que se está declarando cada vez más, es "también consecuencia de la contaminación del ecosistema marino, además dañado por una depredación y usufructo irresponsable que se extiende por décadas, acentuada por el cambio climatológico y el llamado “efecto invernadero”. En esto, hay responsabilidades de las empresas que trabajan directa o indirectamente con productos del mar, del mercado egoísta e inhumano, de leyes o regulaciones insuficientes o inadecuadas, de autoridades inoperantes, y también hay responsabilidades individuales, colectivas e institucionales. En algo todos hemos contaminado".
Manifiestan los consagrados que en esta crisis social, " otra vez, los que más sufren son los más pobres y desvalidos de nuestra sociedad".
"Desde nuestra fe en Jesucristo y de nuestra corresponsabilidad por resguardar nuestra “casa común”, en este caso “nuestro mar”, y pensando no sólo en el presente sino también en las futuras generaciones, hacemos un llamado, y al mismo tiempo nos comprometemos, a realizar un urgente proceso de reflexión para juntos ver en profundidad lo que acontece, iluminarlo desde nuestros valores y principios humanos y cristianos, buscar y realizar las acciones para enfrentar la crisis, y ayudar a encauzar el desarrollo que queremos para nuestro Chiloé respetando el mar y la tierra que son la base de nuestro patrimonio vital", expresa la nota.
Finalmente, sostienen que Chiloé necesita y cuenta con la ayuda solidaria y corresponsable del resto de nuestro país: autoridades y comunidades, para enfrentar con esperanza lo que está por venir. "Creemos que debemos cuidar y preservar nuestra cultura chilota relacionada al mar y a la tierra como un don precioso para la diversidad de nuestro país. Las varias demandas sociales debemos ir alcanzándolas con trabajo, dialogo y fe para el bien común presente, y un mejor futuro para nuestros hijos y jóvenes".
-
Ver texto completo de la Declaración
Fuente: Comunicaciones Ancud - Prensa CECh