En su catequesis, el Santo Padre propuso meditar sobre el Evangelio de la Misericordia, tras haber concluido su serie centrada en el Amor de Dios según el Antiguo Testamento.
Hablando en italiano el Santo Padre explicó que Jesús es la Misericordia de Dios hecha carne. Una Misericordia que él mismo expresó, realizó y comunicó siempre, en cada momento de su vida terrenal, como cuando se encontraba con la muchedumbre para anunciar el Evangelio, curar a los enfermos, acercándose a los últimos y perdonando a los pecadores. Un amor que – dijo Francisco – alcanzó su culmen en el Sacrificio de la Cruz.
El Obispo de Roma explicó que los cuatro Evangelistas atestiguan que Jesús, antes de emprender su ministerio, quiso recibir el bautismo de Juan Bautista, acontecimiento que imprime una orientación decisiva de toda la misión de Cristo, puesto que Él se presentó al mundo, tras treinta años de vida escondida en Nazaret, junto a la gente de su pueblo en el río Jordán.
De ahí que el Papa Bergoglio haya explicado que todo lo que realizó Jesús tras su bautismo fue la realización del programa inicial, es decir, llevar a todos el amor de Dios que salva. ¡El Hijo enviado por el Padre es realmente el inicio del tiempo de la Misericordia para toda la humanidad!, exclamó el Santo Padre.
Podemos contemplar más claramente – añadió – el gran misterio de este amor dirigiendo nuestra mirada a Jesús crucificado, puesto que mientras está a punto de morir inocente por nosotros que somos pecadores, suplica al Padre que perdone a los responsables porque no saben lo que hacen.
Al concluir su catequesis el Pontífice reafirmó que en la cruz Jesús presenta la Misericordia del Padre razón por la cual no debemos temer reconciliarnos y confesarnos pecadores, porque todo pecado ha sido llevado por el Hijo a la cruz.
El Papa Francisco invitó, por último, a que en este Año Jubilar pidamos a Dios la gracia de hacer experiencia del poder del Evangelio de la Misericordia que trasforma, que nos hace entrar en el corazón de Dios y que nos vuelve capaces de perdonar y de ver al mundo con mayor bondad.
Texto de la catequesis que el Santo Padre Francisco pronunció en nuestro idioma
Queridos hermanos y hermanas:
Después de reflexionar sobre la misericordia de Dios en el Antiguo Testamento, iniciamos a meditar ahora como el Señor la ha llevado a su plenitud. Todo el Evangelio es una muestra de ese amor puro, gratuito y absoluto que llega a culmen con el Sacrificio de la Cruz.
Jesús comienza su misión poniéndose en la fila de los pecadores, para recibir el bautismo de Juan, mostrándonos así su compasión, su solidaridad con la condición humana. En la Sinagoga de Nazaret afirma que todo lo que hará será cumplir este programa inicial, llevando consolación, salud y perdón a quien acudía a Él. En el Jordán, ninguno pudo entender este gesto, sólo el Padre, que declara: «Este es mi hijo, el amado, mi predilecto», ratificando con la unción del Espíritu el camino que el Señor ha tomado.
En la Cruz contemplamos este gran misterio de amor. En ella, el inocente muere por los culpables y, desde ella, suplica al Padre el perdón para todos, sin excluir a nadie. Por eso no debemos temer reconocernos pecadores, pues ha llevado nuestro pecado sobre su Cruz y, cuando nos confesamos arrepentidos, tenemos siempre la certeza de su perdón.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Acerquémonos al sacramento de la reconciliación que actualiza la fuerza del perdón que nace de la cruz y renueva en nosotros la gracia de la misericordia divina, haciéndonos capaces de amar y perdonar como el Señor nos amó y nos perdonó.
Fuente: www.news.va