La Iglesia valora y llama a a los jóvenes, en general, a asumir el compromiso con el mundo, con una mayor participación en la vida política. En esa perspectiva, el Pbro. Hernán Enríquez Rosas, doctor en Educación y académico de la UCSC, anunció el inicio del proceso de este año, el sábado 2 de abril, en la sala de exposiciones del Arzobispado de Concepción (costado derecho de la catedral).
Padre Hernán, este año continúa el programa de formación de líderes juveniles. Es el quinto año que se realiza ¿Cómo evalúa este proceso?
Ha sido un proceso extraordinario, damos gracias a dios por lo vivido. Iniciamos nuestro trabajo con mucha cautela. Habían pasado muchos años donde la iglesia no abordaba, al menos directamente, esta labor. Los tiempos habían cambiado y las instituciones tradicionales (movimientos sociales, partidos políticos, etc.) funcionaban en un marco democrático, pero la realidad nos mostraba que en el ámbito de la formación social y política de los jóvenes había una deuda pendiente.
Las Mesas de Diálogo, que impulsaba la iglesia en Concepción, mostraban un interés de la clase política y empresarial en vistas a que la iglesia asumiera -o retomara- este trabajo que, con mucho impulso, había desarrollado en la década de los setenta y ochenta.
La invitación de la Iglesia fue muy bien acogida y, en estos cinco años, han sido muchos los jóvenes que activamente han participado de estas jornadas de formación.
¿Qué aspectos del proceso puede resaltar?
En primer lugar, la respuesta activa que tuvimos. A las jornadas llegaron jóvenes provenientes de diversos ambientes: colegios, comunidades cristianas y universitarias.
En segundo lugar, la valoración que los MCS dieron, ofreciendo importantes espacios de divulgación, tanto en periódicos locales como en radio y TV.
También hubo quienes no entendían lo que hacíamos: ¿por qué la iglesia entra en temas que no aparecen, a primera vista, propios de su labor misionera y evangelizadora?. Valoramos la respuesta positiva de colegios, comunidades, universidades y centros de estudios superiores que nos apoyaron en esta tarea. Reconocemos y valoramos el respaldo de la UCSC, Santo Tomás, San Sebastián y UdeC, entre otros.
¿Cómo ha sido el interés de los jóvenes?
A pesar del escepticismo reinante, en esos años de los jóvenes ante lo político, tuvimos una respuesta positiva. El desinterés, aparentemente, coincidió con los esfuerzos profundos de un movimiento estudiantil que comenzaba a exigir cambios de fondo. Pienso que supimos, como iglesia, leer los cambios que se venían y que hoy se han ido haciendo realidad.
Básicamente ¿a qué apunta el programa? ¿Pretende ser un aporte a la sociedad?
Nuestro objetivo fundamental es entregar una formación lo más integralmente posible a aquellos jóvenes que tienen una vocación al servicio público.
Nuestra temática formativa es diversa, va desde contenidos básicos de una filosofía antropológica y política hasta herramientas de comunicación y liderazgo.
Ciertamente, nuestro trabajo apunta a colaborar en el desarrollo de una sociedad justa, solidaria, justa y participativa; empapada de valores trascendentes que tiene como centro el desarrollo de la persona humana desde una mirada cristiana del mundo, pero siempre abierta a la pluralidad hoy existente. Esto, sin renunciar a nuestros principios fundados en el evangelio.
Entendemos que los procesos democráticos no se reducen -exclusivamente- al ejercicio de emitir un voto, por muy importante que esto sea, sino a buscar una verdadera participación ciudadana en todos los estamentos de la sociedad organizada.
¿Son las universidades los principales centros donde se forman los líderes?
Esto, para las universidades, es un "deber ser", no sólo en lo ético, sino en todo aquello que tiene que ver con el desarrollo de la persona. Pero, también es cierto, que no todas las universidades "institucionalmente" ofrecen este camino de formación. Hoy, aunque cada vez menos, existen centros de formación superior que están dedicados, casi exclusivamente, a formar especialistas o técnicos en determinadas áreas del conocimiento, pero ajenos al devenir histórico y social. Sin embargo, los movimientos sociales, de los cuales los jóvenes no se sustraen, les han obligado a cambiar de rumbo.
En su opinión ¿por qué los jóvenes no se interesan por la política? ¿Por qué hay poco interés por el compromiso y servicio social?
En realidad, luego de estos años, me atrevo a afirmar que ese desinterés (de la década de los 90 y 2000) no existe, al menos masivamente. Hoy nos encontramos con muchos jóvenes inquietos ante las tenas políticas y sociales; han surgido liderazgos juveniles importantes, algunos de ellos insertos en la misma institucionalidad que nos rige. Eso de que los jóvenes no se interesan en la cuestión política va quedando en el pasado y, confiamos, en que paulatinamente se ira retomando el liderazgo de los jóvenes que tan bien hace al desarrollo y crecimiento de la sociedad.
¿Por qué la Iglesia se involucra en este proceso de formación de nuevos líderes?
La Iglesia no se involucra. Esta afirmación es un error conceptual y teológico, me explico. Es un error conceptual entender que lo político no es parte del ejercicio de la comunidad cristiana, como si ella fuera una realidad ajena al devenir social y cultural. Los cristianos no son seres de otro planeta; el cristiano es una persona que está inserta en el mundo y atenta a todo aquello que se aparta de lo que conviene a su condición y cercana a todo lo que promueve la dignidad humana.
Es un error teológico el pensar que lo que conviene al hombre no es de Dios. Afirmar que lo político no tiene que ver con lo religioso y lo cristiano es negar, de algún modo, la encarnación de Dios. No podemos desconocer que el camino del hombre es el camino de Dios.
Es, en este sentido, que podemos afirmar que la Iglesia no se involucra en lo político, sino que lo político es parte de su ser.
A su juicio ¿la Iglesia debiera asumir con más fuerza estos procesos en el país?
Sí, pero pienso que aún nos falta, aunque vamos en un buen camino. Lo que uno echa de menos es un mayor liderazgo de jóvenes cristianos que tienen mucho que decir y hacer. Ciertamente valoramos lo que se hace en el servicio social: trabajos voluntarios, misiones, solidaridad ante los desastres naturales, techos "para acá" y "para allá", etc... Pero, una presencia significativa que provoque cambios sustanciales en nuestras instituciones y decisiones, no existe. Me da la impresión que nos hemos quedado mucho en "el hacer inmediato", pero sin aportar sustancialmente en aquello que viene. Llegamos tarde -o sin creatividad- a grandes definiciones. Pareciera ser que nos quedándonos solo en eslogan y proclamas, por ejemplo, antes temas tan importantes como el aborto. Es cierto que algunos jóvenes se han manifestado contrarios a estos temas, pero queda una sensación que sus propuestas están permeadas por un ideologismo que no responde efectivamente a lo que hoy se vive. A sus propuestas falta raíz y vereda, es decir, camino y experiencia.
El programa de este año se levanta en alianza con INJUV y la UCSC ¿Por qué se asumió esta alianza? A futuro ¿se sumarían otros actores?
Efectivamente, este año, comenzamos a trabajar con el INJUV. Años anteriores hemos trabajado en conjunto con el CED-Santiago y la Universidad de Chile y con el Centro de Humanismo Integral Jacques Maritain de Concepción. Esto responde a nuestro espíritu abierto a compartir esta misión formadora con todas aquellas instancias que buscan un objetivo común, a pesar de las diferencias que, en ocasiones, puedan surgir. Lo que pasa es que comprendemos nuestro trabajo como un servicio a los jóvenes. Entendemos que ellos son, como lo señalara Pablo VI, el porvenir del mundo y esperanza de la Iglesia.
Fuente: Comunicaciones Concepción